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El calor dentro de la tienda era insoportable. Sentía la humedad pegajosa sobre mi piel mientras trataba, por enésima vez, encontrar una posición que no pareciera diseñada para romperme la espalda. La tela de la tienda olía a plástico y sudor, y mi humor estaba más agrio que nunca.

Abrí los ojos, notando que los primeros rayos de sol comenzaban a filtrarse por la tela. A mi lado, Justin estaba profundamente dormido, con el cabello desordenado cayendo sobre su frente. A pesar de la incomodidad, él parecía estar en paz, algo que solo logró irritarme más.

Me removí en el saco de dormir, gruñendo lo suficientemente fuerte como para que Justin abriera un ojo. Me miró con una expresión de confusión somnolienta, seguido de una sonrisa burlona que no ayudaba en absoluto.

—¿Problemas, princesa? —preguntó con voz ronca, frotándose los ojos.

—Sí, tengo problemas, príncipe encantador. Esta tienda es una tortura, y dormir en el suelo debería considerarse un castigo medieval —me quejé, cruzándome de brazos mientras lo miraba con frustración.

Justin se sentó, estirándose lentamente mientras bostezaba. Su camiseta estaba arrugada, y su cabello era un caos, pero aun así lograba lucir increíble.

—No es tan malo, Kelsey. Además, ¿no estás acostumbrada a las incomodidades por tus sesiones de modelaje? —bromeó, arqueando una ceja.

—En esas sesiones al menos tengo un sillón cómodo o un equipo mimándome. Esto... esto es sobrevivir en el medio de la nada. —Suspiré, empujando el saco de dormir hacia un lado.

Justin soltó una carcajada baja, algo que solo logró encender más mi irritación.

—Es interesante verte fuera de tu zona de confort. —Me miró de arriba abajo, como si estuviera disfrutando mi miseria.

Lo fulminé con la mirada, pero antes de que pudiera responder con alguna frase ingeniosa, escuchamos a Zack llamándonos desde fuera de la tienda.

—¡Levántense, dormilones! Tenemos que recoger todo antes de volver a la villa.

Solté un suspiro pesado mientras Justin salía primero, sosteniendo la puerta de la tienda para que yo pasara. Una parte de mí quería agradecerle, pero mi mal humor lo impedía.

Todo el grupo se reunió, recogiendo sus cosas antes de emprender el camino de vuelta. Gigi, Bella, Zack y los demás estaban de buen humor, bromeando mientras caminábamos entre los árboles. A pesar de mi incomodidad inicial, el ambiente ligero comenzó a contagiarme.

—¿Por qué siento que Zack va a tropezar con algo antes de que lleguemos? —dije en voz alta, provocando risas entre los demás.

—¡Oye! —protestó Zack, dándome una mirada ofendida. —Yo soy el alma del grupo, Jenner. Si tropiezo, es para entretenerlos.

Justin, que caminaba a mi lado, se rió ante el comentario de Zack. Su risa me hizo girar la cabeza, y durante un segundo, olvidé lo molesta que estaba esa mañana.

—¿Qué pasa? —preguntó Justin, al notar mi mirada.

—Nada. Solo intento entender cómo puedes ser tan insoportable y encantador al mismo tiempo.

—Es un talento natural. —Me guiñó un ojo, lo que provocó que rodara los ojos, aunque no pude evitar sonreír un poco.

El grupo avanzó entre bromas y anécdotas, y poco a poco me encontré disfrutando del momento. Sin embargo, las cosas cambiaron cuando una discusión sin importancia entre Justin y yo nos hizo detenernos mientras el resto seguía caminando.

—¿Por qué siempre tienes que comentar todo lo que hago? —pregunté, deteniéndome en seco mientras lo miraba con los brazos cruzados.

—Porque haces que sea demasiado fácil, Kelsey. Eres como un libro abierto lleno de sarcasmo y comentarios ingeniosos.

—¿Y eso te molesta? Porque, honestamente, nadie te está obligando a quedarte cerca.

Justin suspiró, su mandíbula apretándose mientras me devolvía la mirada.

—Esa es tu solución para todo, ¿verdad? Alejar a las personas cuando no puedes manejar lo que sientes.

—No tengo idea de qué estás hablando —mentí, aunque su comentario me golpeó más fuerte de lo que esperaba.

La discusión continuó mientras avanzábamos lentamente, ambos demasiado concentrados en nuestras palabras como para darnos cuenta de que el grupo ya no estaba a la vista.

—Genial, ahora estamos perdidos. —Justin miró a su alrededor, su frustración evidente.

—¿Perdidos? ¡Por supuesto que estamos perdidos! Todo porque tú decidiste detenerte a discutir sobre algo tan estúpido como mi personalidad.

—Oh, claro, la culpa es mía. Como siempre. —Justin alzó las manos al aire en un gesto exasperado. —Tal vez si dejaras de ser tan testaruda por un segundo, no estaríamos en esta situación.

—¿Testaruda? —Reí amargamente, sintiendo cómo la rabia se acumulaba en mi pecho. —Tal vez deberías mirarte en un espejo, Justin. Eres el rey de la terquedad.

El silencio que siguió fue pesado, interrumpido solo por el sonido del viento moviendo las hojas. Finalmente, suspiré, mi voz más suave esta vez.

—Estoy cansada de esto, Justin. Estoy harta de discutir contigo todo el tiempo.

Él me miró, sorprendido por mi cambio de tono.

—Yo también estoy cansado, Kelsey. Estoy cansado de sentir que siempre estoy luchando contra una pared contigo.

Las palabras que vinieron después surgieron sin pensar, como si hubieran estado esperando este momento para salir.

—No me gusta cuando me ignoras, Justin. No soporto esa sensación. —Mi voz tembló ligeramente, pero continué. —Y sé que tú sientes lo mismo conmigo. Lo sé, pero... no sé cómo ser diferente.

—Kelsey... —Justin dio un paso hacia mí, su mirada intensa. —Todo lo que quiero es que confíes en mí. Que me dejes estar ahí para ti.

El nudo en mi garganta se deshizo, y sentí que un peso enorme se levantaba de mis hombros.

—Quiero intentarlo, Justin. Quiero que esto funcione.

Justin asintió, sus ojos reflejando una mezcla de esperanza y determinación.

Cuando finalmente llegamos a la villa, el grupo nos recibió con una mezcla de preocupación y alivio. Gigi me abrazó rápidamente mientras Bella hacía preguntas sobre cómo nos habíamos perdido.

Esa noche, mientras todos se preparaban para salir, decidí que necesitaba destacar. Elegí un vestido que era todo menos discreto, uno que sabía que llamaría la atención de Justin.

Cuando salí de la habitación, las miradas me siguieron como un reflejo.

—¿Qué demonios? —murmuró Zack, claramente impresionado.

—Dios mío, Kelsey, te ves increíble —dijo Bella, admirándome de pies a cabeza.

Pero solo me importaba una mirada, y cuando mis ojos se encontraron con los de Justin, su reacción fue suficiente para saber que había logrado mi objetivo.

Esa noche prometía ser inolvidable. Y aunque aún quedaban cosas por resolver entre nosotros, sentía que finalmente estábamos avanzando.

Damn Jenner (Justin Bieber)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora