Capítulo 24

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Presto atención a cada palabra que me dice la doctora e inclusive lo mas importante lo escribo en mi agenda, galletita esta bien, pero me preocupa el hecho de haber bebido cuando el ya se encontraba en mi vientre, la doctora dice que hay que esperar y asiento mientras salgo de su consultorio con un gracias.

- ¿No estas feliz?- Ian lleva la primera ecografía de galletita en su mano y la mira como si fuera lo mas perfecto, claro esta que yo solo puedo ver una pequeña bolita blanca.

- lo estoy- suelto un suspiró- me hubiera gustado que....ya sabes- muevo mis manos en el aire tratando de explicarle.

- que él hubiera estado contigo- asiento con lágrimas contenidas.

Mientras caminamos hacia el ascensor Ian pasa sus manos por mis hombros, el maldito de Gunther no sale un solo minuto de mi cabeza cosa que solo hace que duela o maldiga en silencio por ser tan estúpida y seguirlo queriendo. Sigo tratando de entender porque ese alemán logro conquistar mas rapido mi corazón de lo que lo hizo cualquiera, pero no encuentro ninguna explicación, lo único que se es que me duele el hecho de que solo se hubiera acostado conmigo, nos subimos al ascensor en completo silencio y esa es otra de las cosas que amo de Ian, siempre sabe cual es el momento indicado para callarse.

Al llegar al estacionamiento, miró hacia ambos lados para evitar que algo como lo de hace veinte minutos se repita, no puedo arriesgarme, la doctora a dejado bastante claro que debo descansar y hacer el menor esfuerzo posible. Cuidare de mi galletita lo mejor que pueda.

(***)

El lunes por la mañana mi plan de mantenerme tranquila se va a la mierda, sus ojos chocolates me miran con diversión y aunque quiero sonreír debo ser profesional y actuar como si nunca lo hubiera visto en la vida.

- el señor Russell por favor- su blanca sonrisa me deslumbra, muerdo mi labio evitando sonreír cosa que lo hace fruncir el ceño- ¿Qué pasa señorita O'donell?

- señor...- me hago la tonta y su ceño se frunce.

- Hans- sonríe y niego para que me diga su apellido- vas a tener que darme algo para averiguarlo- se inclina en mi escritorio y muy cerca de mis labios susurra- tu número por ejemplo.

- en tus sueños Dikoudis- su sonrisa se borra y ahora es tiempo de que la mía salga- en un momento el señor Russell lo atenderá.

Decido seguir haciendo mi trabajo ante su atenta mirada, dejó el contrato que el señor Russell me a pedido y respondo algunos correos, el día había estado bastante tranquilo, pero su sola presencia me hizo poner los nervios de punta, había algo en Hans que al igual que en Gunther llamó mi atención. Sus comentarios fuera de lugar junto a aquella risa varonil me estaban haciendo perder la paciencia, podía ser demasiado guapo pero odiaba que interrumpieran mi trabajo.

- señor Dikoudis- tome el puente de mi nariz y lo apreté- no quiero ser grosera pero si no le molesta podría irse hasta ese sofá y mantener su boca cerrada.

- oh Megán mi boca podría hacer mejores cosas que esa- no pude evitar sonrojarme, su risa me hizo sentir mas incómoda y decidí que era mejor ser yo la que mantuviera su boca cerrada.

Pero gracias al cielo Hans hizo lo que le pedí, se mantuvo callado pero con su mirada fija sobre mí, el señor Russell tardó cerca de veinte minutos en atenderlo y cuando su cuerpo desapareció por la puerta de su despacho pude respirar con más tranquilidad, comí de mis galletas y exhale, parece que todos los hombres que conozco quieren volverme loca.

Mientras organizó algunos papeles el teléfono por el que me llama mi jefe suena, me apresuró a contestar y en cuanto pide mi presencia en su despacho maldigo, Hans sigue allí y esperó no haya pronunciado alguna palabra con el hecho de conocerme. Toco dos veces la puerta y su imponente voz me pide que entre, de inmediato mis ojos se encuentran con los suyos, alejó mi mirada y me concentró en Irvin.

- Sientate Megán- hago lo que me pide- quiero que conozcas al señor Dikoudis, su padre y el mío tienen algunos negocios y hemos decidido trabajar en un nuevo proyecto para generar algunas ganancias extras.

- oh muchas felicidades señor Russell- sonrió de manera profesional y el me la da de vuelta- no quiero sonar grosera señor pero... ¿Qué hago aquí?

Oh no, el cruza sus dedos bajo su barbilla y eso solo lo hace cuando va a pedirme algo muy importante, pasa su mirada de mi a la de Hans y mi cerebro ya tiene una idea de lo que va a pedirme.

- eres una de las pocas personas en las cuales confió y como ya has visto en mi agenda, estaré fuera del país por dos meses, Katherín se quedará en tu lugar el tiempo que sea necesario y podrás trabajar desde casa o en la sala de juntas, solo necesitó que lo hagas junto al señor Dikoudis.

Abrí mi boca no por la sorpresa, porque en ocasiones pasadas fui de mucha ayuda para algunos de los socios del señor Russell, la abrí porque la sonrisa de Hans se había hecho inclusive más grande con la noticia, pasar tiempo a su lado no iba ser un sacrificio ni mucho menos una pérdida, pero me ponía bastante nerviosa el hecho de tenerlo cerca, de alguna manera me recordaba a Gunther y si lo hacia obviamente me atraía.

- claro señor- la sonrisa de Hans se borro, si pensaba que iba a gritar o hacer un escándalo para que no me dejaran a su lado estaba equivocado.

El señor Russell me da una gran carpeta con todos los documentos que necesitamos para el proyecto y Hans recibe otra, escuchó el teléfono timbrar en la otra habitación y me excusó, cuando salgo de su oficina suelto el aire que no sabia estaba reteniendo, contestó a prisa y la voz de mi madre me reconforta, hablo por un largo tiempo y cuando cuelgo la puerta se abre.

- señorita O'donell nos veremos mañana a las siete en mi casa, pasaré a recogerla, que tenga un lindo día- sale con una sonrisa del lugar y no alcanzo a recriminarle el hecho de como sabe la dirección de mi hogar.

Estos van a ser los dos meses mas estresantes de mi vida.

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