- Meg, quiero que trates de comportarte allí, sabes que soy tu mejor amigo y te conozco demasiado, por favor no hagas algo estúpido- bufé.
Ian nos había traído al aeropuerto, sin embargo se estaba pareciendo a mi padre con su discurso de comportarme, acaso ¿Cuántos años creía que tenia?, ya era toda una mujer, podía cuidarme por mi misma y saber cuales eran las consecuencias de mis acciones.
- claro que si papi- puse morritos, Ian negó.
En cuanto la chica anunció nuestro vuelo, me levante de mi asiento para abrazar con fuerza a mi mejor amigo, iba a extrañarlo demasiado, y no por las fantabulosas noches de sexo, sino porque era él único hombre sobre la tierra, que lograba comprenderme y sacarme una sonrisa en malos momentos. Marián hizo lo mismo que yo aunque con menos efusividad que la mía, plante un beso en su mandíbula, mejilla, nariz y volví a despedirme con la mano.
- sigo sin entender ¿por qué ustedes dos no están juntos?- me giré para ver una última vez a Ian.
- es fácil- me encogí de hombros- ninguno de los dos quiere una relación seria o dañar nuestra amistad.
La chica anunció por última vez nuestro vuelo, corrimos hasta la fila y le entregamos nuestros boletos a una mujer más arrugada que mi abuela, ambas subimos al avión y nos sentamos en nuestros respectivos asientos, saque mis audífonos de la bolsa de mano y Maps de Maroon 5 inundó mis oídos. Necesitaba dormir con urgencia, me había quedado casi toda la noche despierta por la ansiedad y además cerca de trece horas en un avión era bastante agotador.
(***)
Apenas el avión aterrizó, sentí un escalofrío recorrer todo mi cuerpo, no sabia si eran los nervios o la anticipación de algo, pero ya estábamos aquí.
Fuimos a recoger nuestras maletas y luego por un taxi, no quería llegar de una sola vez a la casa de mi madre, así que nos decidimos por ir a comer a cualquier restaurante que estuviera abierto a esta hora, aunque dudaba que hubiera uno.
- deberíamos hospedarnos solo por esta noche en un hotel- comento Marián a lo que yo asenti.
- ¿podria llevarnos al hotel mas cercano?- gracias a Dios había practicado mi alemán, sino ambas estaríamos varadas por ahí.
El taxi demoro solo diez minutos en llevarnos al hotel más cercano, no era algo lujoso, ni mucho menos muy bonito, pero por ahora era lo que necesitábamos. Él hombre nos ayudó con nuestras maletas, cosa que ambas agradecimos con una buena propina, un chico de nuestra edad, estaba sentado en el mostrador con la misma cara de cansancio que nosotras, toque la campanilla que había a su lado y se sobresalto.
- bienvenidas al ho...- lo corté, necesitaba una habitación con urgencia, no su saludo de bienvenida.
- necesitamos una habitación- él chico asintió y tecleó algo en su computadora.
Mire a Marián por un momento y sus ojos empezaban a cerrarse, aunque tampoco estaba acostumbrada al cambio de horario podía manejarlo un poco mejor que ella. Además de eso había podido dormir unas cuantas horas en el avión, mientras que Marián se dedicó a jugar con su tablet.
- hay dos habitaciones disponibles, una de ellas es sencilla, por otro lado tengo esta que es matrimonial- él sonrió con profesionalidad, mire a Marián y ella solo asentía.
- la tomamos- me tendió unas llaves- ¿podemos pedir servicio a la habitación?
- claro, en cuanto estén en su habitación pulsa el botón número uno y alguien tomará el servicio.
Nos metimos al ascensor junto a nuestras maletas, pulse el botón de la ultima planta y este emprendió marcha, no sabia si tenia mas hambre que cansancio pero de alguna forma las dos estaban acabando conmigo. Salimos como pudimos arrastrando nuestras maletas y nos metimos dentro de la habitación. Era bastante pequeña para ser matrimonial pero la gran cama lo recompensaba.
Corrí hasta él teléfono y una dulce voz tomó nuestra orden, no pedí algo muy pesado, pero si que ayudará a acabar con el hambre que ambas teníamos.
- tu madre te va a matar en cuanto te vea- negué, iba a enojarse un poco pero sabia que le iba a encantar esta sorpresa.
- el que me va a matar es Thomás, hace mucho no hablo con él.
Thomás era mi hermano mayor, antes de que mi padre conociera a mamá, ella había tenido una relación pero las cosas no resultaron bien, él los dejó y después de unos meses ellos se conocieron, no duraron ni tres meses cuando yo ya venia en camino.
El ruido de la puerta interrumpió mis pensamientos, abrí la puerta y me entregaron una charola con las cosas que yo había pedido, le di un billete de diez dolares a la chica y se fue sonriente.
- ¡A comer!
(***)
La casa de mi madre no era muy grande, pero estaba muy bien cuidada, la pintura de color salmón oscura, hacia resaltar la casa, la mayoría de ellas tenían colores claros, pero era mi madre no podía esperarse menos, las escaleras de mármol estaban cubiertas por un poco de nieve, la madera oscura estaba demasiado fría, pero gracias a dios la puerta desprendía un poco de calor. Toque dos veces esperando que alguien viniese a abrirla pues nuestros abrigos no era suficientes para el frío tan devastador.
- necesito que com.... ¡Megán!- mamá se lanzo a mis brazos- ¡o Marián también viniste!- nos apretujo a ambas.
La puerta se abrió por completo dejandome ver a Thomás, me quito del hagarre de mi madre y me levantó en sus brazos como cuando era niña, no podía describir la felicidad que sentía al verlos, había pasado mucho tiempo desde la última vez.
- ¿a que hora llegaste?, son cerca de las nueve- volvió a abrazarme.
- en realidad, llegamos en la madrugada pero no quisimos molestarlos- entramos y la casa estaba igual que como la recordaba, aunque ahora un poco mas amueblada.
Mientras Cintia me decía cuanto me extrañaba, mi hermano subía nuestras maletas a las habitaciones, en ese mismo instante una Agnet demasiado contenta bajo por las escaleras.
- ¡Maldita castaña!- me envolvió en un abrazo, Marián carraspeo y sus azules ojos se dirigieron a ella- ¡Pelirroja sin alma!- tiró un poco de su cabello para después abrazarla.
- dejalas respirar Agnet- Thomás venía bajando las escaleras, se acerco a nosotras y paso su brazo por los hombros de Agnet.
- ¡Salgamos de fiesta!- negué, Marián asintió como perrito de auto- vamos Meg, no te veo desde hace dos años.
- estoy cansada, quiero dormir como un oso hasta mañana- me tiré al sofá.
- no claro que no- ambas chicas hablaron al mismo tiempo- iras a tu habitación, te pondrás un lindo vestido y nos iremos de fiesta esta noche- Agneta de verdad estaba enojada.
- pero es jueves- replique molesta- no voy a irme de fiesta un jueves.
- me importa una mierda Meg- ahora era Marián la enojada- dijiste que íbamos a divertirnos, cumple tu palabra.
Tenia toda la razón, ella pasó por delante de mi, la seguí y me metí a mi habitación, saque un vestido azul marino de una sola manga ajustado y lo pase por encima de mi cabeza, me coloque mis tacones plateados y retoque mi rostro con un poco de maquillaje. ¿Para que me enojaba?, iba a divertirme como nunca esta noche.
Al salir las chicas estaban en la puerta de la entrada, ambas se veían muy bonitas, Marián con un vestido color esmeralda hasta por encima de los muslos, zapatos negros y su cabello rojizo recogido en un moño, Agneta con uno de color vino ceñido a su cuerpo, zapatos dorados y su cabello negro alisado. Thomás llevaba una simple camisa de vestir a cuadros, pantalones oscuros y mocasines marrones.
Hoy iba a divertirme como nunca en la vida.

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Una Noche
ChickLitNada puede cambiar en una noche ¿o si? Claro que puede, ¡Maldito alemán mentiroso!