Capitulo 13

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Emiliana:

Volvíamos a mi departamento en silencio, extrañamente la presencia de Alan me tranquilizaba, me hacía sentir segura y aquello me asustaba, amaba sentirme así pero no era nada seguro y sentía que parte de mi se podía apagar cuando él se aleje.

Los recuerdos de aquel llamado llegaron otra vez a mi mente.

El jueves a la tarde estaba en mi departamento mirando la televisión cuando mi móvil sonó.

—Hola.

—Hola Emiliana—me sorprendí al escucharla, ella nunca me llamaba.

—Madre ¿Cómo estas?

—Muy bien, te llamaba para darte una gran noticia.

Si yo también estoy bien, gracias por preguntar. Iba a decirle hasta que note algo extraño en voz, aquello era ¿Alegría? ¿Emoción?

Pronto mi cuerpo se tenso. No podía ser, ella era mi madre, la persona que debía amarme y cuidarme no podía hacerme eso.

—Y es...—dije intentando sonar igual de segura que hace unos segundos atrás.

—Nicolas esta libre.

Me quede helada mientras el miedo recorría cada célula de mi cuerpo.
Sentí que mis ojos se llenaban de lágrimas pero no dejé que salgan.

Me convencí que ella diría algo negativo respecto a su pronta liberación, me convencí que ella me daría consejos amorosos de cuidado.
Me convencí que por un momento seria la madre que tanto necesitaba.

Respire hondo y trate de que mi voz no suene débil.

—Y la gran noticia es...

—¿Eres sorda?

¿Como explicar el dolor que se siente cuando tu madre te traiciona, te humilla y te hace la vida imposible cada vez que puede?

No hay palabras para eso, solo un gran dolor en el pecho, es un dolor físico incomparable que parece imposible de curar.

—No puedo creer que tú me hagas esto ¿Me llamas para decirme que esta libre y te olvidas todo lo que me hizo?

—Emiliana basta, tú habrás hecho algo. Un hombre como Nicolás no actúa así por nada, hazte cargo de tus actos y pidele perdón.

Sentía correr la adrenalina, así como la ira por cada vena de mi cuerpo.

—¡¿Me éstas hablando jodidamente en serio?! ¡¿Pedirle perdón a él?! ¡Estas loca! ¡Eres una maldita enferma igual que él!

—¡A mi me deja de gritar y me trata con respeto señorita!—respiré intentando calmarme —Llame para informarte antes de que te enteres por otro lado y me creas mala madre por no haberte contado—dijo y finalizó la llamada.

Tire el móvil sobre la cama mientras dejaba que la angustia salga de mi cuerpo, lloré, grite, tiré cosas, no me importo estaba sola, nadie escuchaba mi dolor, nadie me acompañaba, nadie sabía las heridas que tenía, nadie sabia cuando aún dolía.

Esa noche apenas dormí, no podía. Cada vez que cerraba los ojos los recuerdos me atormentaban.
Insultos llegaban a mi cabeza, los recuerdos de los dolores que casi podía volver a sentir en cada parte de mi cuerpo.

Y el peor sueño que jamás había sufrido, me veía a mi misma acostada sobre el pasto, una risa dulce llenaba mis oídos y al girar un pequeño bebe se encontraba a mi lado. Pero aquel bebe no estaba del todo formado y era muy pequeño, al tomarlo en mis manos la realidad se mostraba frente a mi. Ahí estaba para yo en una sala de hospital gritando del horror mientras mi cuerpo goteaba sangre.

Eres MiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora