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Justin estaba sentado en el pasillo, su mente atrapada en un torbellino de pensamientos. Podía escuchar los ecos apagados del hospital, los murmullos de las enfermeras, pero nada de eso importaba. Kelsey estaba dentro, en una cama de hospital, y la imagen de su desmayo seguía persiguiéndolo, cada detalle vívido y desgarrador.

Cuando vio a Hailey acercarse, su mandíbula se tensó. Había mucho que no se habían dicho, y el peso de las palabras no pronunciadas se hacía insoportable.

—Justin... —comenzó Hailey, intentando encontrar un tono conciliador, casi arrepentido.

Él levantó la vista, pero sus ojos eran fríos, desprovistos de cualquier calidez que solía dedicarle. Había decepción, sí, pero no era porque la amara; su enfado venía de otro lado, de un sentimiento más profundo que ahora se replegaba como una barrera infranqueable.

—¿Solo tienes eso para decir? —respondió él, su voz afilada como una navaja. Hizo una pausa, intentando controlar la furia contenida—. Ella está ahí dentro, Hailey. ¿Y tú estás aquí fuera, tratando de justificarte?

Hailey apretó los labios, los ojos oscilando entre Justin y la puerta cerrada de la habitación de Kelsey.

—Solo quería que se sintiera mejor. Tú sabes lo que le está costando todo esto, y pensé...

—¿Que dándole drogas la ibas a ayudar? —la interrumpió, sus palabras cargadas de incredulidad y rabia. Justin dio un paso hacia ella, cerrando el espacio entre ambos. El dolor en su mirada iba más allá de la furia; era la decepción de ver que alguien en quien confiaba había hecho justo lo que él más temía.

Hailey intentó mirarlo, pero el peso de su culpa hizo que bajara la vista. Sus palabras parecían inútiles, vacías.

—No sé qué decir, Justin —murmuró, la voz rota.

Él soltó una carcajada sin alegría, y negó con la cabeza.

—Lo sé. Ni siquiera tienes la decencia de admitir que fue un error. —De repente, la dureza de su expresión se suavizó solo un segundo—. Solo espero que entiendas que lo que sientes tú ahora, es nada comparado con lo que ella está pasando por culpa de esto.

Con esa última sentencia, Justin se dio la vuelta y se apoyó contra la pared, alejándose de Hailey y sus justificaciones, sumido en su preocupación por la persona que realmente importaba: Kelsey.

Mientras Justin y Hailey discutían, Col apareció en el pasillo con una mezcla de confusión e incomodidad. Sabía que Kelsey estaba dentro, pero no esperaba encontrar a Gigi bloqueando la puerta, con los brazos cruzados y una mirada que no le dejó ninguna duda de que no era bienvenido.

—¿Qué haces aquí, Col? —preguntó Gigi, sin molestarse en disimular su desagrado.

Él tragó saliva y dio un paso hacia la puerta, con las manos en los bolsillos para ocultar el nerviosismo.

—Vine a ver a Kelsey, quiero saber cómo está.

Antes de que Gigi pudiera responder, Kylie salió de la habitación, visiblemente agotada, con ojeras marcadas que solo resaltaban su expresión severa al ver a Col allí.

—¿Quieres saber cómo está? —dijo Kylie, su tono ácido—. Después de que tú, el "arquitecto", decidieras usar a todos a tu alrededor para beneficiarte. ¿De verdad crees que tienes derecho a preocuparte por ella?

Col sintió que su rostro enrojecía y alzó la voz, intentando defenderse.

—No es lo que parece. No hice nada que Kelsey no haya aceptado. Y en cuanto a mi empresa, no es su problema.

Damn Jenner (Justin Bieber)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora