Amor igual.

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Dos semanas después...

A ver bebé, di "papá". –Susurró el de ojos esmeralda con la vista fija en el pequeño ruloso sentado en la silla para bebés.–

No, no. –Negó Kendall soltando una carcajada al escuchar al pequeño balbucear.– Di "mamá" mi amor, no lo que dice tu papá, no.

No, no. –Negó ahora el de ojos azules acercándose a ellos, tomando a Edward de la silla para abrazarlo y así, mecerlo.– Enséñales lo que sabes decir realmente, amor.

Los ojos de la morocha y los del ruloso se abrieron como platos al escuchar al pequeño murmurar un suave "Lou", mientras que el mencionado subía y bajaba sus cejas en una burlona forma.

¿Cómo?...–Cuestionó el mas alto enarcando una de sus cejas, rodando sus ojos.– Seguro le haz dado algo, un dulce, o qué se yo.

Un peluche, no olvides los peluches. –Añadió Kendall asintiendo, soltando un bufido para justo después colocarse de pie y caminar con una sonrisa ladina a Lou, tomando al pequeño de sus brazos.– Ustedes deberían ya irse a arreglar, se casan hoy en doce horas, ¿qué hacen aún aquí?

Ambos chicos se miraron y formularon un puchero en sus bocas al igual que un fruncido ceño.

No sé Kendall, no creo que sea justo dejarte con todo el cuidado de Ed. –Musitó Louis negando, mordiendo su labio inferior.– Perdón que quizá esté tomando otras atribuciones, pero me enamoré de Ed y no sé.

Concuerdo con mi prometido Kendall, deberíamos quedarnos un poco más. –Asintió ahora el ruloso con una media sonrisa, encogiéndose de hombros al ver el ceño fruncido de Kendall.–

Ya basta chicos, actúan como si no supiera cuidar a mi propio hijo. –Habló la morocha con cierta molestia, mirando al pequeño con una enternecida sonrisa.– Nosotros vamos al salón de belleza y enseguida a la casa a vestirnos, y llegaremos puntualmente a la iglesia a las 08:00p.m., ¿de acuerdo?

–Lou miró a Harry mientras mantenía su puchero, asintiendo lentamente, acercándose enseguida hasta ella para besar su frente y la de Edward.– Adiós, amor.

Adiós campeón. –Dijo Harry luego de hacer las mismas acciones de su pequeño, tomándolo así por la cintura caminando hasta la puerta junto con la chica.– Pero si algo pasa, no importa que sea, iremos, ¿de acuerdo Ken?

De acuerdo, y los amo por eso, nos vemos en un ratito más. –Susurró con un notable sonrojo en sus mejillas, levantándose en puntillas para besar la mejilla del más alto, e inclinarse para besar la del más pequeño, despidiéndose con la mano mientras salía y cerraba la puerta detrás de ella.–

Bien amor, hora de empezar. –Dijo Harry recargando su mentón en la curva del hombro de Louis cerrando sus ojos.- Llegó el día.

El mejor día. –Corrigió el menor acuñando una de las manos del más alto entre sus palmas, acariciándola suavemente con sus dedos.– El día en que podré llamarte mi esposo, ¿puedes creerlo? ¿No es increíble?

Es malditamente creíble, amor, porque va a suceder, al fin vas a ser mío, mío y sólo mío. –Exclamó el ojiesmeralda girando a su pequeño prometido para mirarlo y dejar un casto beso sobre sus labios con la sorpresa, de que su pequeño soltó sus manos y abrazó su cuello, impidiéndole así separarse.–

Ambos labios comenzaron a moverse en una maravillosa sintonía llena de sentimientos; el ritmo no iba rápido, las manos se mantenían en lugares que debían, las respiraciones estaban más que relajadas, tan solo era un beso lleno de amor correspondido, de amor igual.

Una de las manos del mayor fue hasta la mejilla del pequeño para dejar una serie de círculos imaginarios con su pulgar, la otra la dejó sobre la pequeña cintura, ahí haciendo leves apretones delicados incapaces de hacer daño.

Never Enough.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora