Lo siguiente que recuerdo es estar saliendo del elevador del salón del hotel. Un pianista estaba sentado frente a su instrumento entonando una canción sobre gente necesitando gente. Pero yo no necesitaba a nadie. Quería dispararles, ¿no? Camine a paso firme hacia el casino, con el arma metida en mi espalda, bajo mi polera
-hey, es la dama de la suerte – George Mitchell tercero se abalanzó sobre mi
-¿Qué haces todavía aquí, George? – le pregunte
¿Se suponía que también debía matarlo? Sentí una gota de sudor correr por mi cara. La limpié
-solo me estaba despidiendo de las mesas. Te jure que no regresaría y soy un hombre de palabra
-eso es bueno, George. Será mejor que te vayas
- si ya me estoy preparando y me voy – me hizo un saludo con el sombrero entonces noto mi cara – no luces muy bien cariño
-me siento algo extraña
-ve a recostarte. Quítate el peso de encima. ¿Quieres que busque a alguien por ti?
Me frote la frente. Quiera a alguien. A Jorge. El estaba cerca
-¿a tus padres?
Artistas. Arte. No sabías que comprendías el arte. Viejos maestros. Capas. Eran importantes pero no podía recordad por qué. Las imágenes se movían en mi cabeza como si el viento desplazara las hojas en una de mis novelas graficas, abriendo paginas al azar
-estoy bien. Iré a mi habitación en un momento
-haz eso cariño. Fue un placer conocerte
-y a ti George
Se dio la vuelta, alejándose a paso relajado
Dispárale
¡No!
Saca el arma y dispárale
Mi mano se deslizo alrededor del arma en mi cintura, mis dedos tocaron el arma llevándola más cerca. Entonces alguien grito. María Kelly corrió hacia el guardia de seguridad y me apunto
-ella tiene un arma – grito
Mire hacia mi mano. Tenía una. Se suponía que corriera y la dispara a lazar
Hazlo
Viejos maestros. Falsos recuerdos. Rasgar mas profundo
El guardia de seguridad toco la alarma. Me quede indecisa en medio del casino mientras los jugadores correen en busca de refugio. Una maquina tragamonedas emitía el pago por un juego ganado a un asiento vacio
-cielos cariño, no querrás disparar esa cosa – grito George desde un seguro lugar al otro lado de una mesa de pinball
Mi cerebro me gritaba que actuara. No pude contenerme, eleve la punta hacia el techo y apreté el gatillo. La caída fue impresionante, raspándome la muñeca. El candelabro se hizo añicos. ¿Cómo pude hacer eso? Estaba atrapada en una pesadilla en la que mi cuerpo y mi cerebro ya no estaban bajo mi control.
Así, ahora apunta a la gente
No, no estaba mal. Odiaba las armas. Mire hacia abajo, a la enorme cosa enorme en mi mano como si fuera un tumor maligno quise tirarla, pero mi mente me ordenaba que comenzara a disparar.
Entonces, saliendo ruidosamente de entre los pisos superiores del hotel, el FBI entro en el casino, haciendo a un lado a los de seguridad. Debo haber lucido extraña, de pie en medio de un piso vacío, rodeada de cartas y fichas desparramadas, con una ruleta sonando, pero sin hacer ningún esfuerzo por defenderme.
-¡Martina, tira el arma! – Grito Facu – no quieres hacer esto. Esa no eres tú
Trate de soltarla pero mis dedos no cedían, mi cerebro haciendo caso omiso del comando
Gira el arma hacia ti misma. Di que te mataras si se acercan más – las palabras de Daniel Kelly llevaron el cañón bajo mi oído
-no se acerquen mas – dije con voz temblorosa
Hubo un grito a mi izquierda. Los guardias estaban conteniendo a mis padres, mientras intentaban alcanzarme.
-¡¿Tini, que estás haciendo?! – grito Mariana, con su cara pálida
-vamos cariño, baja el arma. Necesitas ayuda. Nadie ha salido herido... te conseguiremos ayuda – dijo Alejandro desesperado
De alguna manera sus palabras no lograron penetrar. Eran más poderosos los susurros de que debía acabar con todo, castigar a los blanco por usarme
-manténgase atrás... nadie se acerque más – mi dedo se aferro más al gatillo. Parecía no existir otra salida.
Entonces Jorge apareció desde atrás de Víctor, sacando a su hermano de un empujón cuando intento detenerlo
-ella no me disparara – dijo calmadamente, aunque sus colores resplandecían de un rojo a causa de la furia
¿Estaba él enojado conmigo? ¿No había hecho nada, no?
No, no estaba enojado conmigo. Con alguien más. Con los Kelly.
Jorge vino hacia mí – Tini, es la segunda vez que me pongo delante de un arma por ti. Realmente tenemos que dejar de encontrarnos de esta forma.
¿Se estaba riendo de mi? ¿Estaba amenazando con suicidarme y él hacia bromas? Este no era el libreto. Se suponía que la gente corriera aterrorizada. Se suponía que tenía que morir bajo una lluvia de balas.
-no deberías estar aquí, Jorge – repuse. Anhelando algo real a lo cual aferrarme en medio de toda esta locura, absorbí tosa su presencia: los hombros anchos, las líneas fuertes de su rostro, la profundidad de sus ojos verdes avellano
-Tini tienes que entender que, ahora que te encontré no me voy a marchar. En el fondo tu tampoco lo quieres. Las almas gemelas no se lastiman mutuamente, porque eso sería como lastimarse a uno mismo.
-¿almas gemelas? – repetí...
ahhhh... penultimo capitulo

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mi alma gemela
Romanscuando martina ve por primera vez a jorge, el supuesto chico malo de la escuela ya no puede quitarselo de la cabeza. el le habla por sus pensamientos puede leer su mente. las sombras de su pasado la atormentan y un nuevo mal amenaza su futuro ella d...