Capítulo 40 - Ciclos cerrados

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-Dime -dijo Misedna con un hilo de voz.

-Necesito terminar contigo -ella cruzo de brazos queriendo protegerse con ellos. Agachó la cabeza para luego escuchar sollozos ahogados. Estuvo unos minutos sin saber que responder.

-Es por ella, ¿verdad? -preguntó, sabía que se refería a Evangeline.

-Es por todo -respondí con la mejor excusa. Misedna soltó un suspiro.

-Lo...entiendo -dijo con esfuerzo-, no puedo...obligarte a que...me ames -levantó su vista y vi tristeza pura en sus ojos. Aquello si que era duro.

-Gracias -alce los brazos para recibir un abrazo por su parte. Misedna inmediatamente se tiró en ellos, la envolví con dulzura.

-Creo que tendré que volver a Lothlórien -dijo apoyándose en mi hombro.

-No -respondí rápido-, no permitiré que te vayas cuando hay un peligro latente afuera.

-Me quedaré hasta que todo haya acabado -Misedna se aferró mucho más a mi cuerpo.

-Tal vez en su momento fuimos algo más, pero, podríamos llegar a ser buenos amigos -comenté, ella se separó ligeramente para verme a la cara.

-Me encantaría ser tu amiga -sonrió para luego soltar nuestro agarre. Se alisó el vestido buscando que todo esté en orden y se limpió las últimas lágrimas de sus ojos esmeralda. Me quedé viéndola.

-Será...mejor que...vaya a descansar -dijo retrocediendo para entrar en su habitación.

-Si, yo igual -reaccioné-, hasta mañana.

Ella hizo un ademán y cruzó el umbral de la puerta cercana.

Me quedé sólo en aquél pasillo, tomé aire y me encaminé a mi cuarto con un peso liberado. Ahora podía concentrarme plenamente en la única elfa que ahora controlaría mis sueños y anhelos.

Doble en la esquina al final del corredor, y vi a mi mejor amigo con una sonrisa en el rostro.

-Al fin podré hablar contigo -dijo Taryon dándome un breve abrazo para luego separarse.

-¿Cómo van las cosas en Mirkwood? -pregunté apoyandome en la pared.

-Hubo ataques recientemente de orcos pero felizmente no fueron tan graves como lo habíamos previsto -dijo con tono preocupado-, el rey no pudo venir, me envío a mí. Dice que cuides de Emma.

-Ella es mi prioridad -respondí. Se hizo un leve silencio entre ambos.

-La hija de Lord Elrond -soltó dándome un codazo molestando como los viejos tiempos. Sin querer esbocé una sonrisa al recordarla.

-Nunca vas a cambiar -dije mirándolo.

-Me conoces bien -Taryon caracterizaba por si singular personalidad.

-Me llega a dar miedo en algunas ocasiones -Taryon soltó una carcajada que me hizo contagiar.

-Pensé que después de lo de Tauriel no querías saber más de elfas -dijo dejando las bromas-, eras sólo tu y tu arco, ¿que sucedió?

-Una elfa, Taryon, Evangeline cambió mi forma de pensar, no sé que tiene que me trae loco -dije analizando mis palabras-, pero cometí el error de llevarme por el parecido que tenía Misedna con Tauriel. Ahora quise arreglarlo, en cierta forma; funcionó.

-La última vez que te escuché decir que una elfa te traía loco era cuando ambos teníamos 15 años humanos y tú estabas enamorado de nuestra amiga rubia -con esas sencillas palabras recordé todo lo que pasé en ése tiempo; con ella.

Sus Ojos Fríos (Legolas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora