Mi minino.

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Una vez que llegaron a casa del mayor, Harry por su parte con las manos sudorosas y por supuesto, con pensamientos inadecuados hacia el menor por cinco años que tenía a su lado, y este, Louis, notablemente nervioso y por alguna razón poco lógica, se encontraba sonrojado, pero en exceso, asi como a Harry le gustaba estar a solas con Louis, a Louis lastimosamente o no también, pero eso no quitaba el hecho de que Louis seguía siendo un pequeño penoso y tímido bebé.

El bebé de Harry, claro.

Entonces Louis, bienvenido a mi casa, perdona el desorden. -Harry se encoge de hombros y abre la puerta de su casa mostrando un lugar completamente amplio, lindo y limpio, Louis si era sincero había quedado fascinado por ese lugar, era precioso, tan refinado, tan vintage, tan elegante, tan...un daddy.

No se donde se encuentra ese desorden profesor, su casa es preciosa. –Respondió por fin Louis entrando a la casa, y a su vez, mirándolo todo con tremenda atención.–

¿Puedo ofrecerte algo, Tomlinson? –Dijo Harry caminando a su cocina, colocando su cafetera de mano en la estufa, para después voltear mientras se recargaba en su barra, y admiraba a Louis, quien ahora se encontraba sentado en uno de los sofás de terciopelo color café oscuro, con la mirada baja, y siendo bastante juguetón con las mangas de sus manos debido a que estas le quedaban algo grandes.–

Hum...–Susurró Louis pensando, no podía concentrarse, había algo que le decía que algo le iba a suceder, pero no algo malo, si no todo lo contrario, cosa que ponía aun mas nervioso de lo que ya estaba al pequeño y tímido Tomlinson.– Un té de jazmín si no es mucha molestia, aunque, si no tiene, puede sustituir ese té con un vaso de leche, la leche es deliciosa.

Y como siempre, Harry malinterpretó las cosas, malpensó, y a consecuencia de eso un bulto en su pantalón ganó.

Mi leche es buena. –Dijo Harry como respuesta, mientras servia en un vaso leche tibia.– Claro, y es que es de soya, espero eso no te moleste, no me agrada mucho la carne o algo que tenga que ver con el maltrato animal.

–Louis, asombrado, niega y se levanta del sofá mientras tintalea al caminar en dirección de Harry.– No me molesta, y aunque nunca había tenido la oportunidad de tomar leche de soya, puedo apostar que por el simple hecho de que a usted le guste sabe deliciosa.

Ay Louis, me darás diabetes verbalmente o literal, los dulces que vendes son deliciosos y me ponen gordo. –Harry menciona haciendo una mueca, y por su parte, Louis ríe por aquella ocurrente respuesta.– Ayudame a alcanzar las galletas de nuez de la alacena, por favor Lou.

Y como si hubiese sido una orden estricta, Louis asintió y se puso de puntillas intentando con su mayor esfuerzo alcanzar las dichosas galletas, pero por motivos obvios, su altura no se lo permitía. Dándose por vencido, tomó una silla del comedor de Harry y se subió a esta logrando su objetivo, pero, para su mala suerte, cuando iba a bajar la silla comenzó a moverse, llenando de pánico a Tomlinson, dejándolo a su vez orando porque no fuese a caerse.

Pero...bam, bam, bam.

La silla se tambaleó y el chico sobre ella igual, logrando que este diera un salto en el aire y cayera, por obra del espíritu santo, porque todos somos católicos, claro, en los brazos de su profesor de psicología, dejando sus rostros a una bastante corta distancia, a tal grado de que ambos sintieran la respiración del otro en sus caras, incluso mezclándose con la de si mismo volviendo el ambiente algo tenso.

Después de un par de segundos de una mirada fija, Louis bajó la mirada notablemente sonrojado, mientras que Harry lo miraba con cierta diversión debido a lo lindo que lucía.

Uhm...–Susurró Louis comenzando a patalear en los brazos de Harry, dándole a entender que quería que lo bajara.– Bajeme, profesor.

–Moviendo su cabeza, volviendo a reaccionar, Harry bajó a Louis hasta que sus pies pequeños pisaron el suelo, y una vez ahí lo sujetó son fuerza de su pequeña cintura, volviendo a hacer revolver sus respiraciones una vez mas.– Listo, pequeño minino.

–Al escuchar el peculiar apodo, Louis alzó la mirada haciendo rozar sus labios con los de su profesor, separándose de forma casi instantánea al sentir ello, claramente  eso hubiese hecho si los brazos en su cintura lo hubiesen dejado huir, pero no fue así, definitivamente no la tenía tan fácil.– Yo...Uh.

No muerdo Lou, tranquilo. –Habló Harry primero, teniendo cierto cinismo en su voz y juego, o bien, algo de burla, haciendo que una vez mas cada que alguno de los dos moviera sus labios estos chocaran con los del otro, casi casi formando un beso.– A menos que quieras que lo haga, y si es así, no dudes en pedirme, aquí se trata de consentir. –Se encoje de hombros y da un leve apretón en la espalda baja de Louis con ambas manos, ya que tenía en su espalda baja posadas estas.–

Yo solo quiero...–Las palabras no salían de la boca del pequeño, estaba simple y sencillamente nervioso, perfectamente con las mejillas teñidas de un carmesí encendido y los brazos fina y delicadamente posados en lo ancho de la espalda del mas alto, abrazando sus hombros por inercia.– Solo quiero...que me suelte, Harold.

–Harry al instante niega, y mira de forma sutil los labios del chico a quien tenía sujetado, causando que por ello, este mismo se los mordiera.– Oh, no puedo dejarte ir si no hago algo antes minino, me parece que he estado esperando mucho por ello, y no seguiré en esa espera, ni lo creas.

Entonces, Louis entendió.

Harry iba a ser el causante de esa cosa que le iba a suceder que no precisamente era algo malo.

Never Enough.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora