Capítulo 25

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Mientras termino de arreglarme el timbre suena, se quien es porque faltan solo diez minutos para las siete, Ian duerme plácidamente en mi cama y lo envidio un poco, normalmente siempre entramos a las ocho de la mañana, pero no, el señor Dikoudis decidió que era bueno hacerme madrugar, le doy una nalgada a Ian, su ceño se frunce pero no hace el mas mínimo intento por levantarse, antes de abrir la puerta recojo mi cabello en una coleta alta y pongo mis gafas en su lugar, pero la sorpresa que me llevo al abrir la puerta es grande, no se trata de Hans, allí hay un hermoso ramo de flores blancas y rojas, incluso en algunas partes lleva bastones de caramelo, no se porque ahora estoy sonriendo como una idiota.

navidad se acerca nos vemos pronto señorita O'donell.

Mi ceño se frunce al leer la nota pero no le presto atención, claro que navidad se acerca faltan tres meses para ello, pero amo tanto estas flores que no pienso tirarlas, las tomo del piso y las llevo dentro de mi casa, la puerta vuelve a ser tocada y esta vez si se que se trata de él, tomo mi bolso junto algunas cosas que he buscado sobre el proyecto, apenas la abro juro que siento derretirme, justo ahora lleva solo una camisa de vestir negra con los dos botones desabrochados, el pantalón gris se adhiere a su cuerpo de manera perfecta, como siempre lleva unas gafas oscuras, sus zapatos relucen y yo me encuentro babeando, su mirada también baja por mi cuerpo y me siento incomoda.

No voy igual de elegante o guapa como él, simplemente llevo un vestido color vino de mangas largas, tacones negros y una delgada gargantilla que lo complementa, sin embargo el me ve de una manera que hace que mi piel arda, me cuelgo mi bolso y paso delante suyo, no quiero preguntar como es que sabe mi direccion, quiero terminar con esto cuanto antes.

- Te ves preciosa- me sonrojo por su comentario y me he dado cuenta de que no he desayunado nada.

- ¿pasamos por algo de comer?, necesito alimentar a Galletita- su ceño se frunce y aclaro- es mi bebe- llevo las manos a mi vientre y veo sus ojos abrirse.

- ¿estas embarazada?- asiento y su sonrisa se agranda- vaya felicidades.

- gracias- sonrio- podemos irnos.

- espera Megán- su costumbre de tomarme por mi antebrazo me hace sonreír- no hemos comenzado bien.

- podemos hablar mientras comemos- asiente y seguimos nuestro camino.

(***)

Mientras Hans pone la comida sobre la mesa termino la llamada con el señor Russell, el esta de acuerdo con todo lo que le he planteado y me siento feliz de poder ser mas que una secretaria en su empresa, a final de todo me gradué como administradora de empresas, sin embargo encontré mas de lo que estaba pidiendo con el señor Russell, tengo una paga que cualquier administradora envidiaría, sus ojos marrones me miran divertidos al verme comer con mucha gana el pastelillo, pero decido ignorarlo ¡amo comer!

- quiero conocerte Megán, Irvin siempre habla de lo fabulosa que es su secretaria y queria conocer a la chica que aparte de su esposa logra hacer salir de su boca algo bueno-siento mi cara caliente, bebe de su café con tal elegancia que me hace jadear- se que al igual que yo tu te sientes atraída por mi, lo veo en tus ojos, veo ese deseo allí presente.

Me atraganto un poco con la malteada, lo peor no es que ahora este tosiendo como una foca, sino que me encuentro asintiendo ante sus palabras, ¿Lo deseo? puede ser que si, estar a su lado siempre me deja con un calor excesivo en mi cuerpo, pero Gunther ha dejado tan destrozado mi corazón que no pienso volver a caer en las garras de otro hombre tan fácil, de esta misma manera fue que caí como una idiota ante él y no pienso volver a pasar por lo mismo nuevamente. Apenas abro mi boca esta se seca, no se que responderle.

- no necesito una respuesta Megán- vuelve a beber de su café pero esta vez lame sus labios- se que dentro de poco no querrás estar ni un minuto lejos de mi.

- vaya deberías volver a repetirlo, no creo que en china hayan escuchado lo pequeña de tu modestia- sonrie encogiéndose de hombros.

- solo estoy jugando Megán- termino de comer lo que me ha traído y levanto una de mis cejas- deberíamos empezar con el trabajo, no quiero que Irvin se enoje por distraer a su guapa secretaria.

El camino en auto hasta su casa es bastante agradable, es griego de nacimiento pero sus padres decidieron irse a vivir a irlanda, no tiene hermanos, ni novia lo único importante en su vida es la empresa de su padre, su color favorito es el negro y ama con locura las cosas dulces. Al terminar dejo que me lleve hasta casa, ha sido muy agradable trabajar a su lado y supongo seremos muy buenos amigos, claro esta que sus comentarios demasiado halagadores siguen haciendo que mi cuerpo se caliente.

- fue un buen primer día- dice con una sonrisa- mañana trabajaremos en la empresa, necesitamos mas espacio y así no estaré todo el maldito día pensando en que podría hacer con tu cuerpo- le doy un golpe en su hombro.

- gracias por traerme- dejo un beso en sus mejillas- hasta mañana.

Me mira directo a los ojos y siento un cosquilleo en mi estomago, al mismo tiempo siento un Déjà vu, sus ojos ya no son marrones sino verdes, su cabello rubio es sedoso entre mis manos y esos tentadores labios rosas solo hacen que quiera cometer una locura, parpadeo un par de veces alejando la imagen de Gunther y mis ojos se llenan de lagrimas, Hans me mira con el ceño fruncido pero no pregunta nada, solo me abraza y deja su mentón por encima de mi cabeza, lo abrazo con fuerza llenándome de su aroma.

- shiff pequeña- escondo mi cara en su pecho, odio estar así, maldito Gunther.

No se cuanto tiempo me quedo en los brazos de Hans pero cuando salgo de su agarre ya no me encuentro llorando, vuelvo a mirarlo a los ojos y esta vez es el quien se acerca y deja un beso en la comisura de mis labios, no le digo nada ni trato de empujarlo, mucho menos salgo de su agarre, termino siendo yo la que deja un pequeño beso en sus labios, es un solo toque pero de igual manera se ha sentido bien. A él no parece suficiente ese solo toque y une nuestros labios en un beso dulce, no me siento mal por estarlo besando, puede que a muchos les parezca que soy una facil pero cuando alguien provoca tanto en ti, simplemente no puedes evitarlo.

(***)

La primer semana pasa igual de rápido que la segunda, ambos estamos tan concentrados en que esto salga bien que lo unico que vemos son hojas tras hojas y letras que aveces nos vuelven locos, él vuelve a acercarse y darme un beso y de alguna manera me relajo.

Esto no era estresante era la mejor terapia para relajarme. Hans Dikoudis era la mejor persona para hacerme relajar.

Una NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora