Capítulo 7

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La fiesta estaba en su mejor punto, todos bailaban y bebían como si no hubiera un mañana, las chicas junto a Thomas buscaban un lugar libre entre todo el club, yo por otro lado me acerque a la barra y pedí un vodka con zumo de limón, me lo tome como si fuese agua e hice una mueca al sentir el ardor extenderse por mi garganta, volví a pedir lo mismo pero una mano en mi brazo me hizo detenerme. Levante mi mirada y me encontré con los azules ojos de mi hermano.

- Meg encontramos lugar- asentí, volví a tomarme la bebida como hace un momento, mientras Thomas solo negaba- mas te vale bajarle un poco el ritmo a los tragos.

- la vida se hizo para divertirse querido hermano- oí un si claro mientras me arrastraba a donde habían encontrado lugar.

Al llegar a nuestra mesa, me deje caer en una de las esquinas, las chicas tenían unas sonrisas estúpidas y seguí la dirección de su mirada, estas se encontraban puestas sobre un grupo de cinco chicos, no podía negar que todos y cada uno de ellos tenían un atractivo impresionante, sin embargo yo no había venido esta noche a ligar, quería divertirme solo con ellas. Después de tomarnos nuestras bebidas, las tome por las muñecas y las lleve a la pista de baile, si querían llamar la atención de aquellos chicos yo las iba a ayudar.

- ¿Qué haces Meg?- Marián se pego un poco más a mí para poder gritarme en el oído.

- nada, solo mueve ese lindo trasero- le di una nalgada.

Todas empezamos a movernos un poco provocativas, al dirigir mi mirada a nuestra mesa, me di cuenta de la mirada de Thomas sobre Agneta, pero no le preste mucha atención, seguí bailando y riéndome como una loca en la pista de baile, hace mucho no me divertía de esta manera y se sentía genial poder hacerlo esta noche junto a las chicas. No sé cuánto tiempo llevaba allí en la pista, pero cuando me percate de lo que pasaba mis ojos se abrieron, al ver a Marian besarse con un moreno un poco más alto que ella, mi hermano agarraba de las nalgas a Agneta y esa fue mi señal para salir de allí.

Fui de nuevo hasta la barra pero esta vez solo pedí un poco de agua, abanique mi rostro con una de mis manos, mientras la otra arreglaba mi vestido que se había subido un poco más, al girarme para volver a nuestra mesa, choque con un pecho duro, levante mi mirada por segunda vez en la noche, pero esta vez me tope con unas hermosas aceitunas, enarque una de mis cejas para que me soltara, porque no sabía en qué instante había puesto su gran mano sobre mi antebrazo.

- ¿podrías soltarme?- sonrió mostrando una hilera de dientes blancos y negó- ¿no?

- así es preciosa- un aire mentolado junto al olor del ron, choco en mi rostro, se acerco un poco más a mí y puedo jurar que nunca había escuchado o sentido mi corazón latir tan rápido- no voy a soltarte...pero.

- ¿pero?- insiste con un tono meloso, su cercanía me estaba gustando, sabía que había dicho que no quería ligar esta noche, pero en definitiva este hombre rompía mis palabras.

- si dejas que te haga compañía juro que te soltare, eso si tu quieres- su ronca voz masculina, estaba haciendo estragos en todo mi cuerpo, paso una de sus manos por su barba de tres días y asentí.

Aparte su gran mano de mi brazo, para arroparla con la mía, que junto a la suya se veía bastante pequeña, lo lleve hasta nuestra mesa pero allí solo habían besos por aquí y por allá, incluso mi hermano y mi amiga parecía que necesitaban una habitación con urgencia. En definitiva él pudo sentir mi incomodidad porque tiro solo un poco de mi mano, para señalarme una pequeña mesa vacía en un rincón.

- ¿Cómo te llamas?, porque preciosa no es tu nombre pero te queda como anillo al dedo- negué con una sonrisa.

- Megán O'donell - extendí mi mano, él la tomo y dejo un beso en el dorso- ¿tú eres?

- ¿no sabes quién soy?- parecía sorprendido, pero negué- soy Gunther Müller, ¿enserio no sabes quién soy?

- mentiría si te dijera que si- volví a sonreír, en eso un camarero paso por nuestro lado y Gunther pidió nuestras bebidas.

- la verdad es que no me sorprende, la mayoría de las mujeres no sabe quien soy- paso una de sus grandes manos por su cabello castaño con algunos mechones rubios- soy jugador de futbol profesional.

Mi boca se seco un poco, gracias al cielo el camarero llego con nuestras bebidas y le pegue un buen trago a la mía, me esperaba cualquier cosa menos esto, apostaba que me diría que era un empresario de aquí de Múnich pero no, ¿de qué podríamos hablar?, yo no sabía nada de futbol y de seguro el esperaba una mujer que supiera el tema de sus intereses, ¡pero no!, jamás había visto un partido de futbol en mi vida. Abrí mi boca para hablar pero de ella no salía ninguna palabra.

- oye tranquila- tomo mis manos entre las suyas- no le des vueltas a las cosas, mi vida no se basa solo en el futbol, ¿Qué tal si me cuentas de ti?

Empecé a contarle pequeños detalles sobre mi vida en New York, le dije que me quedaría dos meses en casa de mi madre que vivía aquí mismo y pude ver un brillo en sus ojos cuando lo mencione, me conto sobre sus entrenamientos y su vida fuera de las canchas, mientras charlábamos, pude darme cuenta de que teníamos demasiadas cosas en común, a él le gustaba comer tanto como a mí, amaba su trabajo, le gustaba caminar por largos periodos de tiempo, le gustaban casi las mismas bandas que a mí, e incluso le gustaban los pequeños detalles.

Los tragos iban en aumento, pero Gunther no trato de propasarse conmigo en ningún momento, también me dijo que uno de sus compañeros era quien estaba con mi amiga, cosa que me relajo ya que dijo que no le haría nada malo. A eso de las dos de la mañana uno de los chicos se nos acerco para decirnos que dentro de poco cerraban el establecimiento, Gunther me acompaño de nuevo hasta mi mesa, pero allí no había nadie, saque mi teléfono que estaba entre mis pechos y vi el mensaje de Agneta.

Nos vemos en casa, diviértete con tu chico ;)
Pdta.: me llevo a la borracha de Marián tú no te preocupes.

- creo que me dejaron sola- susurre.

- puedo acompañarte a casa si quieres- apenas y lo conocía pero con esa sonrisa le podía decir que si a lo que fuera.

Puso su mano en mi espalda baja y me guio hasta un convertible de color rojo, pensé que iríamos en taxi o algo así, ya que él había bebido la misma cantidad de alcohol que yo. Abrió la puerta del copiloto que yo y de nuevo me regalo una de esas hermosas sonrisas, así que me dio igual si teníamos un accidente. Corrió hasta el otro lado y encendió el coche, me di el atrevimiento de encender la radio pero él no dijo nada, le indique por donde estaba la casa de mi madre y no tardo más de veinte minutos en llegar, bajo rápido del coche y abrió mi puerta, me tendió su mano, cosa que acepte con gusto, pues me gustaba su contacto.

- ¿me darás tu numero?- me acorralo entre en auto y su cuerpo.

- claro- saque un brillo labial que había metido también en mis pechos, vi sus ojos dirigirse a esa zona y pude ver como tragaba.

Destape el pintalabios y tire de uno de sus brazos para anotarlo allí, la sonrisa no se iba de su rostro, apenas termine de escribirlo, pinte mis labios con el mismo y deje un beso en esa zona. Su cuerpo me apretujo un poco mas contra el auto, cuando creí que iba a besarme, el dejo un camino de besos húmedos desde mi barbilla hasta mi oreja.

- nos vemos luego Megán- me acompaño hasta la puerta de casa para después ir hasta su auto y marcharse.

Pero ¡joder!, me había quedado con las ganas de sentir esos carnosos labios rosas sobre los míos.

Les presento a nuestro alemán
Andre Hamann ¿lindo verdad?

Una NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora