XXX

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Percy quiso sonreír ante la pregunta, pero se aguantó las ganas.

—Pensé que estaban golpeando a Samuel —articuló sin duda alguna—. No puedo ver tras estas rejas —dijo, rodeando los barrotes con sus manos—, así que preferí evitar cualquier pelea a arriesgar la vida de mi compañero de celda.

Bob avanzó dos pasos al frente, sin dejar de mirar al contrario.

—¿Es que te importa si a Samuel le pasa algo? Creía que a vosotros, las ratas, no os importaba esa clase de cosas.

Esta vez no pudo evitar sonreír.

—Al fin y al cabo sólo los tengo a él y a Tom.

—Ya... Tienes razón... Si no le lamieras el culo a esos dos, no tendrías nada más que hacer en la vida.

Una oleada de furia invadió el delgado cuerpo del inglés, pero supo mantener la calma.

Sabía lo que pretendía el de mayor edad, y no iba a caer en su juego.

—Supongo que es verdad —lo señaló con el dedo índice, se separó de las rejas, y caminó hacia su cama, donde se sentó, sin dejar de observar a Roberto—, aunque me importa un carajo.

Se tumbó sobre su colchón, intentando sacar de sus casillas al contrario, algo que no le costó conseguir.

Bob carecía de miedo respecto a esos granujas, así que no le importó sacar la respectiva llave de la celda del británico y entrar en ella.

Ahí fue donde Percy reflejó su horror.

Aunque lo negase miles y miles de veces, era evidente que temía al mayor.

El hombre cerró tras de sí, y se acercó hasta donde se encontraba el joven, quien se levantaba de la cama, lentamente, y sin perderse un solo movimiento del otro.

—¿Tanto miedo me tienes? —le preguntó. A lo cual no obtuvo respuesta.

Los pasos de Bob avanzaron un poco más, quedando muy cerca del prisionero. Éste hizo el intento de levantarse, quedándose parado en mitad del camino.

—No puedes ir a ningún sitio, gusano. Y sabes de sobra que no puedes conmigo. Así que... ¿por qué no te dejas hacer?

En ese momento, el cuerpo del más delgado se levantó, bruscamente, para alejarse del contrario. Pero éste ya lo había tomado del brazo.

—¿Vas a ser sincero conmigo, pequeño Percy? ¿O vas a seguir haciéndote el duro?

—Suéltame. —dijo sin que le fallara la voz. Aunque no creía aguantar mucho.

Bob negó con la cabeza al mismo tiempo que emitía un sonido con la lengua chocando con el paladar, de forma muy seguida.

—Sabes que eso no va a pasar —Se dio media vuelta, para quedar frente a frente—. De hecho, sabes muy bien qué va a pasar si esa boquita no quiero hablar.

La mirada que el mayor le dedicó a sus labios, le erizó los vellos de los brazos.

—Y si hablo también sucederá —respondió con descaro—. Una vez que la polla se le pone dura, no hay vuelta atrás.

Al que mandaba allí, aquellas palabras no le tomaron por sorpresa. Conocía lo bastante bien al británico, y cada vez le resultaba más fácil leer su pensamiento.

—Entonces, ya puedes ir preparando tu culito.

[...]

Mientras tanto, Guillermo y Samuel habían sido llevados a una celda de aislamiento, cada uno en una diferente.

El castaño estaría poco tiempo, lo que tardaran en hacerle varias preguntas, mientras que el menor estaría mínimo dos días.

Las preguntas que le formularon el mayor fueron las típicas que hacían en aquellos casos "¿Qué sucedió?" "¿Cómo empezó todo?" Y cosas tan inútiles como esas.

No entendían porqué tenían que preguntar aquello cuando habían sido testigos del homicidio. Sabían muy bien qué había ocurrido. Pero aún así debían ceñirse al proceso.

Guillermo se miraba los pies, esperando a que alguien entrase a interrogarle.

Había matado a otra persona más. No es que fuese una gran pérdida, pero no se sentía bien con ello. Él se dijo a sí mismo que no volvería a cometer aquel acto, pero allí estaba, pagando por lo que había hecho.

Era cierto que no era del todo su culpa, pero sí tenía parte de ella. No se había negado cuando Samuel compartió su plan con él. Aunque quizá esta vez no tuviera otra opción.

No pasó mucho tiempo hasta que alguien se adentró en la sala en la que se encontraba el chico. Era Bob, quien ya había terminado de interrogar al inglés.

Sus pies pararon justo frente a Guillermo, a quien le habían colocado una camisa de fuerza.

El joven lo miraba desde su posición, molestándole la brillante luz del techo.

—¿Vas a decirme toda la verdad?

El chico frunció el ceño, reflejando confusión.

—Lo que han visto es todo lo que ha pasado —respondió. Se sintió orgulloso de que no le temblara la voz—. A ese hijo de perra no le importaba si Samuel me mataba allí mismo. ¡Me metió con él en su celda! ¿Qué querías que hiciese? Se lo merecía.

Bob, que era bastante bueno para captar mentiras, dudó de sus propios pensamientos.

Aquel joven no parecía estar mintiendo en absoluto.

Las palabras salían de su boca con fuerza y con aires de justicia. Parecían ser dichas con toda la sinceridad del mundo, y eso lo hacía flaquear.



—¿Estás queriéndome decir que la rata de Samuel no movió un solo dedo? ¿Que él no tiene nada que ver con el asesinato de Miguel?

Guillermo forzó, aún más, la expresión que mantenía en su rostro.

—No. Él no hizo nada, más que observar mis actos, sin pestañear. Como si no importara nada más.

Y eso lo hizo creer.

Sabía cómo era el castaño, lo conocía. Y eso era algo que podría ocurrir perfectamente.

—Está bien —dijo. Y lo dejó estar—. Entonces serás tú quien pague por ello.

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¡Por fin actualizo este fanfic! Creo que llevaba desde mediados de julio sin subir, y eso ya tenía que cambiar.

Ahora que las vacaciones terminaron para mí, subiré más seguido capítulos. <3

Gracias por la espera. 💙💙

Prisioneros [Wigetta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora