Capítulo 54

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Alan

-Papá basta-se quejó Emi otra vez entre risas.

-Solo una más-respondió él mientras apuntaba su cámara a su vientre.

-Alguien será un abuelo muy intenso.

-Te estoy escuchando Valeria.

-Llego la comida.

Mi mamá entro con mi padre, y los padres de Tylor con bandejas de comida.

-Yo que tu disfruto esta atención porque después se olvidan de ti-dijo la madre de Tylor mientras le acercaba una bandeja con fiambres a Emi.

-No será así-asegure mientras besaba la mejilla de mi mujer.

Emi se encontraba con los ojos brillantes, radiaba felicidad, parecía que las lágrimas iban a salir en cualquier momento.
Y no era para menos todos habían organizado una especie de reunión para celebrar su embarazo y la llegada de Mayte.

Aunque ellos aún no sabían el sexo de nuestro bebé. Mi madre me odiaba por eso.

—Dame una—pedí mientras pasaba con una fuente de pequeñas empanadas.

—Para ti no hay nada.

—Pero ya lo sabrás hoy.

Mi madre suspiro y colocó la bandeja frente a mi.

—Solo porque lo sabré hoy—Bese su mejilla y ella sonrió, ella nunca podía durar más de cinco minutos enojada.

Solo faltaba una semana para que nuestra hija esté con nosotros, no podía negarlo moria de miedo, temía que algo le pase a nuestra Mayte o Emi.

Sentí una mano que apretaba mi brazo, en ese momento encontré la mirada tranquilizadora de mi padre, parecía que él podía leer cada pensamiento que pasaba por mi cabeza.

—Lo sé—le susurre mientras sonreía.

Mire la sala de la casa de mis padres, estaba llena de alegría, no pude quitar de mi cabeza la comparación de navidad, aquel día Emi faltaba y todo la casa estaba en silencio, triste.

—Ya deja de pensar—dijo Daniel mientras me daba un suave empujón—ella esta aquí, esta bien. Disfrútalo Alan, no pienses en lo que fue.

-—Eso intento—le dije sonriendo—pero aún es difícil. Ambos tenemos miedos y yo tengo que ser fuerte por los dos.

—Ese será un trabajo de toda la vida, en algunas ocasiones Emi tendrá miedo y tu deber es calmarla, en otras pasará al revés y te calmará Emi.

—Un camino largo.

—Qué jamás se acaba.

Vi el orgullo en los ojos de Dani y me sentí feliz.

—¡Alan ven es hora!—gritó mi madre señalando el jardín.

—Pero Emi recién esta comiendo, lo haremos más tarde.

Pude ver como la alegria de su rostro se transformaba en frustración, pero al posar los ojos en Emi sonrió con afecto mientras veía como devoraba el plato con comida.

Pronto todos comenzaron a debatir acerca del sexo del bebé. Todos creían tener la razón y la mayoría creía que era un niño.

—Ya mejor tomen cada uno un collar—dijo Emi mientras terminaba de comer—el verde es para niño y el rojo es para niña.

—¿Por qué no azul y rosa?—preguntó Sofia.

—Porque me cansé de encasillar esos colores, quería cambiar un poco.

Eres MiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora