capitulo 27

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Me condujo a lo largo del curso de un arroyito que iba a dar al rio Eyrie. Jorge llevaba botas, pero mi calzado de lona resbalaba sobre las piedras y me tropezaba constantemente

Sujétate de mi chaqueta – me dijo – ya falta poco

El arroyo se fue volviendo más profundo. Aparecimos delante de la casa en la pendiente cubierta de hierba

-¿percibes algo? – pregunto Jorge

-no. ¿Y tú?

-no veo nada. Hagamos una carrera hasta la casa – me dio un apretón en el brazo – voy a contar hasta tres. ¡Uno... dos...tres! – Salí disparada a campo abierto y cruce la puerta de entrada. Escuche la cerradura cerrarse atrás de mí sin que Jorge la tocara

-¿tu padre y Xabi se encuentras bien? – pregunte. Durante algunos segundos, se mostro distante: estaba comprobando el estado del resto de la familia.

-estas bien pero perdieron a los cazadores. Tenías razón: eran dos. Dejaron e pueblo en un vehículo todoterreno. Papa dijo que nos quedemos acá hasta que vuelva. Déjame revisarte el ojo.

Jorge e llevo hasta el baño y me hizo sentarme en el borde de la tina. Mientras buscaba el maletín de primeros auxilios me di cuenta de que él estaba temblando

-está todo bien – lo tranquilice apoyando la mano en su brazo

-no, no está todo bien - abrió con fuerza un paquete de algodón y las bolitas se esparcieron por el baño – se supone que deberíamos estar a salvo aquí – el temblor se debía mas a la furia que a la conmoción

-¿y por qué no habrían de estar a salvo? ¿Qué está ocurriendo, Jorge? No pareces realmente sorprendido de que alguien quisiera dispararte – lanzo una risa forzada

-lamentablemente, Martina, todo esto tiene una terrible explicación – enjuago una toallita y la coloco sobre mi ojo. El frio alivio un poco el dolor – sostén esto aquí – luego limpio los cortes y raspones con el algodón – comprendo que desees saber lo que está pasando, pero es mejor para ti y para nosotros que no lo sepas

-¿Y se supone que deba conformarme con eso? ¿Salgo a pasear contigo, nos disparan y no debo preguntarte la razón? Puedo aceptar lo de los limones y todo pero esto es diferente, casi te matan

-se que estas enojada conmigo

-¡no estoy enojada contigo! ¡Estoy enojada con quienes intentaron matarnos! ¿Le avisaste a la policía?

-si papa se está ocupando de eso. Ya van a llegar. Es probable que quieran hablar contigo – aparto la toalla de mi ojo – ¿Qué te pareció nuestra primera cita? Te deje el ojo negro

-¿esto era una cita? ¿Me invitaste a salir y no me di cuenta?

-si bueno no muchos chicos llevan a sus chicas a cazar patos y las usan a ellas como blancos. No puedes negar que tengo estilo

-¿eso era una cita? – repetí. Me tomo entre sus brazos y apoyo mi cabeza en su pecho

-era una cita. Trataba de logar que te acostumbraras a mí dentro de mi hábitat natural. Ya se me ocurrirá algo mejor para la segunda vez, te lo prometo

-¿Qué? ¿Combate de gladiadores?

-esa sí que es una buena idea – me acaricio el pelo – gracias por mantener la calma allá arriba

-gracias por alegarme de ahi

mi alma gemelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora