capitulo 47 parte 2

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Con aspecto arrepentido Gator me ato las piernas y me dejo sentada en el centro del depósito vacio

-haz lo que te digo y todo terminara pronto – explico me acomodaba el pelo detrás de la oreja

A pesar de tener la ropa de esquí, estaba temblando. Mi cuerpo actuaba como si estuviera afiebrado. Todo era raro. Gator se ubico a mis espaldas detrás de una montaña de cajas y escuché que revisaba el tambor del arma

¿Estaba ahí para defenderme? no podía recordarlo. Ni siquiera estaba segura de quien era. ¿Qué me pasaba? Mi cerebro parecía hecho de algodón

Después de lo que pareció ser un siglo, se oyeron unos ruidos en el otro extremo y la puerta corrediza se abrió unos centímetros.

-somos nosotros. Vinimos solos como pidieron – era Xabiani Blanco: mi enemigo

-¿Qué han hecho con tini? ¿Se encuentra bien? – pregunto su hermano Jorge. Yo lo conocía, ¿no? Claro que sí. Era mi novio. Decía que me amaba

No te ama... está jugando contigo. Las palabras flotaron en mi mente pero no pude recordar por qué pensaba así

Me quede callada, las rodillas contra el pecho

¿Martina? ¡Contéstame por favor! Me estoy volviendo loco. Dime que estas bien

Jorge también estaba en mi cabeza. No tenia donde esconderme. Sin poder contenerme, lance un gemido

-¡Xabi es ella! Esta herida

Xabi lo detuvo

-es una trampa, Jorge. Haremos las cosas como acordamos

Todavía no estaban a la vista

-dígannos que quieren a cambio de Martina y lo tendrán – grito Jorge con voz vacilante

Nada de esto tenía sentido. Yo los había matado. ¿Por qué estaban ahí? ¿Por qué tenía que revivir esa pesadilla?

-salgan donde yo pueda verlos y se los diré – exclamo Gator

-no somos estúpidos. No nos moveremos de acá

-si no salen con las manos en alto, le meteré una bala a su amiguita

Las cosas no habían sido así. Había luchado con Jorge, tomando la pistola y matando a los dos blanco. Lo había visto estaba dentro de mi cerebro

-¿Jorge? – mi voz sonó débil

-¿tini? Ten calma, nena, vamos a rescatarte de aquí

Mal todo estaba mal. Mi memoria parecía una historieta a la que le había arrancado los cuadros principales. Los blancos me habían herido... claro que sí. Me habían encerrados durante horas en la cajuela de su auto

-¡váyanse de aquí! – proferí con dificultad. Percibí movimiento en el otro extremo. Los dedos de alguien que emergían de atrás de un contenedor, donde había estado escondido. Era Jorge

En mi mente hubo una explosión de emociones opuestas e imágenes de odio, de amor, alegría y de tormento. De pronto, los colores del depósito perdieron la palidez y se trasformaron en una compleja gama de múltiples tonalidades

Los ojos de Jorge se clavaron en los míos



mi alma gemelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora