Capítulo 8

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El estridente ruido de la puerta al ser golpeada con violencia, no hizo nada más que hacer que la resaca incrementará. De mala gana fui hasta ella y la abrí de par en par, un chillido por parte de Agneta me hizo tomarme la cabeza entre las manos.

No voy a volver a beber de esa forma.

- ¡Cuentamelo todo!- por alguna razón su voz me parecía un poco mas chillona que de costumbre.

- deja de gritar por favor- tome el vaso con agua que traía en sus manos junto a los analgésicos y los trague bastante rápido.

- lo siento, lo siento, pero es que hace mucho no te veía cerca de un chico tan guapo.

- Ian es bastante guapo- lo defendí cruzandome de brazos.

- no menciones a ese idiota- señaló- ¿y bien?, ¿besa bien?, ¿es bueno en la cama?

- no tengo la menor idea- tome la toalla que había en el armario y tome las cosas necesarias para mi ducha.

Durante todos mis movimientos Agnet me siguió con sus ojos, su cara de incredulidad me parecía un poco cómica, sin embargo salí de mi habitación dejándola allí. No paso mucho cuando la sentí pisarme los talones, el baño quedaba en la planta baja, así que le dio tiempo de correr y alcanzarme.

- ¿me estas tomando el pelo verdad?- más que decepcionada parecía enojada, ¡pero vamos!, había sido ella, quien me había dicho que no podía darles largas muy rápido a los chicos.

- no Agne- bufé- él y yo solo hablamos toda la noche.

Cerré la puerta en su cara, me desnude con calma, doblando mi ropa y dejándola en uno de los lados, abrí la regadera y deje que el agua caliente hiciera entrar mi cuerpo en calor. Al cerrar mis ojos, el color verde se vino a mente, junto con la imagen de unos rosados y carnosos labios, ¡joder! ¿Por qué no me había besado?, yo no iba a oponerme, puede que se la hubiera puesto difícil al principio pero luego hubiera aceptado gustosa el toque de ellos.

Termine de lavar mi cuerpo y corrí hasta la habitación para ponerme algo de ropa, saque del armario mis pantalones de yoga, una camisa manga larga y un conjunto de ropa interior, me la coloque rápidamente, puse mis pantuflas de conejos mientras peinaba mi cabello con una de mis manos libres. Observe el reloj que había en la mesa de noche y me sorprendí al ver que ya eran las cinco de la tarde.

- ¡Megan te buscan!- baje casi corriendo las escaleras.

- no grites joder- fulmine a Thomás con la mirada.

- no es mi culpa que tomarás tanto- se encogió de hombros cosa que no hizo mas que enfadarme.

Alguien a mis espaldas tosió falsamente, me gire con brusquedad para después quedarme de piedra al ver a la persona que tenia en frente de mi.

Su cabello castaño/rubio estaba peinado hacia atrás de manera un poco desordenada, unos pantalones negros ajustados junto a un abrigo negro ceñido y botas mineras eran su atuendo, me quede como una completa idiota, observándolo hasta que me di cuenta que yo no estaba en mis mejores fachas. Me cubrí de manera tonta haciéndolo reír y por alguna razón me gusto poderle causar gracia con cosas tan tontas.

- te vez hermosa no te preocupes- ¿podía ser mas lindo?

- ¿Qué haces aquí?- a mi espalda todos se habían reunido, excepto Marián que supuse estaría durmiendo.

Tome su mano que se sentía bastante cálida para estar nevando allí afuera, lo hice subir por las escaleras hasta llevarlo a mi habitación y tener mas privacidad. Observó todo a su alrededor y esbozo una sonrisa.

- quería verte- metió sus manos dentro de sus bolsillos delanteros.

- me hubieras llamado, no estoy presentable- me cruce de brazos.

- sigo creyendo que estas hermosa- empezó a acercarse.

Mis labios se entre abrieron cuando lo tuve lo suficientemente cerca para inhalar con mas intensidad el olor de su perfume, posó una de sus manos en mi mejilla derecha y trazo círculos sobre ella, mi piel se había erizado con solo ese acto, cosa que hizo disgustarme porque nunca nadie tuvo ese efecto en mi, se inclino solo un poco y cuando pensé que iba a besarme, él sólo dejo un suave beso sobre mi frente.

- te esperare fuera, no tardes- volvió a besar mi frente, de mi boca salió un pequeño suspiro.

¡Joder! ¿Que le costaba besarme?, me cambie lo mas rápido que pude, botas de peluche, camisa blanca de mangas, abrigo beige y unos pantalones ajustados claros. Saque un pequeño gorro de lana color blanco y lo puse en mi cabeza, tome mi bolso que ya tenia mis cosas dentro y salí de la habitación con una sonrisa.

En la parte baja Gunther estaba siendo acosado por mi madre y una de mis mejores amigas, mi hermano por otro lado parecía maravillado por todo lo que salia de la boca de mi acompañante. Supuse él ya sabia de quien se trataba, camine hasta su lado y plante mis labios sobre una de sus mejillas. Su barba le asentaba muy bien y me gustaba sentir aquel cosquilleo.

- ¿Nos vamos?- dije cerca de su oído, se estremeció un poco, así que yo también tenia el mismo efecto en él.

- claro- estrujó la mano de mi hermano y dejo un beso en cada una de las mejillas de las chicas.

Se giró y extendió su mano en mi dirección, ni corta ni perezosa la tomé, vi como los demás sonreían y supe que era momento de salir de casa. Al salir el frío aire golpeó mi rostro, baje un poco más mi gorro y subí mi abrigo, pero Gunther paso su bufanda que no había visto al llegar, por mi cuello y mejillas.

- gracias, ¿a dónde vamos?

- a patinar- tiro de mi hasta dejarme cerca de su auto, abrió la puerta para mi y negué.

- no voy a ir a patinar ¡Estamos como a menos diez grados de temperatura!

Su ronca risa volvió a causarme un extraño cosquilleo, y aunque sabia que estaba siendo una jodida niña malcriada no iba a dar mi brazo a torcer con esa estúpida idea.

(***)

- vamos preciosa una vez más.

Y aquí estaba yo, sentada en el frío hielo porque había sido lo suficientemente tonta para decirle que si a Gunther en cuanto puso un estúpido puchero. Me había dado tantos golpes en el trasero que no tendría que ser adivina para saber que mañana iba a doler como la mierda.

- no, estoy agotada- mi voz sonó molesta, me levante del frío hielo que empezaba a humedecer mis pantalones y me alejé de él.

- Megán- sujeto mi muñeca.

En cuanto me giré sus labios se pegaron a los míos, mi primer reacción fue quedarme como una estúpida observándolo con los ojos muy abiertos, los suyo estaban cerrados y sus fríos pero al mismo tiempo cálidos labios se movían con paciencia sobre los míos que se negaban a corresponderle. Al ver que no respondía se alejo solo un poco, tiré de su abrigo y volví a pegar mis labios sobre los suyos.

Estos eran sin duda los mejores labios que había probado en mi vida.

Perdón por no actualizar pero mi trabajo y la universidad me dejan súper agotada, por lo tanto se llevan mi inspiración. No voy a prometerles subir todos los días pero si dos capítulos los fines de semana.

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