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*Nueva York.
*Madison Square Garden.

La energía era abrumadora. Había algo especial en esta ciudad que hacía que todo pareciera más grande, más intenso, más cargado de adrenalina. Las luces brillaban con un resplandor casi cegador, y la audiencia rugía como un mar infinito de emociones mientras Justin y su equipo daban los últimos toques al espectáculo.

Yo estaba detrás del escenario, esperando mi turno para salir con las bailarinas al siguiente set. Sentía el corazón acelerado, no tanto por los nervios sino por la emoción de estar aquí, en uno de los escenarios más emblemáticos del mundo. Había ensayado mis pasos hasta la perfección, pero sabía que lo impredecible siempre tenía lugar en un show como este.

– ¿Lista para matar? –Mía, mi compañera de baile y amiga dentro del equipo, me dio un codazo.

– Más que lista –respondí con una sonrisa.

Los primeros acordes de Where Are Ü Now empezaron a sonar. Justin salió al escenario, y la euforia del público se elevó a niveles casi inhumanos. Era un espectáculo estar detrás de bambalinas y verlo dominar el escenario como si hubiera nacido allí.

Minutos después, en pleno show

Todo iba perfectamente. Justin se movía como un verdadero rey, y nosotras seguíamos la coreografía al milímetro. Era una de esas noches donde todo fluía como debía. Hasta que algo rompió la armonía.

Un grito desgarrador de la multitud llamó mi atención. Un hombre había logrado burlar la seguridad y estaba corriendo directo hacia Justin. Mi instinto fue el de reaccionar, pero antes de que pudiera moverme, Justin retrocedió con rapidez, levantando una mano como para protegerse.

El hombre cambió de dirección al ver que no podía alcanzarlo y, para mi horror, corrió hacia mí.

– ¡Kelsey, cuidado! –Justin gritó desde su posición.

Sentí un escalofrío recorrerme, pero antes de que pudiera moverme, el hombre ya estaba frente a mí. Me agarró del brazo con una fuerza que no esperaba y me atrajo hacia él.

– Eres incluso más sexy en persona, nena –susurró, lo suficientemente alto para que yo y los demás lo escucháramos.

– Suéltame –escupí entre dientes, tratando de mantener la calma.

– Siempre he querido probar lo que se siente tocar a una Kardashian. Apuesto a que eres tan salvaje como pareces –continuó, ignorando mi resistencia.

Justin ya había bajado del escenario. Lo vi avanzar hacia nosotros con los ojos encendidos.

– ¡Suelta a Kelsey ahora! –gritó con una furia que nunca antes había visto en él.

El hombre sonrió, pero no soltó mi brazo. En cambio, se inclinó más cerca y murmuró algo que hizo que mi piel se helara:

– ¿Qué crees que dirán los tabloides cuando vean las marcas que te voy a dejar?

Fue entonces cuando Justin llegó. No esperó a que los guardias actuaran; él mismo apartó al tipo de un empujón que lo hizo tambalearse hacia atrás.

– ¡Llévenselo ahora mismo! –ordenó Justin, mirando a los guardias que finalmente habían llegado.

El hombre fue arrastrado hacia la parte trasera del recinto, pero Justin no se quedó tranquilo. Lo vi dirigirse hacia esa dirección mientras el resto de nosotros tratábamos de recuperar la calma.

– ¿Estás bien? –Mía me agarró de los hombros.

– Estoy bien, pero... –miré hacia donde Justin había desaparecido. Algo me decía que esto no iba a terminar bien.

Mía y yo seguimos al equipo hacia una plataforma que nos permitía ver lo que pasaba en la parte trasera del recinto. Justin estaba frente al hombre, que ahora estaba rodeado por guardias. Pero no estaba hablando. Estaba actuando.

– ¡Te atreviste a ponerle una mano encima! –gritó Justin antes de empujar al tipo con fuerza.

El hombre se defendió, lanzando un puñetazo que Justin esquivó por poco. La escena se convirtió en un caos cuando ambos empezaron a intercambiar golpes. Los guardias intentaban separarlos, pero el tipo seguía peleando como un loco.

– Dios mío, Justin está perdiendo la cabeza –dijo Mía, llevándose las manos a la boca.

Yo estaba paralizada. Verlo así, tan fuera de control, me hacía sentir una mezcla de miedo y... algo más. Protección, quizás.

Cuando finalmente los separaron, Justin se giró, su rostro lleno de ira y un corte pequeño en el labio. Se dirigió hacia el camerino, y yo lo seguí, dejando a Mía detrás.

Cuando entré, Justin estaba sentado en un sofá, sosteniendo una bolsa de hielo contra su labio.

– ¿Qué demonios fue eso? –pregunté, cruzándome de brazos.

– Lo que tenía que hacer. Ese idiota no tenía derecho a tocarte.

– ¿Pero en qué estabas pensando?

Hubo un silencio hasta que Justin respondió.

– Estaba pensando en ti.

– Pero no puedes ir por ahí peleándote con cualquiera. Podrían demandarte, Justin. Esto podría terminar muy mal para ti.

– No me importa –respondió, levantándose. Me miró con una intensidad que hizo que mi respiración se detuviera por un segundo–. No voy a quedarme quieto mientras alguien te hace daño.

Quería regañarlo más, pero no pude. Había algo en la manera en que me miraba, como si fuera lo único que importaba en su mundo, que me desarmó por completo.

– Estás loco –murmuré, acercándome para tocar su rostro suavemente–. Pero gracias.

Él tomó mi mano y la sostuvo contra su mejilla.

– Siempre voy a estar ahí para ti, Kels.

Y como si sus labios y los míos fueran dos imanes nos fundimos en un intenso beso.

Cuando finalmente llegamos al hotel, los paparazzis estaban esperándonos. Los flashes iluminaban todo, y los gritos de los fotógrafos llenaban el aire.

– ¡Justin, Kelsey, aquí!

– ¡Kelsey, cómo te sientes después del incidente de esta noche?

– ¡Justin, qué tan grave fue la pelea!

Hice lo que siempre hacía: ignorarlos. Pero uno de ellos dijo algo que me hizo detenerme en seco.

– ¿Así que ahora eres la nueva aventura de Justin? Pensé que tenía mejores gustos.

Me giré tan rápido que Justin apenas tuvo tiempo de reaccionar.

– ¿Perdón? –dije, caminando hacia el paparazzi.

– Dije que...

No lo dejé terminar. Con un movimiento rápido, le quité la cámara de las manos y la arrojé al suelo con toda mi fuerza, rompiéndola en mil pedazos.

– Aprende a respetar.

Justin estaba a mi lado en un segundo, agarrándome del brazo para llevarme adentro.

– Vamos, Kelsey, no vale la pena –dijo mientras me arrastraba hacia el ascensor.

Cuando finalmente estuvimos solos, no pude evitar reírme.

– ¿Qué? –preguntó, mirándome divertido.

– Nada, simplemente...me parece surrealista todo esto.

Justin sonrió y negó con la cabeza.

– Eres un caso perdido, Kels.

Y mientras el ascensor subía, no pude evitar pensar que, por caótico que fuera, no habría preferido estar en otro lugar.

Damn Jenner (Justin Bieber)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora