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*Bali.
*KUWTK on air.





Bali era ese lugar que prometía paz, el escape perfecto, pero para mí se estaba volviendo una prisión. Durante los días siguientes, intenté vivir el sueño de una vacación en el paraíso: sesiones de yoga al amanecer, masajes frente al mar, cenas interminables entre risas... Pero por mucho que lo intentara, mis pensamientos siempre volvían a lo mismo: él.

Una mañana, decidí escaparme sola a la playa. El hotel tenía una zona apartada, con arena blanca y aguas cristalinas, donde podía perderme un rato sin las miradas inquisitivas de mis hermanas. Caminé por la orilla, descalza y sintiendo cómo la arena húmeda se amoldaba a mis pies. La brisa cálida acariciaba mi rostro, pero el nudo en mi estómago no se deshacía.

Había prometido dejar de pensar en él, olvidar, pero el último mensaje de Justin seguía en mi mente: "¿Estás feliz sin mí? Porque yo no." Era como una daga, clavada en el lugar justo para herirme y hacerme cuestionar todo. ¿Podría realmente olvidarlo? ¿Y qué significaba "olvidarlo" cuando cada vez que lo intentaba, terminaba regresando al mismo punto?

Al volver a la villa, me encontré con Kendall sentada en la terraza, mirando el mar. Su cabello se movía suavemente con el viento, y su expresión era la de alguien que tenía algo en mente.

—Hey, Kels —dijo, sonriendo levemente cuando me vio acercarme—. ¿Te escondes de alguien?

—¿De qué hablas? —respondí, tratando de sonar casual mientras me sentaba junto a ella.

—No sé... Solo siento que no estás aquí del todo, como si tu mente estuviera en otra parte —susurró, mirándome con esa mirada que solo Kendall tenía, la que atravesaba cualquier máscara que intentara ponerme.

Suspiré, sabiendo que ocultarle algo a Kendall era prácticamente imposible. Ella conocía cada uno de mis gestos, cada señal de que algo no estaba bien.

—Kenny... Es complicado —murmuré, mirando mis manos mientras intentaba encontrar las palabras adecuadas.

—Entonces dímelo. Ya sabes que soy tu aliada en cualquier cosa —dijo, tocándome suavemente la mano.

Me armé de valor y, por primera vez, le conté un poco de lo que había pasado. No todo, claro. No estaba lista para confesar el desastre completo, pero le di un vistazo a la confusión que Justin había traído a mi vida. Ella escuchó en silencio, sin juzgar, solo asintiendo de vez en cuando.

—Entonces, ¿él sigue escribiéndote? —preguntó, alzando una ceja cuando terminé de hablar.

—Sí, y cada mensaje me hace cuestionarme todo. Lo bloqueo, pero luego vuelve. Y aunque intento ignorarlo, es como si él supiera cómo encontrarme cada vez que estoy a punto de superarlo —admití, sintiendo el peso de mis propias palabras.

Kendall suspiró y se quedó en silencio por un momento. Luego, dijo—: Mira, Kels, yo sé lo que es querer a alguien y no poder tenerlo del todo. Es... frustrante. Pero tienes que decidir si realmente quieres seguir en esto. Si es que puedes seguir en esto sin que te rompa más de lo que ya lo ha hecho.

Esa tarde, Kris organizó un paseo en barco. Nos llevó a una pequeña isla donde podíamos hacer snorkel y nadar con tortugas. Los niños estaban emocionados, y por un rato, pude olvidar el caos emocional que traía conmigo. Las risas de North y Penélope llenaron el aire, y verlas tan felices me hizo recordar que la vida también podía ser simple, sin tanto drama.

Mientras nadábamos, Kylie me hizo señas para que me acercara a un rincón apartado de la playa. Nos quedamos sentadas bajo una palmera, y me miró con esa expresión traviesa que solo ella podía tener.

—¿Estás bien, Kels? —preguntó, mirándome con un tono que combinaba curiosidad y genuina preocupación.

—¿Por qué todos siguen preguntándome eso? —me reí, intentando restarle importancia—. Claro que estoy bien, solo que... estoy en un modo más reflexivo últimamente.

Kylie me miró fijamente y luego, sin rodeos, soltó—: ¿Es por Justin, cierto?

La pregunta me tomó desprevenida. ¿Cómo podía saberlo? Me quedé en silencio, y ella aprovechó para continuar.

—No tienes que decir nada. He visto cómo te pones cada vez que suena tu teléfono. Y no sé, pero hay algo en tu expresión que no parece el de alguien que solo está de vacaciones. Te conozco, Kels, y sé cuando algo te afecta —dijo, mirándome con una mezcla de empatía y seriedad.

Suspiré y asentí levemente. No había mucho que decir, porque ella ya lo había adivinado.

Esa noche, después de todo el día de aventuras, nos reunimos en la playa para ver la puesta de sol. El cielo se pintaba de tonos rosados y naranjas, y el ambiente era tranquilo, casi mágico. Todos estábamos sentados en la arena, rodeados de pequeñas antorchas que iluminaban la escena con una luz suave y cálida.

Scott y Tyga bromeaban, Kris tomaba fotos, y yo estaba en mi propio mundo, intentando procesar las palabras de Kendall y de Kylie. ¿Acaso tenía razón? ¿Era Justin solo un espejismo, un ciclo que debía romper para seguir adelante?

Pero mientras el sol desaparecía en el horizonte, sentí un peso en el pecho. Porque, aunque supiera que lo mejor era dejarlo ir, el simple pensamiento de no volver a verlo, de no volver a sentir esa conexión única, me dejaba con una sensación de vacío.

Damn Jenner (Justin Bieber)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora