capitulo 41

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Los esquís sobre los hombros, caminando con dificultad hasta la fila de los medios de elevación. Los ojos de Xabi se mostraron sorprendidos al verme y le lanzo a Mechi una mirada de pánico

-mi querida Martina, ¿no crees que es un poco pronto como para lanzarte desde arriba?

-no siento que este es el momento justo – conteste conteniendo las ganas de reír

-Mechi tienes que disuadirla, podría matarse

-tranquilízate, Xabi. Ella cree que posee un talento oculto

-Martina no voy a venderte un ticket – aseguro colocando la mano encima del talonario

-por el amor de dios Xabi. No soy estúpida. Solo voy a pasear. Mechi es la que descenderá esquiando

-meno mal – rio aliviado – entonces puedes subir. Pero por las dudas, yo me encargare de cuidarte los esquís

La vista era espectacular, por algunos segundos pasamos por encima de la casa de los blanco y luego continuamos el acenso, rozando las puntas de los abetos hasta que ellos también desaparecieron. Diez minutos después descendimos en la cima. Jorge estaba ocupado acomodando a la gente en la cabina para descender había unos cuantos excursionistas como yo, por lo tanto no le tomaría mucho tiempo

-tomate un café – sugirió Mechi

-de acuerdo que te diviertas

Coloco las botas de los esquís y se impulso hacia abajo

-un café con leche y una rosquilla, por favor – pedí al hombre de semblante enrojecido que atendía el lugar

-¿no esquías cariño? – pregunto alzándome el pastelito en una bolsa blanca

-es la primera vez que esquió y soy muy mala

-yo también – comento echándose a reír – es por eso que me dedico a vender café

-¿Cuánto es?

-la casa invita. Es para festejar tu primera experiencia como esquiadora

-gracias

Jorge apareció corriendo a mis espaldas, me alzo por la cintura y me levanto por el aire, lo cual me hizo soltar un chillido

-¿Cómo te está yendo con los esquís?

-soy malísima

-si eso pensé - me hiso dar una vuelta – tengo solo un minuto hasta que llegue la próxima cabina, lo suficiente como para robarte un mordisco de lo que llevas ahí adentro

-¿esta es tu chica, Jorge? – pregunto el vendedor

-sí, José

-¿Por qué será que las mejores siempre tienen novio? Bueno, Es una pena – con un giño de ojo me extendió un vaso descartable

Jorge me llevo a la estación del teleférico. Estudie el rostro de Jorge mientras revisaba el panel de control y luego observe el ancho de sus hombros al estirarse para ajustar algo en la pantalla y los músculos de sus brazos al flexionarlos

En mí escuela anterior, no entendía por qué mis amigas se pasaban tanto tiempo admirando a los chicos. Ahora me uní al grupo con gran decisión ¿acaso este chico tan divino era mío? Era difícil creer que había sido tan afortunada



mi alma gemelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora