Capítulo 4

137K 7.9K 433
                                    

¿Cómo le dices a tu papá, que ya no puedes quedarte más tiempo en su casa, porque odias a su nueva esposa?, fácil, tomas tu maleta, la llenas de toda tu ropa y le dices la verdad. Solo había estado aquí cinco días y estos habían sido una completa tortura, Amelia junto a Jeremy no paraban de fastidiarme, o darme malas miradas cada vez que abría mi boca.

- Megán quédate- William sacaba la ropa de la maleta.

- papá- detuve sus manos- odio a Amelia y a su hijo, pero si tu eres feliz con ella no voy a interponerme, solo déjame marchar, ambos sabemos que esto es lo mejor- vi algunas lagrimas asomarse pero desvió la mirada.

- promete que vas a venir a visitarme antes de que tus vacaciones acaben- asentí y bese su mejilla.

- ¿puedes llevarme al aeropuerto?- asintió, salió de la habitación con una mueca, pero esta era la mejor decisión.

Seguí empacando mi ropa, que aunque no era mucha no podía llevarla desordenada, apenas termine, cerré mi habitación con la llave que papá me había dado hace unos días, baje las escaleras haciendo el menor ruido posible para no despertar a las horribles personas que habían en las otras habitaciones. William miraba por la ventana cuando baje por completo las escaleras, me acerque y toque su hombro, trato de darme una sonrisa pero hizo una especie de puchero. No me gustaba verlo así, al fin yo era su única hija pero simplemente no podía esa mujer acababa con mi paciencia en pocos minutos.

(***)

El camino al aeropuerto fue bastante silencioso, lo mismo pasó con la despedida, papá se limito solo a darme su bendición y unas cuantas palabras. Cuando el avión aterrizo en New York me sentí tranquila, ya no tenía que soportar a esposas malhumoradas gastando todo el dinero de tu padre, o hermanastros que solo querían toquetearte. Estaba en casa.

Llame a Ian para avisarle de mi llegada, casi le da un paro cuando le di la noticia y dijo que estaría en mi casa dentro de unas horas, pare un taxi, le di la dirección de mi edificio y este partió, durante el camino hice una lista de lo que tenía que hacer para que al llegar mi departamento no fuera un basurero. Pague al taxista, corrí hacia dentro del edificio, el clima era frio y yo solo tenía unos shorts blancos y una camisa de tirantes morada.

Me metí dentro del elevador y marque mi plaza, la maleta pesaba un poco más de lo que recordaba, el ascensor se abrió, Salí de ahí despavorida para descansar un poco, se suponía que en las vacaciones tu podías dormir hasta el medio día, pero no, Amelia se encargaba de despertarme a las ocho de la mañana, solo para verme de mal humor todo el día. Me tire a mi cama como venia ansiándolo desde hace mucho, mas tarde haría la maleta y contrataría a alguien para que limpiara mi departamento, por ahora solo quería dormir como Yogi.

(***)

- uhm no pares- me removí en mi cama, esto se sentía muy bien.

Cualquiera que estuviera haciendo esto, sabía hacerlo muy bien, volví a removerme en mi cama pero no cambie mi posición, abrí mis ojos perezosamente para encontrarme con las lagunas azules de Ian, el siguió apretujando mis hombros, trazando círculos en la parte baja de mi cuello y por fin me sentí relajada, me levante y bese la comisura de sus labios, un atisbo de sonrisa trato de salir pero solo se quedo en eso, un atisbo.

- ¿Cómo entraste?- me levante para tomar un poco de agua, Ian venia tras de mí.

- Meg nunca cierras tu puerta- tomo una pera de la encimera- estoy seguro que algún día le alegraras la vida a un ladrón.

- se defenderme- me encogí de hombros terminando de tomarme el vaso con agua.

- claro- se burlo.

Mire por un momento el reloj que había en la cocina, este marco las siete cuarenta y cinco, ¡vaya! Me había perdido el almuerzo y la merienda, tome el teléfono ante la atenta mirada de Ian que no entendía porque me veía de esa manera, pedí comida mexicana, los ojos de mi amigo brillaron al escucharme. Colgué y fui directo a mi habitación, tome mi pijama de pollitos, llene la tina y vacié un poco de sales con olor a lavanda.

Mientras me desnudaba la puerta del baño se abrió, dejándome ver a Ian, sonreí en su dirección y termine de desvestirme, me introduje en esta con un poco de brusquedad haciendo que un poco de agua se derramara, cerré mis ojos olvidando por un momento que Ian seguía aquí conmigo, al abrirlos sus azules ojos me miraban de una manera extraña.

- ¿Por qué me miras así?- pregunte después de estar tanto tiempo en silencio.

- eres hermosa- me dio un casto beso en los labios.

- gracias- dije un poco extrañada.

De pronto una de sus manos fue a mi cuello atrayéndome más a él, me beso con necesidad, algo que me extraño mucho mas, sin embargo seguí su beso, su otra mano delineo mi clavícula, fue descendiendo por el valle entre mis pechos hasta quedarse por encima de mi ombligo, trazo círculos en esa parte enviando algunas corrientes a mi entrepierna, al separarnos vi como sus ojos se habían oscurecidos, sus pupilas estaban ligeramente dilatadas y sus labios ahora hinchados se veían demasiado apetecibles.

Lo tome por la camisa atrayéndolo de nuevo a mí, esta vez su mano se adentro un poco más abajo llegando al centro de mi entrepierna, sus dedos trazaban lentos círculos, la otra pellizcaba mis pezones que estaban bastante hinchados y erectos, con manos temblorosas desabroche sus pantalones y saque su erección, se sentía tibia entre mis manos que estaban un poco frías, empecé a mover mi mano de arriba abajo por toda su longitud, hasta que sentí como uno de sus dedos invadía deliciosamente mi entrepierna, me retorcí un poco e introdujo un segundo dedo, su dedo pulgar acariciaba mi clítoris de una manera casi tortuosa. Mi mano iba cada vez más rápido sobre su erección haciéndolo soltar gruñidos, necesitaba venirme, pero no quería hacerlo así, quería a Ian dentro de mí.

- Ian...te necesito dentro- gemí.

No tuve que repetírselo, entro con su ropa a la bañera, tanteo mi hendidura y se introdujo de una forma violenta dentro de mí, tuve que ocultar la mueca de dolor que sentí porque si la mostraba sabía que iba a detenerse, sus embestidas subían de intensidad, el agua salía de la bañera con cada uno de nuestros movimientos, cuando estaba a punto de llegar el tomo uno de mis pezones en su boca y lo mordió, ese simple gesto hizo que me viniera gritando su nombre. Dos embestidas mas y al igual que yo grito con un gruñido mi nombre, pego su frente a la mía calman do su respiración.

- Me gustas Meg- lo soltó después de un rato en silencio.

No, no, no esto no me podía estar pasando, Ian era mi mejor amigo, no podía hablar enserio o ¿si?

Arriba Ian *-*

Una NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora