Hermanos Müller

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Despierto un poco desorientada al no saber donde me encuentro, intento levantarme pero unos brazos me rodean desde atrás, de inmediato sonrío y trato de girarme pero me tiene tan aprisionada entre sus brazos que me es casi imposible. Muevo mis manos hasta dar con su costado derecho, tocó lo que puedo pero son caricias tan vagas que no parece sentirlas, no quiero despertarlo pero realmente me urge ir al baño.

- Gunther- digo un poco fuerte, se queja un poco pero no hace ademán de levantarse- Gunther necesito ir al baño, por favor.

- No quiero- se queja como niño pequeño- vuelve a dormir, o has pipi en la cama.

- Oye eso es asqueroso- empujo mi trasero hacia atrás. Mala idea. El amiguito de Gunther está muy despierto y duro- Alguien despertó muy contento- bromeo.

- Mrs M siempre esta despierto Meg- muerde el lóbulo de mi oreja y yo reprimo un suspiro.

- ¿Qué clase de hombre le pone nombre a su pene? o mejor dicho ¿Por qué ese nombre tan tonto?- me rio pero me callo de golpe cuando Gunther de un movimiento se posiciona sobre mi.

- ¿Todos los hombres sexys?- sus labios empiezan a dejar cortos y tortuosos besos que van desde mi quijada hasta mis labios, baja hasta mi garganta y pasa su lengua para después chupar y succionar esa parte- te sorprenderías de cómo otros hombres llaman a su amigo.

No respondo, me dedico a disfrutar de sus besos y caricias. Sus manos masajean mis pechos por encima de la camisa de tirantes, mis caderas parecen cobrar vida propia porque empiezo a restregarme y a tratar de obtener mas fricción, Gunther tiene otros planes para nosotros y aleja sus caderas de mi, me quejo y el ríe. Cuando por fin abro los ojos lo encuentro observando todo mi cuerpo con una sonrisa maliciosa. Me hace girar, sus manos van a mi vientre y me incita a levantar mis caderas un poco, no lo dudo ni un segundo. Mordisquea mi trasero y esta vez no puedo evitar gemir cuando una de sus manos acaricia mis pliegues.

- Me encanta despertar de esta manera- dice antes de volver a morder mi trasero.

Sus manos empiezan a bajar los pantalones del pijama, oigo como baja también los suyos para unos segundos después sentir su erección paseándose de arriba abajo por mi entrepierna. Suelto un gemido que es callado cuando él lleva sus dedos a mi boca. Me encanta que haga eso. Entra en mi demasiado lento, demasiado tortuoso, su mano libre hace mi cabello a un lado y sube un poco mi camisa. La cual termino por quitarme. Mientras entra y sale de mi va dejando besos por mi espalda desnuda, Cuando Gunther acelera sus embestidas unos golpes en la puerta lo hacen detenerse.

Los niños tocan la puerta mientras cantan una canción.

- Sami el heladero es un pingüino feliz y gordito, vive en su patria de hielo vendiendo helados y empujando su carrito- canturrea Matthew.

- Para el león, helado de limón, para el tigre feroz helado con arroz, para el elefante un helado gigante- sigue Gareth.

- Pala toda la plandilla un lado de vanilla- termina Anuli.

Nos miramos y ambos reímos, desde que hemos salido de vacaciones a las islas Baleares los niños han estado cantando esa canción e interrumpiendo nuestros momentos, cosa que Gunther no pasa por alto y comenta.

- Amo a mis hijos Meg pero ¿Por que siempre interrumpen mis momentos de calentura?- hace un puchero, luego ríe- Hablo enserio, es como si tuvieran una alarma para venir cada vez que nos estamos divirtiendo. Son unos envidiosos, espero que cuando tengan la edad para divertirsen no se enojen cuando yo interrumpa sus polvos.

- ¡Gunther!- no puedo evitar soltar una carcajada- Vamos, no quiero seguir oyéndolos cantar esa canción.

Gunther va a ducharse y yo vuelvo a ponerme la pijama, abro la puerta para que ellos entren. Anuli quien ahora tiene tres años es la primera en entrar, se sienta en el gran sillón como toda una princesa y los niños la siguen. Desde que Anuli empezó a caminar ellos han sido muy sobreprotectores, Gareth le encanta pasar tiempo con ella para enseñarle todo lo que aprende en la escuela, Matthew es más de jugar con ella a ser su caballero y salvarla de dragones, o de osos de felpa malvados. Cada uno se empeña en llamar su atención de diferentes formas y a ella parece encantarle.

Amo que los niños no la traten diferente, que siempre quieran defenderla a pesar de lo pequeños que son, que la incluyan en cada uno de sus planes. Cuando Gunther sale soy yo la que va a ducharse, no tardo mucho porque se supone hoy vamos a llevarlos a dar un paseo por el mar en un barco de vela y los niños quieren ir a construir castillos en la arena. Termino y solo me pongo el vestido de baño, un delgado vestido y unas sandalias, mamá quien ha venido con nosotros nos avisa que mejor irá al spa del hotel.

(***)

Me dejo caer al lado de Gunther en la arena, he estado nadando un poco con los niños y ahora ellos se acercan hacia donde está Anuli jugando con otras niñas de su edad, me causa gracia como intenta convencerla de que vaya con ellos pero ella se niega y sigue con las niñas. Ambos vuelven a nuestro lado y se sientan molestos.

- ¿Qué pasa?- les pregunto.

- Anuli nos ha cambiado por esas mocosas- dice Gareth.

- Y ellas tienen piojos, nosotros no- se queja esta vez Matthew

- ¿Por qué no vamos por un helado?- les dice Gunther pero ellos niegan y siguen mirando donde esta Anuli- a Anuli le encanta el helado, de seguro si le traen su favorito ella jugará con ustedes.

Ambos asienten con efusividad y yo los veo marchar, cuando ya están lejos llamo a mi pequeña quien no duda en venir corriendo hacia mi, se sienta en mis piernas, arreglo su lindo traje de baño de flores, su balaca a juego con el traje se ha corrido un poco y la ajusto para que ese montón de rizos no se vengan a su rostro. Ella empieza a jugar con la arena y la ayudo a hacer figuras con nuestros dedos, nos entretenemos así por un largo rato hasta que decido averiguar porque Anuli no quería jugar con los niños.

- ¿No querías jugar con tus hermanos Anuli?

- Ño mami- ella sigue en lo suyo sin mirarme.

- ¿Por qué?

- Ellos me acapalan- se encoge de hombros- y yo soy una plincesa lible.

- ¿Ya no los quieres?- ella abre muchos sus ojos y niega.

- Papi dice que quelel es poco, yo los amu- esta vez no puedo evitar apretujarla entre mis brazos.

-Sabes que ellos también te aman ¿verdad?- asiente con una sonrisa.

Ambas seguimos jugando por un largo rato hasta que mis tres perfectos hombres se acercan con los helados, al ver que Anuli ya no esta junto a las mocosas sino que está a mi lado los gemelos vienen corriendo, le ofrecen su helado y empiezan a hablar con ella de cosas que solo los niños entienden. Al acabar ellos toman las cosas para poder hacer los castillos y junto a Gunther los acompañamos cerca al agua para que hagan sus castillos allí.

- Se aman mucho- dice de repente.

- Lo se, y son tan unidos. Ambos la protegen y la cuidan.

- Que bueno que lo hacen, ya no tendré que pagarle a tu hermano para que espante a los pretendientes de Anuli cuando crezca- golpeo su hombro y ambos vamos a ayudar a los niños.

Jugamos por un largo rato hasta que empieza a anochecer, decidimos recoger nuestra cosas y llevarlos a comer, al terminar los niños empiezan a estar cansados y mientras los cambiamos y los llevamos a su habitación, no puedo evitar pensar en lo afortunada que soy al tenerlos, cada uno de ellos tiene y marca un papel fundamental en mi vida. Amo lo que tengo, lo que en Una noche la vida me dío y el último regalo que nos trajo a nuestras vidas. Soy feliz, inmensamente feliz con mi vida.

Una NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora