Capitulo 28

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Él estúpido despertador hizo su aparición cuando por fin me había puesto cómoda en la cama, tener cuatro meses de embarazo no era nada fácil, los constantes dolores o calambres empeoraban. Ser madre no era algo que me hubiera gustado, pero ahora que mis chiquitos estaban creciendo dentro de mi, ya nada podía importarme más que ellos, los protegería y cuidaría con mi vida.

Me puse uno de esos vestidos ejecutivos para mujeres embarazadas y me calce mis nuevos zapatos, intento limpiar un poco pues las reuniones con Ian siempre terminan en desorden, mientras tanto intento pedir un taxi pero al no obtener respuesta simplemente dejo el teléfono en su lugar. Caminar había pasado a mi lista de cosas pausadas, entre ellas estaba ir al gimnasio y viajar. No estaba siendo floja, mi vientre crecía mas de lo normal, al fin y al cabo iba a tener dos hermosos gemelos, Hans dormía plácidamente a mi lado pero no quería despertarlo, había hecho bastante ayer cuando después de todo lo que le dijo decidió quedarse a mi lado. Cuando termino de tomar todo hago que se levante, le digo que estoy bien yendo en taxi pero se niega.

- Amor no me importa llevarte- responde somnoliento- es mas en este momento voy a vestirme, solo espérame diez minutos.

- Hans voy retrasada- me rio de sus intentos para ponerse de pie- nos vemos en la tarde.

- Esta bien- bufa sin abrir los ojos- pero te llamare luego- le doy un casto beso en los labios y salgo.

Me quedo cerca de diez minutos tratando de que un taxi se detenga y me siento estúpida al rechazar la oferta de Hans, cuando por fin un hombre para frente a mi, me subo lo mas rápido que puedo, le doy la dirección al sujeto que me mira con cara de aburrimiento y le digo que necesito llegar pronto, iba atrasada. Las puertas del ascensor se abrieron justo en el momento en que cruce el living pero la persona que salio de allí fue la que nunca esperé volver a ver en mi vida, o bueno no tan pronto. Mi cuerpo entero se estremece cuando el camina con ese andar elegante y felino pero no dejo ver que eso me ha afecta.

- Señorita O'donell- él seguía siendo el mismo, pero ¡joder! Se veía más guapo con ese traje.

- Señor Müller- mi voz era neutral.

- Se ve estupenda el día de hoy- su mirada recorrió descaradamente mi cuerpo, le dio otra pasada y se quedo de piedra al ver mi hinchado vientre- ¿esta embarazada?

- Oh no señor Müller- dije con ironía- lo que pasa es que aveces me gusta venir con una pequeña pelota en mi vientre al trabajo- le di la mejor de mis sonrisas hipócritas, la comisura de uno de sus labios se elevo.

- ¿El padre?- eres tú hijo de puta, quise gritar pero mejor me quede callada.

- Tengo trabajo señor- intente pasar por uno de sus lados y negó- si me disculpa, yo necesito trabajar para ganarme la vida.

- Tu jefe te dio este día de descanso- ¿Qué carajo?

- ¿Qué fue lo que hiciste?- estaba molesta, él no podía hacer eso.

- Confórmate con lo que te digo- ahora él era el molesto.

Llame a mi jefe no creyendo lo que me decía, pero en cuanto Irvin me lo confirmo gire sobre mis talones para salir del edificio, si tenía este día libre lo aprovecharía a mi modo y sin duda no seria a su lado. Un taxi pasó por mi lado, apenas estuve a punto de cerrar la puerta el entro conmigo.

- ¿Qué es lo que quieres Gunther?- estaba fastidiada, ahora solo quería descansar.

- hablar Megan- le di la dirección de mi apartamento, él taxista asintió.

Me dedique a ver por la ventana lo que duraba el transcurso, desgraciadamente eran unos diez minutos en auto, sentí la mirada de Gunther sobre mi en todo momento, su sola mirada enviaba corrientes de calor por todo mi cuerpo, sobre todo en mi entrepierna. Maldije por sentirme de esta manera, se supone que debería odiarlo en estos momentos pero ¡No!, mi estúpido cuerpo traicionero se estaba calentando solo con una de sus estúpidas miradas.

- Hemos llegado señorita- la voz del hombre tras el volante me hizo salir de mis pensamientos, tome mi cartera para pagarle pero como siempre Gunther se había adelantado.

- No era necesario que lo hicieras- mi voz destilaba hielo- es más deberías irte tal y como lo hiciste esa noche.

No pude evitar que mi corazón se estrujara con esas palabras, su mirada fue a hacia abajo y negó repetidas veces, necesitaba huir de su lado, estar lo mas lejos posible de él porque sentía que en cualquier momento iba a largarme a llorar. No imagine que Gunther volviera, lo soñaba y no negare que muchas noches llore y pedí al cielo que volviera pero justo ahora no era lo que quería.

- tienes que escucharme- negué muchas veces, no quería oírlo solo quería que se fuera- Megan no llores.

- Vete Gunther- ahora fue él quien negó.

- Escúchame por favor- rogó, sus ojos estaban brillantes y pude ver lágrimas acumuladas en ellos.

- Me has hecho mucho daño- toque mi vientre, su mirada se dirigió a él y me miró con melancolía.

- Que afortunado ha de ser él padre.

Mierda juro que quise golpearlo, como podía ser tan estúpido para no darse cuenta de que el era el maldito padre. Gunther intento limpiar mis lagrimas pero me aleje de su toque como si este quemara.

- Vete Gunther, te lo ruego-volvió a negar.

- No Megan- dijo firme- no voy a permitir que sigas un segundo mas al lado de Dikoudis.

¿Que mierda?, como era que Gunther sabia sobre Hans, se había ausentado de mi vida cuatro meses, era imposible de que alguien hubiera corrido a contarle o siquiera a él le importase en lo mas mínimo, me había dejado bastante claro que yo no le importaba, no podía venir ahora como si nada y decirme que no iba a estar con un hombre que era mucho mejor que él. Hans era mejor que Gunther en todos los aspectos, no se fue de mi lado cuando le dije que estaba embarazada, por el contrario juro estar conmigo para lo que fuera y hasta ahora estaba cumpliendo su promesa, pero lo mas importante y lo que mas dolía era que después de todo lo que le dije para no acostarme con él no se fue, no me rechazo ni me hizo a un lado. Hans se quedo.

- Gunther solo vete- toma mis manos con un poco de fuerza y las pone por encima de mi cabeza- que mier...

Hace lo que menos espero, pero que Dios me perdone lo que mas desee que hiciera, me besa con necesidad, como si de verdad me hubiera extrañado, de apoco su agarre se esfuma pero yo sigo con mis labios intactos, no puedo moverlos, si lo hago se que voy a caer, voy a tirarme a sus brazos y aceptar sus disculpas, unas que no merezco escuchar porque me ha herido demasiado. Me hizo odiarme por un mes, ser una triste versión de mi y no quiso escucharme cuando supe que tenia a Galletita dentro de mi. Galletita, o mejor dicho Galletitas, pensar en ellos me hace reaccionar y empujarlo con todas mis fuerzas.

- ¿Quieres saber quien es el padre de galletita?- asiente con el ceño fruncido, se que es el enojo quien me controla, si quizá en estos momentos mi cabeza no estuviera hecha una tormenta ni siquiera se lo diría pero ya esta, ya abrí la boca y no hay nadie que me pueda callar- no espera, es que no es uno, son dos bebes los que ahora llevo en mi vientre.

- Do..dos- tartamudea y veo como la tristeza surca por sus ojos.

- Eres tú maldito idiota.

- ¿Qué?- su cara palidece pero por fin me siento tranquila, he soltado la bomba que ha venido atormentándome y ahora no se que pasara.

Una NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora