Los días pasaron. Era un día frío y lluvioso en el que las dos amigas con las que solía pasar el recreo, no habían asistido a clase, por lo que me quedé sola. Me senté en un banco, observando las grises nubes que se movían rápidamente por el feroz viento. Entonces oí unas pisadas; era él, el chico misterioso que estuve observando desde hace días. Se sentó a mi lado, sin decir palabra, acción que siendo sincera me sorprendió bastante, y ambos quedamos sumergidos por un profundo silencio, pero de esos silencios que son cómodos. Unos segundos después se giró y comenzó a observarme, esa mirada me congeló la sangre. Aparentemente parece un joven poco social que solo se centra en los estudios y poco más, por lo que me sorprende que se me acerque y me mire así de la nada, ¿acaso se percató de que le estuve observando desde la lejanía estos días? Si es así me moriría de la verguenza.
—Hola.
Al principio me quedo paralizada durante unos segundos, ¿en serio me acaba de hablar? y parece que lo ha dicho en un tono poco amigable. Definitivamente se ha percatado de mi curiosidad. Tierra tragame.
—H-hola... —me aventuro a responder.
—Últimamente me observas mucho, ¿Verdad? Debe ser que tengo algo interesante.
《ay, que me ha pillado, tierra tragame en este mismo instante te lo pido》
—Emmm no, quizás sea tu imaginación. —sugiero algo incómoda.
Por un momento planeo irme corriendo y escapar de aquella vergonzosa situación, pero justo cuando estoy por hacerlo, me responde.
—Era broma... —sonríe— Te vi sola y quise acompañarte, me llamo Eduardo, pero me suelen llamar Edu, ¿Y usted?
Súbitamente cambió, dejó de ser tan frío y adoptó un tono más amigable, que en cierto modo me calmó. Aunque a la vez me llamó la atención la manera tan educada y elegante que tiene de dirigirse hacia mí.
—Yo Aurora, unos me llaman Blancanieves, otros Au, otros Aurorita etc...
Reconozco que sigo algo incómoda, me cuesta aceptar que solo me ha hablado porque me ha visto sola. A la vez me sonrojé al decir 'Aurorita' porque en realidad solo me llama así Javier.
—Vaya... Menudos nombres que te ponen, ¿Y cómo prefieres que te llamen?
—Aurora, por algo me pusieron así mis padres, ¿No?
—Ríe— Sí, tienes razón. Y... Blancanieves ¿A qué viene?
Su risa hace que la incomodidad disminuya un poco. En verdad se ve como un chico simpático, a pesar de su semblante serio.
—Porque tengo la piel pálida y porque era mi princesa Disney favorita. Lo sé, mis amigos son muy poco originales a la hora de poner apodos.
—Sí, aquí servidor. —afirma señalandose a sí mismo—
Por un momento no comprendo a qué se refiere, hasta que finalmente me percato de que se refiere a su tono de piel, que es incluso más pálido que el mío. De hecho, hasta ahora no me había fijado en cuán pálida es su piel, nunca había visto a nadie así, ¿pero este chico no toma el sol?
Como no sé qué responder, acabo soltando la primera cosa que se me pasa por la cabeza.
—¿Y a ti no te llaman Blanconievos?
Me ruborizo instantáneamente al darme cuenta de la tremenda tontería que acabo de decir. Es de esas situaciones en las que merece más la pena callarse a abrir la boca. Me lo anoto mentalmente para la próxima, aunque es muy posible que se me olvide y acabe haciendo el ridículo como siempre.
Éste rió con ganas, pasó de ser un chico distante y frío a uno completamente normal y amigable.
—Hacía tiempo que no me reía tanto con alguien, de echo, suelo ser una persona seria y es difícil hacerme reír. Te mereces un premio.
—¡Ala! Me cuesta creerlo... No es necesario, hombre. —Respondo algo avergonzada.
—No aceptaré un no por respuesta, pero aún lo tengo que pensar. Por cierto, con lo divertida que eres, ¿Cómo es que hoy estás sola? Deberías de tener miles de amigos.
—¡Que va! Apenas tengo amigos, pero los valoro mucho, mejor tener pocos y verdaderos que muchos y falsos, ¿No crees? Además, aunque no lo parezca, soy muy tímida, sólo soy extrovertida con la gente a la que tengo confianza, como amigos, familiares etc...
—¿Eso significa que soy tu amigo?
Me resulta gracioso lo rápido que suelo hacer amigos en ciertas ocasiones, aunque esto sólo ocurre cuando me hablan a mí primero.
—Supongo... —afirmo sonriente— ¿Y tú? ¿No tienes amigos?
—Voy teniendo por épocas, unos se van, otros vienen, pero ningunos son para siempre.
—Hay algunos que sí son para siempre...
—No, ese no es mi caso, te lo aseguro —sonríe aunque con cierta tristeza en sus ojos—
Siento pena al instante, el pobre tiene pinta de haber tenido bastantes malas experiencias con amistades.
De repente cambió su estado amigable y adoptó de nuevo esa seriedad y frialdad que tenía al principio, parecía nostálgico, como si le hubiera dolido mucho pronunciar esas palabras.
El timbre sonó, el descanso terminó y las clases comenzaban de nuevo, así que tuvimos que despedirnos.
—Adiós Aurora, un placer conocerte.
—Adiós Edu, igualmente.
Ambos sonreímos y nos despedimos con dos besos en la mejilla.
En un sólo día pasó de ser un chico misterioso a un... amigo (?). Pero he de reconocer que aún me intrigaba, era obvio que algo ocultaba, algo que al recordarlo le hacía sumergirse en un mar de amargura y tristeza. ¿Qué será? Fuera lo que fuese, me gustaría averiguarlo algún día.
ESTÁS LEYENDO
Mi novio es un hombre lobo
Teen Fiction¿Cómo sería la reacción de una joven escéptica al descubrir que los seres ficticios existen? ¿Realmente los seres sobrenaturales son tan extraños y terribles como se muestra en las películas?¿A ti te ha pasado que tu vida es completamente normal y m...