16: El gran susto

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El verano seguía su curso, y si soy sincera, se estaba pasando demasiado rápido... Y tampoco es que tuviera muchas ganas de volver a clases, la verdad.

Era una tarde del 15 de julio, mis padres y mi hermano se fueron durante unos días a un pueblo de la costa por asuntos de trabajo de mi padre, no me enteré muy bien y tampoco quise ir ya que no me apetecía, siempre estoy agena a lo que ocurre en mi familia. Además, necesitaba pensar una manera de acercarme a Alex y ayudarlo, que por cierto, hacía días que no veía...
De repente escuché el teléfono, era Javier.

-Hola Aurorita, sé que habíamos quedado, pero hoy es luna llena, y los días de luna llena puedo llegar a ser peligroso, ya sabes...

-Pero ¿No es por la noche cuando te tienes que inyectar esa sustancia?

-Sí, pero aún así nuestro comportamiento durante el día puede ser también peligroso, nos cuesta más controlarnos y nos podemos volver algo irritantes e incluso locos por momentos, así que será mejor prevenir.

-Entiendo... ¿Y Alex? lleva varios días sin aparecer, ¿Sabes donde se puede haber metido?

-Wow... Tu preocupandote por Alex ¿Estás bien? ¿Tienes fiebre? ¿O quizás sean alucinaciones mías?

-Ala... ¡Exagerado! Cierto es que puede llegar a ser muy irritante e insoportable, pero eso no quita que me preocupe por él, es tu primo...

-Ya... Pero no sé, me sorprendió tanto interés de repente. Yo igual llevo sin verlo desde hace días, aveces simplemente desaparece, lo suele hacer a menudo así que no te preocupes, aparecerá cuando menos te lo esperes... Y bueno, me debo ir, me está comenzando a doler la cabeza, ¡Adios Auorita! Te quiero frutita.

-¡Oye! -No sé como le hace para hacerme de reír siempre, aunque haya tenido un mal día... Este chico es fantástico.

Me quedé varios minutos sentada en la cama, pensativa mientras miraba el atardecer. El ruido de una moto me hizo reaccionar y decidí darme una ducha, la ducha es el mejor sitio para pensar y reflexionar, o por lo menos para mí.

Estaba en la ducha pensativa, mientras gotas suaves de agua fresca recorrían mi cuerpo, eran un balsamo para mí, y más siendo verano, cuando de repente escuché un estruendo cerca, aunque no le tomé mucha importancia, pudo ser un simple portazo. Minutos después seguía relajada, sumergida en mis pensamientos, abrí los ojos y me pareció ver una sombra observandome junto a la puerta, me di tal susto que me escurrí y me caí en el suelo de la ducha. Me hice bastante daño, pero habilmente me levanté, me puse una toalla y salí bastante asustada de la ducha, pero la sombra ya había desaparecido. ¿¡Qué demonios era eso!? Con mi cuerpo completamente tembloroso llegué a mi habitación, me quedé de pie intentando asimilar lo que había pasado, cuando escuche un silbido a mi espalda, quise moverme, pero estaba paralizada por el miedo. Todo ocurrió muy rápido, noté como me tapó la boca y me tiró bruscamente a la cama. Lentamente me giré, ¿¡Pero quéé!? Era Alex, me estaba contemplando con un semblante serio, yo sin pensarlo le grité lo mas fuerte que pude.

-¿¡Pero qué demonios haces!? ¡Llevas días ausente, de repente te cuelas en mi casa sin avisar y me observas en la ducha, que me diste tal susto que por poco me desmayo!- Quise gritarlo más y pegarlo, pero de repente me acordé de que solo me cubría una toalla, avergonzada me giré.

El ni se inmutó ante las voces, solo se limitó a ponerme su chaqueta. Su mirada era extraña, penetrante y estremecedora, ese no era Alex... Parecía como poseído, poseído por la luna... ¡Ahora recuerdo! Los de su especie son vulnerables ante la luna y enloquecen cuando ésta aparece, es como cuando te pasas con el alcohol, no sabes bien lo que haces... por ello adapté un tono suave.

-Perdona, no debí gritarte así, pero, ¿Por qué lo hiciste?

-Te echaba de menos, quise visitarte, pero te pillé en un mal momento y decidí esperar, tranquila, no vi nada.

-Esta bien... Oye, al menos me podrás preparar una tila ¿No? Aún estoy nerviosa por el susto que me diste... Y así mientras me visto, si no lo encuentras me avisas, está cerca de las especias.

Eso pareció sorprenderle bastante, pero accedió. Yo mientras cogí el móvil, corrí al baño y cerré la puerta con el cerrojo cuidadosamente para que no lo oyera, rápidamente llamé a Javier.

-¡Aurora! ¿Qué haces? ¿No te dije que a estas horas era peligroso?

-¡Ayuda! Alex se coló en mi casa, está bastante afectado por la luna, temo que me pueda hacer daño.

-¡¿Quéé?! Dios mío... Voy para allá, no te muevas ¿Entendido?

Asentí y giré despacio la cabeza, temiendo lo peor. Tal y como me imaginaba, debajo de la puerta se veía su sombra, debió de oírme y ha estado todo el tiempo escuchándome, ahí sí que me quedé completamente paralizada, la casa estaba en silencio, solo se oía el tic-tac de los relojes y nuestras respiraciones, lo único que pensaba era en Javier, que llegara cuanto antes. Pensé que Alex huiría o algo por el estilo, pero en cambio se quedó quieto, como si lo esperara a él también... Al rato escuché pisadas, era Javier... Los escuché de hablar, aveces decían cosas incoherentes, pero se podía apreciar que Javier razonaba mejor. Entonces noté como alguien cayó al suelo, y seguidamente alguien que se chocó contra la puerta, habían comenzado a pelearse, me comenzó a entrar ansiedad, quería hacer algo, pero sería inútil. Temía por los dos, pero sobre todo por Javier, era más manso y débil que Alex...

Cada golpe que se daban, era como un martillazo en mi cabeza, no podía más, salí.

Nada más verlos me quedé boquiabierta, estaban muy heridos, sobre todo Javier... Apenas podía tenerse en pie, y mi casa estaba hecha un desastre. Me dio tal rabia por todo que grité con todas mis fuerzas a Alex:

-¡Vete! ¡¡Vete de una maldita vez!!

Éste dejó a Javier, me miró completamente serio y se fue tranquilamente. Yo le miré con odio y corrí hacia Javier.

-¿Estás bien?- Lo abracé con todas mis fuerzas y traje el botiquín para curarle algunas heridas.

-Tranquila, estoy bien, hemos tenido peleas peores... Y no te preocupes, ya me inyecté la sustancia, Alex se ve que también, pero aun así... ¿Te hizo algo ese sinvergüenza?

-No, tranquilo... Le pillé observándome cuando estaba en la ducha, le grité, pero ni se inmutó, estaba fuera de sí... Pero, una pregunta ¿Por qué tú estás más cuerdo que él?

-No lo sé, a él siempre le afectó más que a mí... Por cierto... ¿Qué haces con una toalla y su chaqueta?

Yo me puse colorada, le di la chaqueta de Alex para que se la devolviese, me encerré en mi cuarto y me cambié rápido.

-¿Sabías que con el pelo mojado estás aún más bonita?

Yo sonreí, pero rápidamente de me desvaneció la sonrisa. Tenía el cuerpo lleno de heridas y moratones y la ropa destrozada. Le acaricié cariñosamente la mejilla:

-Siento que estés así por mi culpa... ¿Qué dirá tu familia cuando te vean?

-¿Qué? ¡Tu no tienes la culpa de nada, es ese imbécil! Y no te preocupes por eso, se lo contaré todo, ellos me entenderán. Y.... ¿Y tu casa, qué? Está hecha un desastre, mañana pienso ir a ayudarte a arreglarla...

Ambos nos despedimos, cuando se fue, me eché sobre la cama exhausta, fue un día muy extraño, me costó asimilarlo. Esa noche me costó mucho conciliar el sueño, Alex ahora me aterraba, las ganas que tenía de ayudarlo se desvanecieron, ahora quería estar cuanto más lejos de él, mejor.

Mi novio es un hombre loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora