7: Nacimiento de un romance.

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Pasan las semanas y cada vez estamos más unidos. He de decir que nuestra actitud ha ido cambiando poco a poco, en el sentido de que cuando se acerca mucho a mí, de la nada el corazón comienza a palpitarme mucho más rápido. Y lo mismo parece sucederle a él, el cual se pone ligeramente nervioso y comienza a tartamudear, ¿es esto lo que ocurre cuando te haces muy amiga de alguien? Realmente no sé si me gusta este sentimiento que parece aumentar por días y que me pide a gritos pasar cada vez más tiempo con él.

—No me lo puedo creer

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—No me lo puedo creer... ¡te gane! —digo emocionada.

—Enhorabuena, has tardado semanas, pero al final lo lograste —dice sonriente mientras deja el mando de la play y se echa en su cama.

No puedo evitar fijarme en lo extraño que se encuentra hoy. Me siento a su lado y éste me observa fijamente durante unos segundos, suspira y se gira.

—¿Qué te pasa? —pregunto mientras le agarro del hombro y le zarandeo ligeramente.

—No es nada... estrés quizás.

Ya le conozco bastante bien por lo que instantáneamente sé que miente.

—No, no... señorito, hasta que no me lo digas no me muevo de aquí.

—¿Estas segura de que quieres saber? —pregunta mientras se gira de nuevo hacia mí y me mira fijamente.

—Por supuesto. —afirmo sin pensarlo mucho.

—Está bien... pero ahora no estoy preparado. ¿Que tal si quedamos mañana en el recreo del instituto?, en el piso de arriba que a esas horas no hay nadie.

—Eh... vale, no entiendo por qué no me lo puedes decir ya, pero en fin, podré esperar, hasta mañana entonces.

Tras aquello, me dispongo a irme.

—Espera... ¿te vas ya? ¿así de repente? —pregunta extrañado.

—Me deberías agradecer que te dé más tiempo para prepararte. —afirmo ligeramente enfadada.

Sé que no debería molestarme con él por algo así, pero no puedo evitarlo, me ha dejado bastante confusa. ¿Tan grave o importante es lo que me tiene que decir? ¿Y si es simplemente una broma?

Una vez llega el recreo, con algo de nerviosismo me encamino al lugar acordado.

Una vez llego, me encuentro con el lugar completamente vacío y silencioso. Espero durante unos minutos y comienzo a desesperarme, ¿y si falta a su palabra? Mi cabreo aumenta solo de pensarlo. Me siento al lado de la ventana y observo a varios grupos de amigos caminando y conversando, y de la nada encuentro a mis amigas, que parecen estar buscandome.

Me encuentro tan concentrada que me sobresalto de sobremanera cuando alguien me toca el hombro.

—Siento el retraso —se disculpa Javier algo avergonzado— estuve haciendo un examen y me llevó más tiempo de lo que pensaba.

—Vamos al grano... ¿Me vas a decir ya qué es eso tan importante que me quieres decir?

Éste nota mi impaciencia, se sienta al lado mío y me mira fijamente.

—Verás... es posible que me maten cuando lo sepan, pero... no puedo ignorar esto más.

Lo que acaba de decir me suena a chino, no entiendo absolutamente nada. Más pareciera que se dirige más a sí mismo que a mí.

—Pero ya da igual, lo he decidido. —prosigue— lo que pasa es que ya desde hace tiempo siento que me gustas como algo más que una amiga. Al principio no estaba seguro, pero ahora sé que definitivamente es así. Sé que somos muy jovenes, pero si aceptas, me gustaría que salieramos, esta vez como pareja.

Yo me quedo sin palabras y en un principio no sé ni cómo reaccionar. Noto como él se muere de la verguenza en estos momentos, lo cual lo hace ver tremendamente adorable. Noto como mis mejillas se encienden y el corazón me palpita cada vez más rapido, ¿y si aquel sentimiento extraño es el mismo que siente él por mí? al no haberlo sentido nunca, realmente no sabía cómo interpretarlo.

Sin pensarlo mucho, me dejo llevar y finalmente respondo.

—Acepto. —digo con una sonrisa— siendo sincera, creo que desde hace tiempo también comencé a sentir algo más que amistad, pero no sabía realmente lo que era hasta ahora.

Éste sonríe aliviado y ambos, como si una fuerza magnética nos uniera, nos acercamos lentamente hasta darnos un corto pero tierno beso.

De repente oigo a mis amigas conversar mientras suben las escaleras, por lo que rápidamente me separo de Javier, aunque con las mejillas aún encendidas, ya que literalmente acabo de tener mi primer beso.

Mi novio es un hombre loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora