Capítulo 9

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Emiliana

El sonido de mi móvil, penetraba en mi cabeza entre sueños.
Intenté moverme para tomarlo, pero no podía unos brazos estaban aferrados a mi cuerpo y pronto fui consciente del calor que desprendía aquel cuerpo pegado al mio.

Suspire mientras abría los ojos, mi habitación se encontraba a oscuras, y solo el sonido de las respiraciones rompía con el silencio.

El sonido de la alarma de mi celular comenzó a sonar otra vez.

—Emi apaga eso—dijo mientras se tapaba la cara con la almohada.

—Val, sigues viva—le dije riendo.

Me levante de la cama y estire mi cuerpo, sentía el cansancio en cada músculo.

Tome mi móvil y suspire mientras desactivaba las alarmas, eran las diez y media de la mañana. Apenas había dormido.

—¿Donde vas?—preguntó Val sentándose—¡carajo! Me duele la cabeza.

—Tengo un almuerzo con Alan.

—Muy bien—dijo mientras se volvía acostar bostezando—¿Puedo quedarme aquí?

—Claro, duerme. Cuando te levantes en el cajón hay parecetamol.

Tome mi ropa interior, un jean negro con una camisa suelta celeste.
Camine despacio hasta el baño pero un sonido en la pequeña sala de estar me distrajo.
Al llegar sonreí al ver a Sasha en el piso durmiendo, reí al darme cuenta que aquel ruido fue debido a que se había caído del sillón.
Tomé la manta y se la tiré encima, por alguna razón esta zona era la más fría del departamento.

Volví al baño y me desvestí mientras esperaba que se el agua salga caliente.
Una vez que la temperatura estaba a mi gusto-mucho más caliente que fría- entre a la ducha y me relaje mientras el agua corría por lo cuerpo.

Amaba el agua, por alguna razón parecía que me relajaba, me calmaba.

Al salir de la ducha me seque el cuerpo y a medida que me vestía mis nervios aumentaban.

Había pasado tiempo desde que estuve en algún tipo de "cita", solo la había tenido una vez y las cosas no terminaron bien para mi.

<No terminaron bien para mi> pensé con ironía, era una forma bastante sutil de hablar de mi relación con Nicolás.

Solo pensar en él hacía que mi cuerpo se ponga en tensión.

Luego de eso no me relacione con ningún hombre hasta ahora, Alan tenía algo en su persona que me transmitía paz, sus ojos me hacían sentir extrañamente segura.

Aferrándome a eso que sentía aleje cualquier pensamiento que pudiera dañarme y termine de cambiarme.

Para las doce me encontraba caminando por la calle indicada, parte de mi se alegraba por haber llegado a tiempo, la otra se recriminaba por no haber pedido el nombre del lugar, pues había dos pizzerías allí.

Me quede parada, debatiendo a cuál entrar primera, cuando vi a una figura, ya conocida, asomarse a la puerta.

Mi corazón se agitó y mi estómago dio un vuelco al verlo arreglado, esperando por mi.

A paso lento, ignorando el leve temblor de mis piernas, y aparentando una seguridad que no tenía, me acerque a él.

Sus ojos me vieron y una gran sonrisa se extendió por su rostro.
En ese momento supe que podría estar todo el día mirando como me sonreía.

—Hola—dije cuando estaba junto a él.

—Emi, buenos días—me respondió y me dio un beso en la mejilla—recordé que no te había dicho el nombre del lugar y salí a esperarte.

Eres MiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora