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El eco de las risas y la música se difumina a mi alrededor. Aún siento el calor de la cercanía de Justin, esa chispa que me hizo olvidar momentáneamente la realidad. Pero ahora, en medio de esta multitud, la euforia se ha transformado en un torbellino de confusión. ¿Qué he hecho?

Me adentro en la fiesta, con la cabeza alta y la expresión imperturbable, pero mi corazón late con fuerza en mi pecho. A cada paso que doy, las palabras que intercambiamos se repiten en mi mente. Un beso, una conexión que trasciende lo físico. En un instante, me olvidé de Hailey, de la culpa, de las consecuencias. Pero la realidad regresa rápidamente, y con ella, el peso de la decisión que enfrenté. ¿Qué significaba esto? ¿Realmente estoy dispuesta a arriesgarlo todo?

Mientras me muevo entre la multitud, noto a Kendall al otro lado de la sala, observándome. Su mirada es intensa, y aunque no puede ver lo que pasa por mi cabeza, siento que está evaluando cada uno de mis movimientos. Es como si tuviera un radar que detecta cuando algo no está bien. Su expresión es neutral, pero hay un atisbo de preocupación en su frente que me inquieta aún más.

– ¿Todo bien? –me pregunta al acercarse, su voz casual esconde una dosis de curiosidad que no puedo ignorar.

La primera reacción es sonreírle, intentar que todo parezca normal. Pero la verdad es que no estoy bien. Mi mente está atrapada en un bucle de pensamientos contradictorios. Asiento, tratando de sonar convincente.

– Claro, ¿por qué no iba a estarlo? –respondo, y aunque mi tono suena despreocupado, por dentro me siento como una caja de sorpresas listas a estallar.

Kendall me observa por un momento, y por un instante, me siento como si pudiera leerme. Pero, al final, solo se encoge de hombros y se aleja. Mi alivio es temporal; la sombra de su sospecha se cierne sobre mí, como un recordatorio constante de que debo tener cuidado.

Con la esperanza de distraerme, busco a Hailey en la multitud. Ella es la última persona con la que debería sentirme incómoda, pero mi corazón se acelera cuando la veo acercarse. Hay una chispa de energía a su alrededor, un brillo en sus ojos que siempre me ha gustado, y por un segundo, me siento culpable por lo que hice. ¿Y si se entera?

– ¡Kelsey! –exclama, abrazándome con fuerza. Su alegría es contagiosa, pero yo me siento como una impostora en mi propia piel. – He estado buscándote. ¡Es genial que estés aquí!

Sonrío y me esfuerzo por actuar normal, pero la culpa me carcome.

– Sí, quería celebrar con todos ustedes –respondo, eligiendo mis palabras con cuidado, como si estuviera caminando sobre cáscaras de huevo.

Su mirada brilla de entusiasmo y, aunque intento actuar relajada, su pregunta me golpea como un mazo.

– ¿No has visto a Justin? –pregunta, y mi estómago se revuelve.

La pregunta me toma desprevenida. ¿Debo mentirle? Mi mente se apresura a encontrar una respuesta segura. Con una risa nerviosa, digo:

– Creo que lo vi hablando con alguien. No le he seguido la pista.

Hailey asiente, aparentemente satisfecha, pero el momento de alivio se desmorona rápidamente cuando recuerdo el beso y el calor de su piel. Sé que esta burbuja de felicidad podría estallar en cualquier momento.

Con la conversación con Hailey aún pesando en mi mente, decido buscar un respiro en la terraza. El aire fresco me golpea en la cara y me hace sentir un poco más en control. Justo cuando decido revisar mi teléfono, suena una notificación. Es un mensaje de un número desconocido.

"No todos los secretos se quedan en la oscuridad, Jenner."

Mis manos temblorosas sostienen el teléfono mientras mi mente comienza a girar. ¿Quién lo envió? ¿Qué saben? Siento una punzada de pánico recorrerme. Miro a mi alrededor, buscando a alguien que pudiera estar detrás de esto. Nadie me presta atención, pero cada rostro se siente como una posible amenaza. El mundo que solía conocer se siente cada vez más inseguro.

Damn Jenner (Justin Bieber)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora