38: Visitas inesperadas

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Desde aquella tarde, procuraba siempre mirar a todos lados cuando caminaba sola por la calle, siempre trataba de no quedarme sola en casa etc... Estaba realmente aterrorizada.
El curso ya se terminaba y me encontraba en época de exámenes, por lo que apenas podía quedar con nadie, y como mis padres y mi hermano se suelen ir de casa por la tarde, me tenía que quedar casi a diario sola lo cual me encantaba y odiaba a la vez. El jueves, justo el último día que me quedaba para estudiar, estaba tan centrada en biología, que me olvidé completamente del peligro que podría correr, cuando de repente oí un ruido en mi terraza, como si hubiera llegado alguien, di un salto de la silla, estaba aterrorizada. Con miedo abrí la puerta de mi habitación y entré en la terraza, pero no había nadie. Suspiré aliviada, pero en verdad aún sentía que había alguien cerca. Aún un poco insegura, traté de concentrarme nuevamente en mis apuntes, cuando de repente alguien me abrazó por detrás y me susurró dulcemente: Te extraño, Aurorita.
Era Javier; mi reacción fue decirle: ¡Idiota! Y le abracé tan fuerte y tanto rato que entre la calor que hacía ya de por sí, acabamos ambos colorados y con más calor aún. Le invité a una limonada fresquita y ambos nos sentamos en mi cama.

-Vaya, no sabía que te alegrarías tanto de verme -dice sonriente- pero al principio casi me matas.

-Es por tu maldita costumbre de no entrar a mi casa como la gente normal -dije cruzada de brazos-

-Si en el fondo te gusta, tonta -sonríe adorablemente- sólo que nunca te habías asustado como hoy, es como si temieras que hubiera sido otra persona, ¿me equivoco?

No supe qué contestar hasta al cabo de unos segundos. Javier es alguien muy intuitivo.

-Javier... He de decirte algo, pero prometeme que no se lo dirás a nadie. -Dije mientras le cogía de las manos y miraba al suelo-.

-Aurora... Me estás preocupando, te lo prometo, ya sabes que puedes contar siempre conmigo.

Le miro fijamente a los ojos. Sé que debo contárselo.

-No puedo ocultarlo más, antes de decírtelo, quiero que sepas que...

Súbitamente suena el timbre de mi casa, y si digo que no me sentí algo aliviada, mentiría.

-Ahora vuelvo Javier, voy a ver quién es.

-Vale, pero vuelve pronto, que me dejaste con la curiosidad frutita -dijo tratando de disimular su seriedad-

-sonrío levemente- no tardaré.

Lo que menos me esperaba es que quien llamó fuera Edu.

-Edu, ¿Qué haces aquí? Está Javier...

No puedo evitar sentirme algo incómoda hablando con él. Pero algo me dice que debo darle una segunda oportunidad a nuestra amistad, ya que estoy convencida que se arrepiente enormemente.

-Disculpa Aurora, no lo sabía... Volveré otro día, pero antes he de decirte que tengas cuidado, ¿Vale?

-¿Por qué motivo? -Dije tratando de disimular lo que ya sabía más que de sobra-.

-Tú sólo ten cuidado, ¿Vale?

-Está bien... Pero así no me tranquilizas. Por cierto... Casi le confieso todo a Javier, ya que no puedo ocultárselo más, pero acabo de pensar que sería mejor consultartelo primero, ya que a saber como reaccionaría...

-¿¡Tú qué haces aquí!? -Dijo Javier algo furioso a lo alto de las escaleras- ¿Y qué es eso que me estáis ocultando?

Sus verdes y resplandecientes ojos comenzaron a tornarse de un color amarillento observando desafiante a Edu, mientras apretaba los puños. Hay que ver, con lo pacífico que es Javier siempre, y lo ectremadamente agresivo que se pone con los vampiros... ¿tanto se odian?

Mi novio es un hombre loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora