¡Ayudaaaa! ¡Necesito ayudaaa!
Aquel fue el grito de desesperación de Samuel.
Desde un principio él había querido hacer daño a su enemigo, pero nunca imaginó que fuera a pasar, convirtiéndose en alguien que no era. Y, por un momento, fue su padre quién golpeaba a Guillermo...
Rápidamente, los de uniforme azul llegaron corriendo hasta la celda.
A ellos no les importaba el chico que yacía en el suelo a punto de perder el conocimiento, pero tenían que sacarlo de allí cuanto antes. Al fin y al cabo era lo que tenían que hacer.
Abrieron la puerta, dos de ellos metieron al grandullón en su jaula, mientras el resto ayudaba a sacar al novato de allí.
—Vamos, debemos darnos prisa —Esa fue la voz de Pierre, era al único que realmente le importaba lo que le pasaran a los prisioneros. Bueno él y pocos más. Apenas podían contarse con los dedos de una mano—. Hay que sacarlo de aquí, rápido.
Todos desaparecieron de allí de inmediato, quedando sólo Percy y quién le había propinado tal paliza al chico.
Sentía que había perdido el control.
—¿Cómo lo has dejado? —El inglés se había levantado, de nuevo, de su cama y se había acercado a los barrotes, agarrándolos con fuerza— ¿Parecía más muerto que vivo? —Sonrió en dirección a su amigo, aunque ninguno se estaba viendo en ese momento.
—Cállate, Percy —No pudo entender cómo la voz había sonado con tanta tranquilidad, cuando quiso gritarle—. He perdido el control.
Percy, que no era tonto, notó por el tono de voz de su amigo, que no era momento de emocionarse por lo ocurrido, así que se calmó, pero no borró la sonrisa de su rostro.
Todo él irradiaba felicidad, mientras que De Luque estaba confundido.
No es que estuviese preocupado por el chico, en absoluto. Lo que lo preocupaba era lo que había sentido al golpearlo. Cómo había actuado. Y, por último, oír esas palabras que tanto le recordaban a cuando era pequeño, y él era a quién golpeaban.
Lo siento, papá... Perdóname, por favor... Seré un buen hijo...
¿Por qué ahora no podía dejar de escuchar aquellas voces? Revivir aquellos momentos en los que sólo deseaba que su padre lo tratase con cariño...
Su puño golpeó la pared, con tal fuerza que sus nudillos comenzaron a sangrar.
Él no se dio cuenta de ello. No le importaba nada en ese momento.
Su padre había ganado. Lo había convertido en ese ser despreciable que era, y aunque nunca se había sentido como tal, ahora mismo sí lo hacía.
Mientras tanto, Guillermo era llevado a la enfermería, en lo que llamaban a una ambulancia. Veían que estaba lo bastante mal como para que tuviese que largarse de allí por el momento.
La mujer que lo atendió, se asustó al verlo. Su cuerpo casi inerte, se movía con dificultad en lentos movimientos involuntarios.
—Tranquilo, chico —habló la mujer—. Vas a ponerte bien.
Guillermo cerró los ojos y quedó inconsciente sobre la camilla.
—¿Cómo lo ves? —Preguntó Pierre. El hombre estaba realmente angustiado.
La chica levantó la cabeza del joven, para examinarla.
—No es tan grave como parece —articuló, dejando descansar la cabeza del chico sobre la pequeña almohada blanca—. Pero tendrá que estar unos días aquí encerrado.
El hombre asintió.
—Entonces, ¿no hace falta que venga a recogerlo una ambulancia?
—No —respondió ella—. Pero necesitaré la ayuda de otro médico.
—Está bien.
El chico se largó de allí corriendo, mientras la mujer ayudaba al joven Díaz.
Las noticias volaban en aquel lugar, hasta llegar a oídos de Tomás.
Él sabía sobre el pasado de Samuel, tenía sus contactos en ese sitio, y llegaba a enterarse de muchas cosas a lo largo del día.
Desde que supo que De Luque había sido un chico maltratado, su interés en él había acrecentado. Sabía que tarde o temprano pasaría algo como lo que, recientemente, acababa de suceder.
Y también imaginaba qué sería ese chaval el que pagaría todo lo que Samuel se había guardado para sí.
No había que ser muy listo para darse cuenta de eso.
El novato había utilizado las palabras incorrectas con su amigo, y lo primordial para llevarse bien con alguien en ese sitio era ser cauteloso. De lo contrario, podías acabar muerto, o lo que es peor, deseando estarlo.
Tomás sonrió en el momento de enterarse de la noticia. Se sentía bien consigo mismo.
Siempre era él quién mataba a gente, de ellos tres. Los otros no es que fueran unos santos, ya que sí habían propinados varios golpes a algunos presos, pero él sentía que no era demasiado. Que necesitaba a un grupo de amigos que fueran como él. Aunque, claro, también llegó a pensar que si fueran como él, los jefes ya los habrían pillado y les hubiera impuesto un castigo del carajo.
A Tomás, aunque no supieran que se tratase de él, se la tenían jurada. Los azules lo llamaban: El asesino fantasma. Evidentemente, por el hecho de que pasara desapercibido.
En lo que habían estado ahí Percy y Samuel nunca la habían liado a tal altura. Y ahora el que mejor le caía de ambos, había golpeado cruelmente, casi hasta matarlo, a ese chico.
Todo iba a ser diferente de ahora en adelante. Todo pintaba de maravilla... O eso pensaba él...
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¡Hola a todos, queridos lectores!
Siento muchísimo el hecho de tardar tanto en actualizar la historia. Cada vez tengo menos tiempo, y además últimamente tengo muchas cosas en la cabeza, y eso me dificulta la posibilidad de escribir.La semana que viene, voy a un concierto en otra ciudad. No sé sí actualizaré otro capítulo antes de irme, pero si no lo consigo, espero que podáis ser pacientes conmigo.
El martes me iría y volvería el jueves. Así que tampoco será mucho tiempo, pero ya sabéis los días antes de irme estaré bastante ocupada planeando las cosas que llevarme y tal.
Bueno, no quiero mareaos más con mis cosas. ^^
Una vez más, gracias por vuestro apoyo incondicional.
Os quiero muchísimo, y, realmente, no sabéis cuánto es eso. <3
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Prisioneros [Wigetta]
FanfictionSamuel y Guillermo son dos prisioneros que empiezan su relación con mal pie. Uno hará lo posible para encarar al otro, quien, en vez de rendirse y dejar de molestarlo, se hará cada vez más pesado. ¿Qué pasará entre estos dos chicos? ¿Decidirán, alg...