60.

104 5 1
                                        



El silencio entre nosotros se alargó, espeso, solo roto por el canto de algún grillo perdido en la selva. Justin estaba ahí, frente a mí, con esa mirada que me decía tantas cosas que no se atrevía a decir en voz alta. Sentía su respiración acompasada, el calor de su presencia, y, por un instante, pensé que quizá él también estaba esperando que yo diera un paso.

Pero, por una vez, no quería ser yo la que se rindiera, la que diera ese paso al vacío sin saber si él iba a responder. Me crucé de brazos, más para protegerme de su mirada que del frío, y alcé la barbilla, tratando de mantenerme indiferente.

—¿No tienes nada que decirme? —preguntó finalmente, rompiendo el silencio, su tono entre desafiante y molesto.

—¿Yo? Pensé que tú eras el que quería hablar —respondí, jugando con un mechón de mi pelo, tratando de aparentar tranquilidad.

Él soltó un suspiro frustrado y pasó una mano por su cabello, claramente agitado.

—Siempre es lo mismo, ¿sabes? Esto... —hizo un gesto entre los dos—. Este juego en el que parece que estamos atrapados. Yo intento acercarme, intento... entender qué quieres de mí, pero es como si siempre pusieras una barrera. Una tras otra.

Lo miré en silencio, sin saber qué responder. Porque en el fondo, sabía que tenía razón. Pero era más fácil seguir fingiendo que todo estaba bien, que yo tenía el control de mis emociones, que él no significaba tanto para mí como en realidad lo hacía.

—¿Y qué esperas que haga? —susurré finalmente, mi voz más vulnerable de lo que esperaba—. No puedo ser esa persona que esperas. No sé... no sé cómo.

—¿Y si solo... dejas de pensar tanto? —dijo, con una intensidad que me hizo estremecerme—. ¿Si solo... te arriesgas?

Mi primer impulso fue negarme, alejarme, porque el miedo a abrirme era tan grande que prefería seguir manteniendo esta barrera que él tanto criticaba. Pero algo en su mirada, en su voz, me hizo dudar. Me hizo querer dejar de lado mis defensas y mostrarle la verdadera Kelsey, la que tenía miedo de quemarse, pero también deseaba arder junto a él.

—Tal vez... tal vez no soy yo la única que necesita arriesgarse —susurré, manteniendo la mirada en sus ojos, viendo cómo mis palabras parecían afectarlo.

Él me observó, entre molesto y sorprendido, y se acercó un paso, quedando aún más cerca, tanto que casi podía sentir su aliento sobre mi piel.

—¿Qué quieres de mí, Kelsey? —preguntó en un tono bajo, como si esta fuera nuestra última oportunidad de ser sinceros.

Abrí la boca, sintiendo el impulso de decirle la verdad, de decirle que lo quería a él, sin máscaras, sin juegos. Pero no pude. Las palabras se quedaron atoradas en mi garganta, y mi orgullo, ese escudo que siempre me había protegido, me obligó a desviar la mirada.

—Creo que no importa lo que diga... —murmuré, intentando mantener la compostura—. Siempre acabamos en el mismo punto, ¿no?

Él me miró con una mezcla de decepción y tristeza, y supe que estaba a punto de rendirse, de darme por perdida. Y quizá eso era lo que realmente me aterrorizaba: perderlo sin haber siquiera intentado.

Antes de que pudiera decir algo, dio un paso hacia atrás, rompiendo el contacto visual.

—¿Sabes? —dijo, su voz cargada de frustración—. Quizá tienes razón. Quizá esto es una pérdida de tiempo.

Sentí un nudo en el pecho, pero antes de que pudiera reaccionar, él se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia el campamento. Lo observé irse, con una mezcla de dolor y rabia hirviendo en mi interior.

Damn Jenner (Justin Bieber)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora