Prólogo

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Felicidad.

Es la única palabra que se me viene a la mente cuando veo a mis cuatro hijos reunidos.

Elladan y Elrohir, mis dos pequeños gemelos que nacieron en el año 130 de la Tercera Edad del Sol. Tan solo 21 años después de casarme con mi amado esposo, Elrond.

Arwen, mi estrella de la tarde, mi dulce niña, aún recuerdo cuando entrabas a mi habitación gritando los nombres de tus hermanos mayores.

Evangeline, tan independiente a tu corta edad, recuerdo cuando por primera vez abriste tus bellos ojos azules, como dos delicados zafiros, en el año 273 de la misma Edad del Sol.

Mis cuatro bendiciones de los Valar.

-Celebrían, querida -me nombró mi esposo a mi derecha depositando su cálida mano sobre la mía.

Con sus sencillas palabras volví a la realidad encontrándome con mi querida familia, mis pequeñas a nuestra izquierda y mis pequeños a la derecha de la respectiva mesa de fina madera.

-Tengo un anuncio que darles mis amados hijos -dije levantándome de mi asiento.

- ¿De qué se trata madre? -preguntó pasivamente Arwen.

-Hace mucho tiempo que no visito a mis padres, creo que ya es la hora de que viaje a mi antiguo hogar, Lothlórien -dije observando cada expresión de mis hijos.

- ¿Cuándo partimos, madre? -cuestionó Elrohir.

-No, iré sola -dije-. Su padre y yo estamos de acuerdo en que los cuatro se queden aquí en compañía de él.

-Pero madre...-intentó protestar Arwen.

-Solo será por unas cuantas semanas. -aseguré.

-Su madre será escoltada con mis mejores guerreros hasta que esté segura en Lothlórien -dijo el señor de Rivendel.

- ¿Cuando sales de viaje? -me preguntó Elladan.

-Mañana por la tarde -respondí a uno de mis gemelos, giré la mirada encontrándome con la de mi Evangeline, quién no había pronunciado palabra sobre aquel asunto.

-Bueno madre, si eso es lo que deseas, que así sea -dijo el mayor de los gemelos, Elrohir.

-Gracias -dije-. Volveré cuando menos lo imaginen.

-Se pueden retirar hijos -habló mi esposo.

Cada uno fue saliendo de la sala a sus respectivas habitaciones,

- ¿Segura que quieres hacer esto?

-Si -dije y luego me retiré para preparar mi equipaje.

Desvíe mi camino hacia la habitación de mi hija para conversar. Cuando estaba al frente de la puerta de madera me dispuse a llamar a la puerta pero se me fue interrumpido.

-Pasa madre -dijo detrás de la puerta. Giré la manilla plateada dándome entrada a la habitación de mi hija menor.

Evangeline.

La encontré cepillándose sus cabellos al frente de su tocador. Me puse detrás de ella. Observando su reflejo en el espejo.

-Vienes por mi opinión sobre tu viaje. ¿Verdad? -dijo dejando el peine con finas cerdas a su derecha. Lo tomé en mis manos y empecé a terminar de peinar su cabello como lo hacía cuando ella era una pequeña elfa.

-No te equivocas, Evangeline -dije-. No me puedo ir sabiendo que uno de mis hijos éste en desacuerdo.

-Tengo miedo madre -dijo con la tristeza desbordando en su mirada-. Miedo de que te pase algo, miedo de perderte, miedo de... No volverte a ver.

Sus Ojos Fríos (Legolas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora