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La noche avanzaba, y la tienda de campaña se volvía insoportablemente calurosa. Sentía cada respiración, cada mínimo movimiento de Justin al otro lado, tan cerca pero a la vez tan lejos. Su indiferencia seguía tan palpable que el espacio parecía encogerse cada segundo que pasaba. No podía más. Me deslicé fuera de la tienda, intentando no hacer ruido, y cerré los ojos un momento, disfrutando de la brisa fresca que me alivió de inmediato.

Caminé hacia la fogata, donde aún quedaban algunas brasas iluminando suavemente. Noté que Madison y Zack estaban sentados juntos, hablando en susurros, sus caras iluminadas en un resplandor cálido. No quería interrumpir, así que di un rodeo y me dirigí a un punto un poco más alejado para tomar aire. Justo cuando pensaba que estaba sola, escuché pasos suaves detrás de mí.

—¿Tú tampoco soportaste el calor? —La voz de Bella me sorprendió, pero sonreí al verla.

—Algo así —respondí, tratando de ignorar el hecho de que mis razones eran mucho más complicadas que el clima.

—Bueno, ya somos dos —dijo, suspirando mientras se acercaba y se sentaba a mi lado en un pequeño claro, lejos de la vista de los demás. Estaba claro que Bella buscaba la misma escapatoria—. A veces es bueno alejarse un poco de todos. Aunque, en realidad, te extraño. ¿Te das cuenta de que apenas hemos hablado en meses?

Su sinceridad me desarmó. Bella y yo habíamos sido inseparables, pero la vida, las obligaciones, los dramas... todo había terminado poniendo distancia entre nosotras.

—Yo también te extraño, Bells —admití con una sonrisa triste, recordando los días en que pasábamos horas juntas sin preocuparnos de nada—. A veces siento que la única vez que hablamos es en algún desfile o evento. Pero te necesitaba, de verdad.

Bella asintió, y sus ojos brillaban con ese toque melancólico de alguien que también extraña lo que teníamos antes.

—¿Te acuerdas cuando éramos las reinas de cada fiesta? —se rió, y yo no pude evitar unirme a sus carcajadas.

—¡Dios, sí! —exclamé, sin poder contener la risa—. Recuerdo una vez que nos metimos a esa fiesta en Nueva York... ¿cómo era? ¡Nos dijeron que no podíamos entrar y tú dijiste que éramos las "hermanas olvidadas" de Gigi y Kim! ¡Y nos dejaron pasar!

—Oh, claro, la famosa excusa de las hermanas olvidadas. Y luego terminamos bailando en la terraza con desconocidos hasta el amanecer —recordó Bella, echando la cabeza hacia atrás y riendo sin parar—. ¿Y te acuerdas de cuando Cara se unió a una de nuestras locuras en París? Esa noche que nos escapamos por la salida de emergencia del hotel para ir a la Torre Eiffel.

—Sí, ¡y terminamos subiéndonos a esa moto que encontramos! —reí, recordando aquella vez que habíamos sido tan impulsivas—. Cara gritaba como loca, y nosotras solo podíamos reír. Nadie se enteró de eso, ¿verdad?

Bella sacudió la cabeza con una sonrisa traviesa.

—No, y nunca sabrán. Al menos que nos pillen en fotos antiguas o algo. Éramos... libres, de verdad.

La risa me salía de forma tan natural que por un momento olvidé todo el drama, toda la tensión. Bella sacaba a relucir esa parte de mí que tenía bien escondida, esa Kelsey que disfrutaba, que reía sin miedo a mostrar sus emociones.

—Extraño esos días, cuando no había expectativas y solo éramos nosotras dos, el squad, y nadie más —admití en voz baja, mirando las estrellas que colgaban en el cielo sobre nosotras.

—Yo también —murmuró Bella—. Sabes, con todo lo que pasa, creo que hasta a Kendall, a Kylie, a Gigi... las extraño de verdad. Es como si hubiéramos cambiado tanto que ya no somos las mismas.

Damn Jenner (Justin Bieber)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora