*Yavanna Kementári en multimedia*Dos semanas, dos semanas desde que encontré a Hyellën, dos semanas desde que casi mato a Misedna, dos semanas desde aquel ataque inesperado en la pradera, dos semanas desde que Legolas me otorgó la gema de Khelek... Dos semanas desde que nos alejamos mutuamente.
Entre nosotros no hubo ninguna palabra, ningún gesto, ninguna mirada, simplemente nada.
La última vez que nuestros ojos se cruzaron fue el día en que me dijo que solo quería que seamos amigos. Ni eso somos. Y esa mirada fue de odio puro. Odio por haber lastimado a su querida Misedna.
Los primeros días fueron desastrosos pero hubo algo diferente. Ya no caían lagrimas de mis ojos. ¿Era una señal? ¿Un indicio de que me estaba olvidando de él? Puede ser eso o talvez el hecho de que mis sentimientos se fueron aquella noche en la que él se marchó.
Él no quiso que yo éste en sus pensamientos, él nunca me quiso. Simplemente me enredó en sus palabras, en sus acciones y principalmente; en sus ojos.
Alejarme de él fue mucho mejor de lo que esperaba. Pasé mucho más tiempo con Emma y Lenner. Ninguno dijo nada acerca de ese tema. Ambos me entendían.
Hyellën era otro caso, había crecido en su tamaño pero conservaba su ternura. Siempre jugaba con todos en la compañía, incluyendo Misedna y Legolas. Al principio no me gustó la idea pero la elfa pelirroja demostró amabilidad cuando me lo pedía y lo devolvía. Además sentía que Hyellën se divertía con ellos. Sobre su alimentación, siempre comía en las praderas verdosas por las que pasábamos. También le recolectaba algunas zanahorias que encontraba en el camino.
Mi relación con Misedna no era la mejor ni la peor, era algo parcial. Al parecer la herida que le provoque hizo que reaccionará con quien se estaba metiendo.
Estaba insegura por seguir conservando la gema de Khelek; no me correspondía a estas alturas. Muchas veces intenté devolversela a Legolas pero Emma me lo impedía. Ella sabía la importancia de aquel objeto de su madre.
-¿Evangeline? ¿Te encuentras bien? -preguntó el mago caminando a mi lado.
-Si, solo pienso -dije mirándolo con una sonrisa en mi rostro.
-No me trates de tonto Evangeline, se que te ocurre algo -dijo dándome una mirada cómplice que supe interpretar perfectamente-. Y ya se por quien estás así.
-No es lo que parece Gandalf -dije mordiendo mi labio inferior temerosa.
-Es por él, ¿verdad? -preguntó el Istari-, es por tu novio de Rivendel.
Me quedé quieta ante aquel comentario, me había olvidado completamente de Jurian. Tan solo por estar pensando en aquel estúpido. Gandalf me miró desconcertado deteniendose a mi lado.
-Si -mentí-, es por él.
-Por el momento creo que te debes enfocar principalmente en tu tarea -dijo Gandalf-, ya sabes...sobre el collar.
-Sí, lo se, tengo cosas más importantes -dije continuando nuestra caminata con nosotros a la cabeza de la compañía.
Luego de varios minutos en silencio se me vino una idea absurda.
-Gandalf -lo llamé y el mago se giró a observarme-, ¿nunca pensaste en volver a Aman?
-Si, después de la guerra del Anillo lo tuve en mente pero tuve una intuición sobre un posible resurgimiento del mal -dijo- y al parecer no me equivoqué.
-Si, no sé que hubiera pasado si no estuvieses aquí -dije- pero, si ganamos hipotéticamente esta nueva guerra, ¿volverás a Aman?
-Si -dijo sin rodeos-, porque mi tarea ya estaría cumplida.
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Sus Ojos Fríos (Legolas)
FanfictionÉl nunca habia creido en el amor desde que la perdio. Desde ese día nunca fue el mismo de antes, todo en Él cambio pero lo que mas se noto fue su frialdad. Evangeline puede ser alegre y divertida aunque siempre es un dolor de cabeza cuando ella se l...