Nuestros cuerpos estaban bañados en sudor, nuestras respiraciones eran dificultosas, él cansancio era notorio pero ninguno de los dos quería parar, de nuevo me encontraba montando a Gunther, pero esta vez estábamos sobre el sofá, había comenzado a llover y se sentía mágico estar entre sus brazos.
Mordió mi labio inferior y tiro de el con fuerza, llevo uno de mis pechos a su boca y sentí de nuevo aquel cosquilleo en mi vientre, Gunther se movió mas rápido haciéndome estallar en un millón de sensaciones.
- te vez tan preciosa- besó mi nariz, me recuesto un poco sobre su pecho porque ahora si me siento totalmente agotada- vamos a la cama.
-no, quiero un baño- Gunther niega- ¿qué hora es?- friego mis ojos.
- umm- observa el reloj de su muñeca y nos mueve hasta la cama- cerca de las doce, duerme cariño mañana tomaremos ese baño.
Asiento porque estoy demasiado cansada para responder algo, siento la suavidad de las sabanas debajo de mi y un gemido de satisfacción escapa de mi boca, Gunther a mi lado ríe y me cubre por completo. Mis párpados pesan demasiado como para mantenerse abiertos, pero la voz de Gunther hace que los mantenga semiabiertos un poco más.
- parece que después de esto nuestra relación ira a otro nivel- permanezco en silencio, no se a que se refiere- Meg ¿me oyes?
- si- me giró para observarlo, sus brazos están tras su cabeza y su mirada esta fija en el techo, a cubierto de su cintura para abajo, luciendo como un modelo en una sección de fotos sensuales.
- no quiero que te asustes por lo que voy a decirte pero...- abrazo su torso ganando con eso que sus bellos ojos me miren fijamente- eres especial Meg, has ganado mi corazón en un mes algo que nunca nadie había logrado, eres inteligente, autoritaria, sexy, divertida, aveces un poco malhumorada y arriesgada pero eso es lo que te hace mejor, no te da miedo arriesgarte, vives las cosas como si no importarán las consecuencias.
- ¿por qué me dices todo esto Gunther?- ahora me siento mas confundida que nunca.
- descansa amor- besa mi frente y vuelve a cubrirme.
No voy a ser paranoica y quedarme toda la noche dándole vueltas a lo que quería decirme, pero que luego cambio por palabras bonitas, no, estoy lo suficientemente cansada como para que mi cerebro imagine tonterías, mis párpados empiezan a pesar una vez más y esta vez no los detengo, Gunther me ha dejado agotada.
(***)
El sonido de mi teléfono por alguna parte de mi habitación solo logra despertarme, me giró para recibir mi beso de buenos días, pero el otro lado de la cama se encuentra vacío, suspiro porque a pesar de nuestro maratón de anoche Gunther a decidido salir a hacer su rutina de ejercicio, el infernal sonido de mi teléfono vuelve a sacarme de mis pensamientos, me levantó sin importar mi desnudes y voy hasta la pequeña sala para tomarlo.
- ¿hola?- escuchó un ruido extraño y luego la voz de mi castaño favorito.
- ¡Maldita sea Megán ¿dónde te habías metido?!- no digo nada, he sido muy mala amiga al no haberlo llamado- estaba preocupado Meg.
- lo siento Ian, es solo que me he distraído con Gunther- me siento estúpida, deje de lado a mi mejor amigo.
Empiezo a caminar por toda la habitación, algo llama mi atención, pongo en altavoz mi celular y corro hasta el armario que se encuentra abierto de par en par, solo se encuentra mi ropa allí, no hay ni una sola prenda de Gunther, siento mis piernas temblar como gelatina, las lágrimas empiezan a acumularse en mis ojos pero me niego a derramarlas, puede que solo sea un mal entendido.
- Ian te llamaré luego debo... Hacer algo- se que mi voz suena quebradiza y asustada.
- ¿estas bien?- niego tapando mi boca- has lo que tengas que hacer Meg, yo puedo esperarte.
Tomó el teléfono de la habitación y marco a la recepción, ruego porque todo esto sea mentira, que solo sean paranoias mías, cuando la chica del otro lado contesta la llamada, siento un gran nudo en la garganta, tragó con fuerza haciendo que mi garganta duela y me obligó a hablar.
- señorita, de casualidad sabrá usted algo de mi novio- ella me pide su nombre, en cuanto lo pronunció siento mi estómago estrujarse.
- oh si, el señor Müller salió muy temprano- no mierda no- dejo su boleto aquí en recepción, también dejo una nota.
Agradezco la información y doy por terminada la llamada, ahora si me permito derramar mis lágrimas y gritar con fuerza. He sido una completa tonta, pensé que en verdad Gunther había sido sincero conmigo, que enserio le gustaba pero todo fue mentira, él solo quería una noche de sexo y la única forma que pudo obtenerla fue mintiendo. Mintiéndome de la manera mas vil y cruel posible.
- ¡Maldito alemán mentiroso!- lloró con fuerza, Ian grita algo.
- ¡¿Qué es lo que pasa Meg?!- escucharlo solo hace que llore más.
- me ha dejado Ian- trato de hablar claro- se ha ido y me a dejado sola.
- ¿Quién te a dejado?- no puedo, si pronuncio su nombre se que voy a destruirme un poco más.
Corto la llamada, fui una tonta, sabia que algo como esto podía pasar pero me negué a pensar en ello, debí haberle hecho caso a mi hermano, a Marián, incluso debí haber seguido el consejo de Ian y no haberme enredado en esto. Niego, no puedo arrepentirme porque a pesar de que él fue un maldito cobarde, me hizo feliz, logró que mi estadía en Alemania fuera memorable, sin embargo eso no va a quitarme el dolor que ahora me consume.
Me levantó del suelo para ir a tomar una ducha, me siento pegajosa y de nuevo vuelvo a llorar, los recuerdos de nuestra anoche me embargan, sus manos acariciando cada centímetro de mi piel, aquella mirada de amor que me brindo, sus besos, aquellas palabras.
- ¿Por que mierda fuiste tan cobarde?- susurro al vacío- ¿tan difícil era decirme que solo querías acostarte conmigo?
El agua fría moja mi cuerpo y lo hace temblar, tallo con un poco de fuerza mi piel tratando de que su aroma se vaya de mi, como la maldita masoquista que hay en mi quiere torturarse repite una y otra vez aquella mentira que salió de los labios de Gunther.
- te quiero Meg.

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Una Noche
ChickLitNada puede cambiar en una noche ¿o si? Claro que puede, ¡Maldito alemán mentiroso!