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Habían pasado unos días desde el cumpleaños de mamá. La casa estaba en calma después de tanta celebración, pero yo sentía un nudo en el estómago que no me dejaba en paz. Estar de vuelta de Bali y enfrentarme a la realidad con Justin no era nada fácil; cada vez que pensaba en lo que pasó entre nosotros y lo que significaba, era como estar atrapada en una montaña rusa de emociones sin saber en qué momento me lanzaría al vacío.

Decidí salir al jardín para respirar aire fresco y despejarme. La casa de mamá tenía una vista impresionante desde la colina, pero hoy, en lugar de las luces de la ciudad que se extendían como un mar brillante, me atrajo otra figura. MJ estaba sentada en una de las sillas de mimbre bajo el sol, hojeando una revista, serena como siempre.

– Abuela, ¿puedo sentarme? –le pregunté.

Ella me sonrió y me hizo un gesto para que me acercara.

– Claro, querida, siéntate conmigo. Parece que tienes muchas cosas en la cabeza.

Asentí, dejándome caer a su lado.

– Siento que estoy atrapada en algo que no termina de aclararse –admití, eligiendo las palabras con cuidado–. Como si estuviera esperando algo, pero no sé si vale la pena seguir esperando.

MJ dejó la revista a un lado y se inclinó hacia mí con su mirada sabia.

– Kelsey, cariño, a veces, la vida se parece a una balanza –dijo, con la voz pausada y tranquila que siempre tenía–. En un lado está el miedo a perder algo importante, y en el otro, el miedo a nunca vivirlo. Nadie puede decirte cuál pesa más, excepto tú.

Sus palabras me hicieron mirarla en silencio, dejándome tocar por su sabiduría.

– Pero... ¿y si ese "algo" es una persona? –pregunté, como si fuera una niña buscando respuestas sencillas.

MJ me miró con dulzura y acarició mi mano.

– Entonces, debes preguntarte qué es lo que esa persona te hace sentir, y si esos sentimientos son más fuertes que tus dudas –dijo, sonriendo levemente–. Porque si la respuesta es sí, Kelsey, no dejes que nada ni nadie te impida vivirlo. Hay decisiones que no se toman con la cabeza, sino con el corazón, y esas son las que más importan.

Me quedé en silencio, asimilando lo que había dicho. Cada palabra parecía golpear directo en ese rincón profundo donde guardaba mis secretos.

Justo entonces, la puerta corrediza de la casa se abrió y apareció Kim, trayendo consigo un aroma a café fresco. Se acercó y se sentó con nosotras, lanzándonos una mirada curiosa.

– ¿Qué pasa aquí? Parece que están teniendo una conversación muy intensa –bromeó, mientras se acomodaba en su silla.

– Solo hablábamos de decisiones de vida –dijo MJ, guiñándome el ojo–. Kelsey tiene una de esas en sus manos.

Kim me miró con interés, y sus ojos se suavizaron.

– ¿Es sobre Justin? –preguntó, como si pudiera leerme la mente–. Sé que han pasado muchas cosas, y créeme, entiendo lo complicado que es cuando los sentimientos no tienen un camino claro. Pero a veces, Kelsey, tienes que lanzarte y confiar en que el paracaídas se abrirá.

Suspiré, sintiendo cómo ambas me daban el consejo que necesitaba escuchar. Kim me miró con seriedad.

– Solo recuerda esto, Kels: no puedes vivir atrapada en el "qué pasaría si..." –dijo, con una voz firme pero cálida–. Las oportunidades pasan rápido, y algunas no vuelven. Si él te importa tanto, dale una oportunidad de mostrarte que vale la pena.

Las palabras de MJ y Kim seguían resonando en mi mente mucho después de que se fueran. Decidí que, tal vez, era hora de actuar y dejar de esperar.

[X]

Esa noche, organicé una pequeña reunión en mi casa, algo casual para que todos pudieran relajarse y desconectar un poco. Mi jardín se veía increíble bajo las luces de la ciudad. Desde ahí, se podía ver Los Ángeles como un océano de luces en movimiento; el sonido distante de la ciudad llegaba hasta aquí como un murmullo lejano, envolviéndonos en una atmósfera casi mágica. Las luces de la piscina y las antorchas alrededor del jardín creaban un ambiente cálido y acogedor.

Los primeros en llegar fueron Kendall y Kylie, seguidas de Hailey, Bella, Zayn y Gigi, que traían consigo una botella de vino y bolsas de snacks. Todos se acomodaron en los sillones y empezaron a charlar, mientras servía algo de vino para relajar un poco el ambiente.

Kendall levantó su copa y sonrió.

– ¡Brindemos por Kelsey y por Bali! Porque la verdad, me he quedado con ganas de más viajes como ese.

– ¡Yo también! –dijo Bella, sonriendo emocionada–. ¿Se imaginan hacer un viaje juntos? Pero de verdad, todos nosotros.

Zayn se rió y alzó las cejas con escepticismo.

– Claro, pero si vamos a hacer eso, quiero dejar claro que no me despierten temprano. Las vacaciones son para dormir –bromeó, recostándose en el sillón con su usual aire relajado.

Kylie le dio un codazo juguetón.

– Está bien, Zayn, te dejaremos dormir, pero solo si prometes unirte a las fiestas en la playa.

Tyga, desde el otro lado del jardín, intervino, levantando su copa.

– Estoy completamente dentro –dijo–. Puedo vernos ya: música, fogata, buen rollo... –Miró hacia mí–. Kels, esto no puede pasar sin ti, ¡eres la anfitriona ideal para algo así!

Me reí, encantada por el entusiasmo de todos.

– Yo feliz de organizarlo, pero sabemos cómo somos. Nos podemos pasar todo el año planeando y luego nadie se decide –me burlé, provocando las risas del grupo.

Gigi asintió, fingiendo estar muy seria.

– Eso es cierto. Nos queda solo una opción: no planear nada y lanzarnos directo a la aventura.

Bella sonrió y miró a Zayn.

– Entonces, ¿qué dicen? ¿Todos dentro?

El grupo estalló en comentarios y bromas, cada uno imaginando cómo sería ese viaje juntos. Kendall y Hailey empezaron a discutir sobre quién traería el mejor atuendo de playa, mientras que Kylie y Bella apostaban sobre quién podría surfear mejor. La conversación continuó en esa línea divertida y relajada, y no pude evitar pensar en cuánto me gustaba tenerlos cerca.

Mientras las risas llenaban el jardín, me sentía agradecida de tener a estos amigos y de saber que, pase lo que pase con Justin o con la vida en general, siempre tendría a esta familia que me entendía y apoyaba sin importar las locuras en las que me metiera.

Las luces de Los Ángeles brillaban como un millón de estrellas bajo nuestros pies, y en ese momento, supe que no importaba qué pasara en el futuro. Al menos, ahora, estaba exactamente donde quería estar.

Damn Jenner (Justin Bieber)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora