Capítulo 39

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Emiliana

Termine de colocar el rímel y sonreí.

Prácticamente estaba lista, solo el cierre de mi vestido esperaba ser alzado.
Camine hasta la cocina colocando mi cabello hacia un lado, justo oí la voz de Alan.

—Cielo tenemos que salir...—dejó de hablar cuando me vio—estas preciosa.

Sonreí, cuando me miraba de aquella manera lograba encender cada parte de mi.

Se acerco despacio y acaricio mi mejilla.

—Necesito ayuda con esto—me di vuelta y señale el cierre—¿puedes?

Su dedo recorrió por lo largo de mi espalda, su toque parecía quemar mi piel. Luego sentí sus labios recorriendo mi espalda, me besaba con suavidad, dejando pequeños mordisco que me hacían suspirar.

Se alejó y sentí el ruido de aquel cierre subir.

—¿En verdad tenemos que irnos?

Yo tampoco tenía ganas, en ese momento de salir, sin embargo debíamos.

—Matias nos matará.

—Entonces salgamos antes de que cambie de idea.

Me acerque y tome su rostro para besarlo. Sus manos rápidamente se posaron en mi culo, apretándolo, acercándome más a él. Mis manos estaban en su cabello, guiando aquel beso desenfrenado, lleno de deseo.

—Seré rápido—susurro en mis labios y reí.

—No quiero que seas rápido—me aleje de él—vamos.

Tome mi cartera y fui al baño donde corregí mi escaso maquillaje.

Nuestra relación había cambiado, desde aquella vez que habíamos estado distanciados. De alguna manera sincerarme había hecho que disfrute mi vida sexual mucho más. Y lo entendía, no había secretos que esconder, no le mentía, el sabía todo de mi y me aceptaba. No había un sentimiento más hermoso que eso.

Alan por su parte estaba eufórico, la parte que en siempre tuvo contenida, por priorizar mi tiempo y espacio, salio a flote, e incluso parecía otra persona en ciertos momentos. Y me encantaba, saber que lo enloquecía y me deseaba de aquella manera me daba una seguridad increíble.

Ambos parecíamos pólvora, listos para explotar en todo momento.

Termine de aplicar el lápiz labial y cuando abrí la puerta el estaba ahí parado esperándome.

—El auto esta abajo.

—Genial.

El viaje en auto fue silencioso, tenso, el ambiente había cambiado drásticamente.

Mi mirada se perdió por la ventana, aunque realmente no estaba prestando atención a nada.

Sólo son un par de horas, tu puedes. Me repetía una y otra vez.

—No tenemos que hacer esto si no quieres.

Mi mirada se desvío hasta la de él, sus ojos azules protegidos por el vidrio de los lentes me miraban fijo.

Acaricie si rostro, era tan hermoso.

—Quiero estar en el casamiento de mi amigo.

—¿Sabes que no te dejaré en ningún momento?

—Pues tendrás, estarán mís amigos quiero estar con ellos.

—Sabes a lo que me refiero.

Lo sabía pero no quería profundizar en ello.
La presencia de Anabell todavía flotaba sobre nosotros, me incomodaba. Comprendía que ella era pasado, pero no soportaba la idea de que entre ellos albergue una posibilidad de ser amigos, en futuro. No podría verlos juntos sin recordar que se acostaron incontables veces, sería demasiado para mi.
Y hoy sería la prueba de fuego, estaría allí, después de todo era la hermana del novio.

Eres MiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora