Capítulo 36

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Emiliana

¿Cuántas veces se puede romper el alma?

Cada parte de mi cuerpo dolia en un nivel que nunca podría creer.

Los recuerdos de un pasado dolía, fui una ilusa al pensar que podía simplemente enterrarlos, seguir con mi vida. Llorar no aliviaba, parecía ser insuficiente.

-Emi, hija.

Los brazos de mi padre me abrazaban fuerte, parecian querer unir cada parte de mi.
Lo podia sentir llorando pero estaba tan perdida en mis sentimientos que ignore aquello.

Aquel día de repetía una y otra vez en mi cabeza.

La cama era incómoda y tenía frio. Intenté buscar una manta pero el dolor no me dejaba mover.
Mi cuerpo pesaba, mis ojos no podían abrirse y mi garganta estaba seca.

-Yo te ayudo cielo.

Reconocería aquella voz en cualquiera lugar ¿Que hacía mi padre aca? Intente abrir los ojos pero no podia, sentía la falta de aire debido a la desesperación que sentía en aquel monumento.

No veía.

-No veo, no veo.

-Tranquilizate hija-su tono de voz transmitió una gran tristezas, jamás había escuchado algo igual en él-estas en el hospital.

Su mano tomo la mia y la apreto suavemente.

-Tus ojos estan hinchados, en pocos dias podras abrirlos.

-¿Como llegue aquí?

-Los padres de Nicolás te encontraron cielo.

-¿El?

-Nicolás esta preso.

Sentí que mi cuerpo se relajaba ante eso. Pronto las imágenes llenaron mi cabeza y llore por todo lo que me había hecho.

-Jamás me perdonare por no darme cuenta. Veo casos todos los dias ¿Como no vi lo que sufría mi hija?

Mi llanto se hizo más fuerte pero una puntada en el vientre hizo que me quedará sin aire del dolor.

-¿Emi? ¿Que sucede?

-Me duele-jadee mientras presionaba la zona con mi mano-me duele.

Sentí una pequeña venda a través de la bata y aquello me alertó. Intenté buscar en mi cabeza algún episodio donde mi vientre sea lastimado pero por más que me esforzaba no recordara.

-¿Por que...?

-Debes descansar ahora-la tensión de su voz me alerto la gravedad del asunto.

-Papá por favor dime...

Lo escuché suspirar y pronto con la voz ahogada del dolor me dijo aquello que rompió conmigo.

-Lo siento hija, perdiste a tu bebé.

Sentí que todo el mundo se detuvo como mi respiración, y mi mente.

-¿Mi bebé?

Un bebé... Yo tenía una vida dentro de mi.

-Tu... ¿Tú no...?-lo escuché gemir del dolor-lo siento hija de verdad. Estabas embarazada de nueve semanas, yo pense que lo sabías por el tiempo de gestación. Perdon hija.

-¿El no...?

-No sobrevivió a los golpes cielo.

El grito que salió de mi garganta me estremeció, no sabía que un cuerpo podía manifestar de esa manera el dolor.

Eres MiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora