La cara de Gunther había hecho que mi corazón se apretara con mucha fuerza, no era mi intención plantar esa expresión en su rostro pero no podía aceptar ser su esposa, habían demasiadas razones para no hacerlo pero la distancia no era una de ellas, si las cosas entre Gunther y yo no hubiesen terminado como lo hicieron y en vez de haber huido aquella noche se hubiese quedado a mi lado afrontando lo que la vida nos estaba poniendo enfrente yo en este instante estaría extasiada de felicidad y no de la tristeza que se había instalado en mi pecho.
Al querer hablar la llamada dio por finalizada y eso era solo una pequeña parte de lo mal que estaba siendo mi "Día feliz" de mi boca no salían mas que balbuceos o palabras sin sentido alguno, Agnet junto a Ian fueron los primeros y únicos en entrar, los demás al ver mi rostro lleno de nuevas lagrimas se habían detenido quitando de inmediato las sonrisas que traían en su rostro haciéndome saber que ellos sabían sobre esto.
- le dije que no- susurre por fin pero al parecer lo dije tan bajo que los rostros de mis amigos se acercaron demasiado al mio- dije no- repetí- yo...oh mierda le dije que no a la propuesta del hombre que me ha vuelto loca desde que lo conocí, lo peor es que siento que fue lo correcto, que Gunther merecía mi rechazo por aquella noche pero luego esta ese maldito sentimiento de culpa y arrepentimiento que solo me hace llorar y desear....¡Mierda! ¿Que paso por mi cabeza?, eso fue muy lindo Gunther arrodillado frente a una cámara sosteniendo un anillo precioso mientras yo estoy aquí desarreglada, fea y gorda ¿Como pude rechazarlo?
- Con la boca ¿como mas?- mire de mala manera a Ian quien solo reía- lo siento Meg pero seré yo quien te diga que eso es lo mejor que has podido hacer en todos estos meses-tomo un bombo de la caja que había a mi lado y lo llevo a su boca- Ese alemán merece sufrir un poco más, no creo que Megan valga tan poco como para que eso sea suficiente.
- ¿Por que mejor no vas y escupes toda tu mierda donde lo necesiten?, por ejemplo donde esa enfermera que no deja de babear por mi novio- la mirada gélida de Agnet fue suficiente para hacer que Ian saliera de la habitación- ¿Por que le dijiste que no?
- Es que ni yo lose Agnet- dije rendida- enserio me gusta Gunther se nota a kilómetros pero al oírlo decir que quería casarse conmigo entre en pánico y la primer palabra que vino a mi boca fue un no- Agnet solo me observaba confundida así que dije lo que en verdad pensaba- Pienso que Gunther solo quiere casarse conmigo porque estoy esperando dos hijos suyos y no quiero que se sienta en la obligación de hacerlo, yo puedo cuidar perfectamente de ellos, no necesito que se case conmigo o que les de su apellido nada de esas cosas son importantes para mi.
-Deja de decir baboseadas de por Dios, si Gunther hizo lo que hizo fue porque en realidad te ama no cualquier hombre llama a las dos de la madrugada para pedir el permiso de tomar tu mano- abrí ligeramente mi boca sintiendo un gran hueco en mi estomago- él planeo todo esto en la mañana Meg, al principio juro que quise mandarlo a la mierda por tomarse la osadía de llamar a esa hora pero en cuanto pronuncio anillo y boda me ofrecí a ayudarlo con cualquier cosa que necesitase, pero el idiota de Gunther dijo que solo seria el mismo.
¿Que tan estúpida podría sentirse una persona? Me sentía horrible y despreciable, el hueco que se había formado en mi estomago era tan grande que solo me produjo nauseas, me levante de la cama lo mas rápido que se me permitía y casi corrí hasta el baño, expulse absolutamente todo lo que había en mi estomago, de alguna forma eso me hizo sentir mejor, al volver a la cama tome el portátil entre mis manos rogando que Gunther no fuera igual de despreciable que yo y tomara la llamada, necesitaba explicarle la razón de mi respuesta para que no pensase cosas erróneas pero como la vida me amaba tanto nada sucedió, cada intento de llamada era rechazado o simplemente ignorado.
Todos se fueron dejándome nuevamente sola, pero ahora había un gran dolor en mi pecho por haber sido tan impulsiva y temerosa, ¿Por que temía decir que si? a pesar de todo Gunther no era un mal hombre, solo un estúpido que tomo malas decisiones pero mi miedo no era realmente el que le había dicho a Agnet, era uno mucho más grande. El miedo de que mi relación con él terminara igual que la de mis padres me atemorizaba, los amaba con toda mi alma pero su relación duro tan poco y hubo tanto dolor de parte y parte para luego de unos años terminar como amigos solo por nosotros no me agradaba. Me deje caer rendida en mi cama para poder descansar un poco, mi día especial había sido mas tortuoso que cualquier otro día.
(***)
- No quiero escucharte ni verte Megan, justo ahora lo único que quiero hacer es cerrar la pantalla de la laptop - sus ojos verdes destilaban enojo y aunque algo dentro de mi sabia que lo merecía no me gustaba que me viera de esa manera.
- Gunther por favor- trate de hacerlo entrar en razón pero solo una risa amarga salio de sus labios.
- ¿Por favor? ¿acaso tuviste compasión de mí y mis sentimientos? ¿fuiste consciente que con ese simple no ibas a romper una parte de mi?- no sabía que decirle, como siempre lo único que pude hacer fue bajar mi mirada para no ver la suya que parecía escrutar cada parte de mí.
- Te amo Gunther- una sonrisa de lado apareció en su rostro.
- Y yo te amó a ti- soltó una bocanada de aire- Meg será mejor que termines la llamada ahora, no quiero comportarme como un idiota y mandar a la mierda todo lo que siento por ti.
- Pero Gun...- volví a insistir.
- ¡Me heriste!- grito por fin sacando todo lo que se había estado guardando- yo...yo trate de hacer las cosas lo mejor que podía Meg, estaba ilusionado tenía mis maletas listas esa misma noche para volar y verte, hacer las cosas oficiales poniendo ese hermoso anillo en tu dedo pero tú... Oh mi Dios Megan lo arruinaste y enserio lo siento tanto.
La llamada volvió a cortarse, las cosas no estaban saliendo bien, nuestra "relación" se estaba agrietando de a poco y ahora la única culpable era yo.

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Una Noche
ChickLitNada puede cambiar en una noche ¿o si? Claro que puede, ¡Maldito alemán mentiroso!