Capítulo 33 - Entierro

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*Lean la nota de abajo es importante*

-Tranquilizate Hyellën, ya estas conmigo -dije arropandolo como un bebé.

Mis lágrimas ya habían cesado casi del todo cuándo sentí que él había entrado.

-Tienes mucho que explicarme -dijo severamente Arkent.

Me quedé callada mirando mis pies. Como le explicó lo de mi conejo.

-¿El conejo te comió la lengua? -preguntó soltando una risa sarcástica.

-¿Qué quieres saber? -levanté la mirada a él intentando no demostrar mis nervios.

Arkent no me contestó, empezó a caminar hacía mí pero mis pies estaban clavados al piso de pierda. Pero se detuvo.

-Sobre él -señaló a Hyellën.

-Lo encontré en mi viaje -sus ojos se clavaron en mí-, estuvo escondido en mi bolso sin ser descubierto. Hasta hoy.

Me miró sin sentimientos, parecía otro.

Con su mano empezó a acariciar la cabecita de Hyellën. -Mordor no es un lugar para un conejo.

Su voz era suave, en un segundo cambió su estado de ánimo. O puede que haya estado fingiendo.

-Lo debemos llevar a las praderas -dijo haciéndome reaccionar.

-Pero siendo tu prisionera no se me permite salir -dije mirándolo ya un poco más tranquila.

-Ya no lo eres -dijo dando una sonrisa ladeada.

-¿Qué? -no sabía lo que estaba ocurriendo.

-Escucha -tomó mi rostro entre sus manos-, se qué es difícil de entender pero ya no lo serás. Después del beso no puedo tenerte en estas condiciones. Ahora serás mi princesa.

No había palabras para explicar lo que estaba sintiendo en estos momentos. ¿Con que cara lo podré destruir?

-Gracias pero, ¿cuándo lo llevaremos? -pregunté, la idea de dejar a Hyellën me hace un nudo en el estómago pero es lo mejor para él. Como dijo Arkent; Mordor no es un lugar para un conejo.

-Después de que te bañes y vestirte -dijo soltando mi rostro ta sonrojado.

-Está bien -acepté.

-Una cosa más, ya no dormirás en la celda -dijo.

-¿Pero...? -iba a preguntar pero él me interrumpió.

-Dormirás conmigo -dijo directamente.

Mis ojos transmitían mi sorpresa, ¡¿dormir con Arkent?!

-Tranquila, no pasará nada, no te obligaré a hacer algo que no quieras -dijo depositando un cálido beso en mi mejilla caliente por la vergüenza.

-Primero déjame traer mi bolso -dije.

-¿Cómo se llama? -preguntó por el conejo.

-Hyellën -respondí observando a mi amigo.

-¿Me lo dejas mientras que vas abajo? -preguntó como un niño pequeño pidiendo un dulce.

Sonreí. -Claro.

Le tendí a Hyellën para que lo cargue en mi ausencia.

-Está muy asustado -informé.

-Y antes de que bajes, quiero que sepas que los orcos que lo asustaron ya están muertos -dijo Arkent.

-Supongo que... ¿gracias? -dije y salí de la habitación para volver por mi bolso.

Sus Ojos Fríos (Legolas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora