Samuel no podía dejar de mirar en dirección a la celda del novato.
Se encontraba con el ceño fruncido, y las manos agarradas, con fuerza, a los barrotes, como si a quién estuviese estrangulando fuese el chico y no unos insignificantes hierros.
Se intentó tranquilizar. Quiso pensar en cualquier otra cosa que no tuviera que ver con él, pero le era imposible.
—¿Estás bien, amigo? —Percy hacía rato que lo había estado observando. Las circunstancias en el comedor lo habían obligado a apartarlo de ellos, para que los jefes no los implicara en nada.
Últimamente tenían más cuidado con eso, y no se metían en líos como acostumbraron desde un principio.
—Lo estoy —respondió—. Es sólo que no me gustó soltarlo tan pronto.
—Imagino —La silueta del hombre se acercaba a pasos lentos, hasta llegar al límite—. Pero hoy se ha llevado una bonita sorpresa. Una hermosa quemadura.
Samuel clavó los ojos en su compañero, para a continuación fijarlos donde estaban.
—Ni siquiera he podido verla. Me hubiera encantado contemplarla.
—Y lo harás —dijo Percy—. No tenemos prisa.
Aquellas palabras pronunciadas por el inglés, lo molestaron. Claro que la tenían. No iban a estar allí todo el maldito tiempo.
El de ojos azules se percató de la expresión del contrario y pensó que debía arreglarlo antes de que fuera peor.
—Lo que quiero decir es que de estas jaulas no podemos salir. Meterse prisa es lo último que debes hacer. No podemos salir y entrar cuando queramos, hay que ser pacientes.
El cuerpo de su compañero pareció relajarse y eso fue un gran alivio para Percy.
—¿Te cuento un secreto? —El de ojos castaños lo miró con interés, así que pudo saber su respuesta, sin necesidad de articular palabras— Cada vez que tengas un encuentro con él, tan preciado como este, mantenlo vivo en tu recuerdo. Sobretodo en momentos como estos, en los que no podemos hacer mucho más.
De Luque recibió aquel consejo como algo bastante interesante.
Podía revivir los gestos y expresiones del rostro del chico que se agazapaba asustado bajo su mirada.
Eso le resultaba excitante.
Sonrió al inglés y se volvió hacia su cama, donde podría disfrutar mejor de aquellas imágenes.
Percy hizo otro tanto.
Él era quién había provocado la maravillosa quemadura en la piel blanquecina del chico, por lo que él podía saborear más sus recuerdos que su amigo.
Le hubiera gustado tener más tiempo, para tocarla, sentir que lo había marcado, que lo había hecho sufrir por unos instantes. Pero... ya habría tiempo para eso.
Por otro lado, Guillermo se debatía consigo mismo, como solía hacer más a menudo de lo que le gustaría, pensando las posibles opciones que tenía para usar en contra de esos tres matones.
Esperaría un par de días, tres como mucho, para recuperarse de su cuerpo apaleado, después de eso, no volvería a dejar que lo usaran a su antojo.
En ese momento su cabeza volvió a centrarse en el intenso dolor que sentía en el lado derecho del abdomen.
Se levantó la prenda, para que no hiciera contacto con esta y se sintió un poco aliviado.
¿Qué se hacía cuando tenías quemaduras?
Guillermo creyó oír una vez que si era leve, debía enfriar el área afectada dejando correr agua fría sobre ella, el caso consistía en normalizar la temperatura de los tejidos quemados, así que eso es lo que haría.
Menos mal que entre las pocas cosas que había en una celda, una pequeña fuente era una de ellas.
Apretó el botoncito y esperó a que el agua saliera. Acercó la zona quemada al agua, y sintió el frío chorro golpearle.
Lo que lo hizo soltar un pequeño quejido, no fue la presión del agua, de lo cual no podía quejarse ya que el chorro salía con suavidad, sino la diferencia de temperatura entre el agua y su cuerpo.
Cuando se acostumbró, era incluso relajante. Hasta sentía que no podía separarse de aquella sensación que lo tranquilizaba.
Estuvo así durante un rato, y lo que le extrañó es que ninguno de los que habitaban en ese pasillo, junto a él, le dedicaran burlas e insultos al oír el sonido del agua.
Pero mejor así, sólo quería tranquilidad. Era por lo único que rogaba. Que lo dejaran en paz, aunque durase unos quince minutos.
Uno de los hombres de uniforme azul, se asomó para ver que hacía el chico. Llevaba un buen rato escuchando el sonido del incesante chorro. O estaba, increíblemente, sediento o tramaba algo.
—¿Qué haces? —Oyó a sus espaldas.
En ese momento dejó de pulsar el interruptor y se giró hacia la voz. Bajó su camiseta, con disimulo, como si no tuviera nada que ocultar.
—Tenía sed y... —El de bigote canoso lo interrumpió sin prestar atención a su patética excusa.
—¿Qué tienes bajo la camiseta?
El cuerpo del chico se movió, inconscientemente, para a continuación quedar inmovilizado ante la pregunta.
—Te he hecho una pregunta, maldito bastardo.
Guillermo miró sus pies, y luego posó sus ojos en la zona en la que se hallaba la quemadura, como si pudiera verla a través de la tela.
—¿Qué? —dijo él, queriendo retrasar lo que inevitablemente llegaría.
—No seas idiota. He visto cómo te bajabas la prenda —El dedo de aquel hombre señalaba su horrible uniforme de presidiario—. Déjame ver.
Samuel había levantado la vista, desde su cama, en el momento en el que la voz del carcelero se hizo presente.
Percy, en cambio, no podía ver nada, pero se limitaba a escuchar todo con atención.
Ambos se mantenían tranquilos y quietos en su sitio. Lo contrario solo les buscaría problemas, ya que podrían sospechar de ellos.
Sin embargo si no parecían prestar atención, pasaban desapercibido.
Guillermo avanzó un paso y volvió a quedarse quiero. No quería enseñárselo.
¿Por qué siempre que pasaba algo, alguien se daba cuenta?
Aquellos cabrones podían ser incluso más crueles que sus propios compañeros de la prisión.
Tenía que aprender a ser más cuidadoso.
Por fin, el chico realizó algún movimiento, e hizo caso a quién se encontraba frente a él en ese instante.
El de azul se agachó un poco y forzó, levemente, la vista. Había que cambiar la luz de esa celda. Lo harían en cuanto el chico no estuviera en su interior.
—Es una quemadura.
Y tras esas palabras, los rostros de Percy y Samuel se iluminaron, acompañando una sincera sonrisa en sus labios.
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¡Hola a todos! Espero que haya merecido la pena la espera.
Últimamente tengo menos tiempo para escribir, algo que es, realmente, frustrante y suelo tardar más de lo habitual. Pero siempre intentó avanzar un poquito cada día pasa tener el capítulo siguiente cuanto antes para que podáis leerlo. ^^Ojalá que lo hayáis disfrutado tanto como yo al escribirlo.
Os quiero mucho, mis preciosos lectores. <3

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Prisioneros [Wigetta]
FanfictionSamuel y Guillermo son dos prisioneros que empiezan su relación con mal pie. Uno hará lo posible para encarar al otro, quien, en vez de rendirse y dejar de molestarlo, se hará cada vez más pesado. ¿Qué pasará entre estos dos chicos? ¿Decidirán, alg...