capitulo 24

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A mediados de octubre cayo la primera nevada ligera. Los bosques adquirieron un aspecto maravilloso. Alejandro y mariana pasaban la mayoría de los días fascinados ante la idea de pintar al aire libre. Cuando entran en ese estado, aunque hagan el esfuerzo, a menudo olvidan las reuniones con los profesores de su hija y la última vez que la vieron en la hora de la comida. Podía parecer un poco solitario, pero por lo menos ahora tenía un piano en casa que me hacia compañía.

La máquina de chismes de la escuela estaba trabajando horas extras en la saga de Jorge blanco/Martina stoessel. Yo decidí que lo nuestro solo seria salir, Jorge tenía sus propios planes que incluían proteger a-Martina-y-ser-su-alma-gemela. Como me negué a discutir el tema él siguió con su trabajo

Mechi me dejo en la esquina de la casa. Estaba muy enojada por lo de Jorge y no me creyó cuando le explique que Jorge se había portado muy bien conmigo desde que decidió empezar desde cero

-no es el tipo de chico que te lleva a tu casa, te da un beso y se marcha – insistió

-bueno, en realidad, si –ya estaba empezando a molestarme con ella – es mucho más agradable de lo que parece – al menos, eso es lo que yo creía

-sí, porque quiere tenerte – apreté la mano en un puño y jale mi pelo: una alternativa para no gritar. Todo el mundo desde mis compañeros hasta los profesores pronosticaban que, mi relación con Jorge, habría de venir algún tipo de desastre. Todos le habían dado el papel de villano y a mí, el de la inocente damisela

-¿sola otra vez? – me grito la Sra. Hoffman cuando estaba a punto de llegar a casa

-supongo que si

-¿quieres venir un rato a mi casa? Hice brownies

-gracias, pero yo...eh...tengo tarea que hacer

-entonces te llevare algunos

-eso sería fantástico – había prendido a manejar a mi vecina nunca debía ir a su casa salvo si tenias por lo menos una hora libre ya que resultaba imposible salir de sus conversaciones. Cuando saque los libros de mi mochila la señora se había marchado, mascando uno de sus biscochos de chocolates subí a mi habitación

Martina ¿te encuentras bien? – después de semanas de resistirme, finalmente había tenido que aceptar que lo escuchaba dentro de mi cabeza

-¿Jorge? – Mire por la ventana, con la esperanza de ver su auto en la calle -¿Dónde estás?

- en casa ¿quieres venir?

-¿Cómo pudiste...? No, espera: ¿Cómo puede ser que estemos hablando así, a tanta distancia?

-simplemente podemos hacerlo ¿quieres venir? - La opción era estar sola en casa o enfrentar a su familia  - mama está en Denver. Ruggero está en alguna convención del joven Einstein del año. Estamos solo papa Xabi y yo

-está bien voy

mi alma gemelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora