Capítulo 38

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Alan

Acaricié la espalda desnuda otra vez de Emi. La sábana color negra hacía resaltar el hermoso color de su piel, aún tenía un leve color rojizo en su piel debido a la excitación.
Era increíble estar otra vez juntos a ella, la había extrañado y necesitado en partes iguales.

Corrí el cabello a un lado y besé suavemente su hombro, jamás me cansaría de sentir el calor de su piel en mis labios.

El sol ya había salido y varios murmullos se escuchaban en el departamento. No quería levantarme, solo deseaba quedarme juntó a ella. Despertarla a besos, hacerle el amor otra vez, quedarnos en la cama haciendo nada, disfrutando de nuestra compañía.
Sin embargo Emi me ocultaba algo, y quería saber que era, que la mantuvo alejada de mi.

Me levante y vi a Emi quedar de espalda y suspire. Sus pechos estaban al aire tentandome. No pude evitarlo, tampoco luche contra la tentación. Acerqué mi boca y tome su pezón en mi boca.

Podría vivir así.

Su mano tomo mi cabello perezosamente y un suspiro, por un segundo estuve a punto de subirme a su cuerpo y tomarla, pero su respiración se volvió perezosa y su mano cayó. Se había dormido otra vez.

Me vestí sin dejar de observarla, la amaba, mucho.

Tome una manta y la tape, no quería que nadie más la vea desnuda. Aquella perfección solo tenia que ser para mis ojos. Sobre ella tenía una necesidad de posesión que no había sentido nunca.

—Buen dia—salude cuando llegue a la sala.

Todos murmuraron una respuesta.
Sonreí al ver sus caras de cansados.
Val todavía dormía en el suelo.

—¿Emi duerme?—preguntó Sasha con una sonrisa sugerente.

—Seguro que si—dijo Tylor—mira como brillan esos ojos.

Negué con la cabeza, jamás expondría nuestra intimidad. Podría hablar del tema siempre que ella este presente, hacerlo de esta manera se sentía traicionarla, además de hacerme parecer un idiota.

—Me iré.

—Nosotros tambien—dijo Nahuel—necesito descansar en mi cama.

Salimos del departamento en silencio, todos estabamos con sueño y cansados.

Cada uno se fue a su casa, sin ningún plan mas que dormir, sin promesas de vernos a la noche o salir.

Necesito saber que sucede, no puedo seguir asi. Confía en mi.

Guarde mi smartphone después de mandarle un mensaje. Necesitaba que me diga.

—Hola cielo—mi madre me recibió con un abrazo—¿Como esta Emi?

—Hola madre. Ella esta bien. Me acostaré un rato, si necesitas algo...—el sonido del timbre nos interrumpió al igual que el grito de mi padre—ve a ver que quiere tu marido yo atiendo.

Mi madre beso mi mejilla y se dirigió con una gran sonrisa hacia la oficina que compartía con mi padre.

Con el corazón acelerado camine hacia la puerta. Había mandado aquel mensaje hace más de treinta minutos cabía la posibilidad que Emi este atrás de aquella puerta.

—¿Ana?—pregunté asombrado.

Ella me dio una sonrisa radiante, aquella que solía darme cuando éramos amigos y nos juntábamos a beber después de un gran día.

—¿Puedo?—Preguntó mientras señalaba hacía dentro de mi casa.

—Claro, pasa—dije mientras me hacia a un lado—Sientate ¿Que haces aquí?

Eres MiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora