17: El insoportable Alex

3.3K 238 10
                                    

Pasaron las semanas y ya me encontraba a finales del del verano, en verdad se me estaba pasando realmente rápido. ¿Aveces no os da la sensación de que cada año se pasa más rápido que el anterior?

Veía casi todos los días a Javier, estábamos cada vez más unidos desde aquel incidente que... prefiero no recordar. En cambio a Alex apenas le veía, seguía igual que siempre y yo intentaba evitarlo a toda costa, cada vez me aterraba menos, ahora lo evitaba sobre todo por su personalidad... ¡No lo aguantaba! Ni aunque me pagaran por aquel entonces pasaría un día entero con él. Rozaba los límites de la arrogancia y el egocentrismo.

Un día decidí ir a visitar a mi abuela por la mañana, hacía tiempo que no la veía y la echaba de menos. Llamé al timbre y me dijo que esperara, que enseguida me abría. Entonces alguien me llamó por detrás.

-Auroraaa.

-Oh, mierda... ahora no Alex.

-He notado últimamente que me evitas, así que he decidido acorralarte en un momento así, ya no tienes salida, soy listo, ¿eh?

-Sí, vamos, listísimo... Ahora vete, que como te vea mi abuela y piense otra cosa...

Realmente ella se pondría feliz, siempre me insiste para que tenga novio porque en su época tener pareja y casarte joven te aseguraba la vida. Ojalá y algún día pueda presentarle a Javier.

-Algo como que soy tu novio ¿No? Pues... oye, me gusta la idea, creo que me quedo.

Y me dedicó una de esas sonrisas irresistibles y traviesas típicas suyas, con las que te derrites y a la vez te dan ganas de matarlo.

-¡Oye! Que va en serio ¡Vete!

-ey ey tranquila, me iré, pero con una condición.

-Haré lo que sea, ¡pero rápido!

-Bésame. -Me pide mientras pone morritos-

-¿¡Quéé!? Estás de broma ¿No? Ni loca. -aseguro cruzada de brazos.

-Bueno bueno... Pues en la mejilla, y ya no rebajo más.

Yo no paraba de mirar atrás por si venía mi abuela, cada segundo que pasaba lo odiaba más.

-Uff... Esta bien, lo haré, pero asegurame que te irás.

- -sonrie triunfante- Prometido.

Le di un beso en la mejilla rápido y se fue, al fin. Perdí mi orgullo, no fue plato de mi gusto, pero segundos después llegó mi abuela, si no le hubiera dado el beso aún estaría aquí, de la que me he libré.

Pasé toda la mañana hablando con mi abuela, me entretuve tanto que hasta se me había olvidado el encuentro con Alex, hasta que salí y me lo encontré en la cera de la misma calle sentado y fumando un cigarrillo.

-Pero... ¿¡Qué haces aquí!? ¿Llevas todo este tiempo esperándome?

-Todo esfuerzo recibe su recompensa... ¿No?

¿De verdad ha estado todo este tiempo sentado ahí por mí?

-Pero... uff, vete y dejame en paz.

-¡No me digas eso ahora! Te he estado esperando bastantes horas. -ríe- Percibo por el ruido de tus tripas que tienes hambre. Si quieres te invito a algo en un bar.

Instantáneamente me siento bastante avergonzada, odio que me suenen las tripas en público, además, hoy no había desayunado y tenía más hambre que nunca.

-Dime al menos una razón por la que debería comer contigo.

-Pues... que soy guapo y tengo dinero (?)

-Oh, por dios... mejor me voy ya a mi casa.

-Está bien... Si insistes, te acompañaré.

-No, ni de broma.

-Que sí, que sí... yo te acompaño, no insistas.

-Mira, haz lo que quieras, pero en silencio. -digo con resignación-

-¡A la orden, mi capitana! -exclama mientras se pone la mano derecha en la frente cual militar-

¿Por qué algunos chicos son tan idiotas? No cabe a mi entender, además, como me vea algún conocido con él, estoy perdida.

Justamente unos minutos después vi a unas antiguas compañeras de clase a las que odiaba con toda mi alma. Siempre se metían conmigo, me llamaban rarita por mi timidez y tener gustos diferentes a los de ellas. Ahí recordé que Alex era un chico muy popular y atractivo, para qué engañar. Ellas no sabían que estaba saliendo con Javier, por ello me decían que era una amargada y nunca tendría novio. Entonces tuve un impulso, le agarré de la mano, éste me miró raro, pero no dijo nada. Pasamos al lado de ellas, me fijé y me miraban con envidia, odio y confusión. Al alejarnos oí a unas de decir ¿Pero cómo es posible? Y otra chilló tan fuerte que se escuchó por toda la calle. Entonces los dos no pudimos evitarlo y nos reímos largo rato.

No obstante, me sentí una miserable. Antes me solía dar igual lo que pensaran de mí, y mi orgullo siempre estaba por delante, pero... ¿Ahora? No sé cómo pude caer tan bajo.

-Creo que sé por qué me cogiste de la mano... Qué interesada, huyes de mí pero ahora vas y me das la mano para que se piensen que estamos saliendo y darlas envidia. Sé que estoy bueno, pero no me gusta que me utilicen.

Y después de eso me sentí incluso peor aún. Dignidad tres mil metros bajo tierra.

-No sé que me pasó, fue un impulso, me han hecho tanto mal que sentí que debía de darlas envidia de alguna manera... No se lo digas a Javier, por favor... -le pedí con un tono suplicante-.

Me voy sintiendo peor por segundos, definitivamente no debí haber hecho eso.

-Tranquila, no sé lo diré, pero con una condición, dame otro beso en la mejilla, a modo despedida, porque ya hemos llegado a tu casa ¿No?

-Sí, esta es mi casa... Pero lo del beso ¡Ni lo sueñes! Bastante he tenido ya con el de antes ¿No?

-¿Hay alguien en tu casa ahora mismo?

-Emmm supongo que sí, ¿Por?

-¡¡Familia de Auroraaa, yo soy su nov...!!

Nerviosa le tapé la boca antes de que terminara la frase.

-¿¡Eres idiota!? ¡Aquí tienes tu dichoso beso!

Le besé rápido en la mejilla y me fui bastante malhumorada, pero, tuve que reconocer que no eramos tan diferentes, todos tenemos algo en común.

Mi novio es un hombre loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora