Capítulo 31 - Pesadilla

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Maratón: 2/?

Evangeline POV:

Mi cabello completamente tieso debido al jabón, con mis vestiduras húmedas y con concentrado olor a lavanda.

Hace poco terminamos de limpiar la anterior sala testigo de nuestra guerra de agua y burbujas.

Arkent no dijo palabra sobre el beso, al parecer todos los que me besan se olvidan de lo que pasó. Más de una vez me ha pasado incluyendo a Jurian en la cascada de Rivendel.

Talvez es el humectante de fresa que uso para los labios que lo ahuyenta. Arwen me dijo que usará el de vainilla pero como siempre nunca hago caso.

Estaba completamente cansada, los huesos me dolían, la cabeza me explotaba y mis pies no soportaban estar en pie un segundo más.

Llegué a mi celda y lo primero que hice fue buscar a Hyellën, por suerte para mí él es muy tranquilo y me obedece en todo.

Le doy un vistazo a su comida pero me llevó con la sorpresa de que solo le quedaba una zanahoria. No sabía que hacer, necesitaba más comida para mi compañero.

Mañana hablaría con Arkent o entraría en la cocina a escondidas para buscar algo que pueda comer.

Guardo la última provisión y para asegurarme de que todo éste bien; veo una vez más al collar escondido recordando mi única misión.

Tengo que destruir a mi enemigo, no enamorarme de él.

El collar me daba valentía donde no la hay, me hace recordar lo que pasó mi madre en el tiempo que estuvo presa bajo el dominio de las escorias andantes. Cuándo la vi partir hacía la muerte mi mundo se calló en pedazos dejando ecos en mi interior.

Necesitaba acabar con esto lo más antes posible, mañana me pondré a investigar por toda la torre, tenía que aprovechar mi estancia en Mordor.

Me dejé caer sobre la fría cama de madera que velaba mis sueños. Con un leve roce de Hyellën caí dormida.

***


Una flecha, cortando el viento que se atravesaba en su camino directo a un punto fijo; una elfa de cabellos castaños.

Cada uno de sus compañeros estaba resolviendo sus propios enfrentamientos; excepto uno.

El hombre se sacrificó por ella, dio su vida por ella.

La flecha se clavó en el cuerpo de su mejor amigo, su héroe.

La escena de la muerte de Lenner se repetía en su cabeza como una cinta malograda.

Miradas juzgandola, ojos cayendo en ella, palabras culpandola de la muerte de él.

Pero todo era verdad; por su culpa ahora su amigo estaba muerto. Por su torpeza todo eso ocurrió. Por su distracción Lenner abrazaba la muerte.

-¡Tú lo has matado! ¡Él era inocente! -reconoció aquella voz.

-¿Emma? -susurró con los ojos aguados.

-Él no merecía la muerte -volvió a atacar-, fue tu culpa.

-Te equivocas -se defendió negándose a la verdad.

-La única equivocada eres tú -dijo tensando una flecha en su carcaj apuntando entre los ojos de su amiga arrodillada ante el cuerpo muerto de Lenner-. Tú le diste muerte ahora yo te la daré.

Sus Ojos Fríos (Legolas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora