capitulo 50

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-me está hablando dentro de la cabeza. Dile que no lo haga – apreté los puños en mis sienes – me duele

-señor blanco, creo que es mejor que se retire. Esta alterándola

Con los ojos llenos de lágrimas, voltee la vista

-yo los mate ¿verdad? – exclame

-no, Martina, tú no eres responsable de la muerte de esos dos hombres

-¿Jorge y Xabi están muertos?

Farstein le echo una mirada inquieta a mama

No – repuso lentamente – los que murieron fueron los dos hombres que vigilaban el deposito

-Gator y O'Halloran – repetí al recordarlos – el savant

-¿el qué?

Cuál de ellos, Martina – dijo facu

-¡aléjate de mí! – Me cubrí la cabeza con la manta – sal de mi cabeza

Peter lanzó un suspiro y cerro el anotador

-veo que no estamos avanzando. Dejaremos que descanse. Agente blanco quiero hablar unas palabras con usted

-en el pasillo – dijo facu – quédate tranquila, Martina, ya recordaras todo

Cuando los dos hombres se fueron baje la manta y encontré a mariana que me observaba con ojos atemorizados

-me estoy volviendo loca ¿no? – Pregunte – no puedo recordar... y lo que recuerdo no me parece correcto

Paso el pulgar en mis nudillos

-no estás loca. Te estás recuperando de una situación difícil. Eso lleva tiempo. Creemos que las personas que te hayan hecho esto murieron en el tiroteo. La policía está tratando de atar los clavos sueltos

Ojala alguien atara los clavos sueltos de mi cerebro. Mis recuerdos eran como banderas rasgadas y azotadas por el viento de un barco abandonado, sin dirección y sin ancla. Si Jorge y Xabi no me habían secuestrado ¿Por qué razón pensaba yo que lo habían hecho?

El día de acción de gracias vino y se fue, el pavo de la cena del hospital, el único indicio de la celebración. Mi mente seguía confusa, me sentía como una playa después de un maremoto, sentía una gran corriente de emociones dentro de mí pero lograba distinguir lo falso de lo real

Para la policía de las vegas Jorge y su hermano habían quedado fuera de toda sospecha. ¿Entonces por qué los había acusado? Me carcomía la culpa por haberlos metido en todo esto y tan solo verlos me producía mucha vergüenza. Les hice prometer a mis padres que no los dejarían entrar: no podía enfrentarlos. Sin embargo no podía impedir que Facu viniera varias veces con el teniente Lanzani para ver si recordaba algo más. Le pedí disculpas a ambos por haberme confundido

-pesadillas, Martina, eso es lo que son – sentencio Peter en tono practico – has pasado por una experiencia terrible y tu mente se confundió

El era muy gentil pero me di cuenta de que, en su investigación, descarto mi relato como prácticamente inservible. Todos estaban de acuerdo en que me habían secuestrado pero nadie podía probar que hubiera más personas involucradas, además de los dos hombres del depósito. Yo era un personaje clave pero no estaba dispuesta a abrir ninguna puerta para ellos

En su última visita Peter me trajo un mazo de cartas y un ramo de flores

-aquí tienes, Martina, espero que esto te haga sentir mejor – abrió la caja, saco las cartas y barajo – imagine que deberías estar terriblemente aburrida. Para la mayoría de la gente, esta ciudad es maravillosa, lamento que lo hayas pasado tan mal entre nosotros – corto y repartió

Facu se había quedado atrás y nos observaba desde la puerta

-Lanzani, ¿no estará corrompiendo a la chica?

-no puede irse de las vegas sin probar suerte

-no conozco muchos juegos – admití

-entonces jugaremos al burro

-¿si gano?

-te quedas con las flores

-¿y si pierdo?

-también te quedas con las flores pero tienes que darme una para el ojal

Peter de marcho con un clavel prendido en la solapa. Víctor no se fue. Por un instante, miro por la ventana con evidente inquietud

-Martina, ¿Por qué no quieres ver a Jorge?



mi alma gemelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora