26: Reconciliación; "adios mentiras"

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Después de lo que ocurrió, estuve un semana entera sin salir de mi habitación. Sé que no era para tanto, pero para mi yo de aquella época, era bastante grave, y mi culpabilidad aumentaba por momentos. A esa edad era difícil para mí procesar todo aquello; descubrir que los seres sobrenaturales existen y acabar saliendo con uno de ellos, que un vampiro intente besarme para así sentir un poco de vida, cosa que me cuesta bastante comprender, pero aún así puedo imaginar a qué se refiere. Me inventé la excusa de que estaba enferma -que tampoco era del todo mentira, ya que tenía un resfriado de los gordos, pero lo exageré bastante con el fin de que me dejaran tranquila con mis pensamientos durante unos días-.

En verdad me sentía horrible por haberles tratado tan mal a ambos, sobre todo por ignorarles tanto estos días, pero necesitaba tiempo para pensar y reflexionar.

Aquel día toda mi familia había salido, por lo que me encontraba sola en casa. En verdad adoro la soledad y el silencio, no todo el tiempo, pero de vez en cuando sí que es de agradecer.

Me encontraba profundamente sumergida en mis pensamientos cuando de repente llaman al timbre de la casa. Perezosamente contesté al telefonillo:

-¿Quién es?

-Soy yo... Javi.

No me lo esperaba para nada, sólo sabía que lo extrañaba pero a la vez no precisaba de su compañía en esos momentos.

-Ahora no, que está mi familia... -dije en voz baja- además, no me encuentro lo suficientemente bien como para recibir visita.

Me siento bastante mal al rechazarlo, pero realmente no me encuentro con ánimos de recibir visitas.

-Ya, por eso acabo de ver hace unos minutos a tus padres saliendo en coche y tu hermano con un amigo, ya veo lo acompañada que estás.

-¿¡Quéé!? Pero si ya fue hace rato, ¿me vigilas?

-¡Y tú me mientes! -dijo con un tono que comenzaba a ser de enfado- Déjame entrar ahora o si no, rompo la puerta o entro por tu terraza, tú verás.

-¿¡Estás loco!?

No me quedó otra opción que abrir.

Éste entró bastante serio, lo cual no hizo más que aumentar mi incertidumbre, culpabilidad y preocupación.

-Tenemos que hablar.

Ambos nos acomodemos en el sofá de la sala de estar.

-No estás enferma ¿Verdad? Y esa no es la única mentira que me has dicho por lo que veo.

-Yo... Perdóname -me disculpo con resignación
-. No debí mentirte, lo sé, pero entre que estoy de exámenes, que ando confundida con todo y necesito pensar, que una buena amiga se muda a otra ciudad... Necesitaba estar sola, lo siento.

Su semblante cambia drásticamente y adquiere un tono más comprensible y tierno.

-Pero habérmelo dicho tonta... Ahora es cuando no me pienso separar de ti, crees que necesitas estar sola, pero no, necesitas a alguien que te apoye, y ese seré yo, que nadie más me quite ese honor.

Sonrío e instantaneamente lo abrazo con todas mis fuerzas a lo que éste me dice entre susurros: Aurorita, nunca me mientas ¿Vale? Siempre estaré ahí para ti.

Mi novio es un hombre loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora