XXXIX

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¡Holis!
Sé que llevo mucho sin actualizar, y realmente me siento mal por ello, pero hay veces en las que simplemente no puedo escribir. Sea por falta de tiempo, de inspiración o de ganas:/
Pero bueno, ya estoy aquí por fin><
Antes de nada quería informaos de que estas navidades, a parte de un shot wigetta, especial Navidad, que creé, escribí también un drabble de Thorki en mi apartado de «drabbles» por si os interesa y tal.
Últimamente se me están ocurriendo muchas ideas y personajes diferentes para escribir en este apartado, así que quizás pronto tengáis actualizaciones de este apartado.
Ya no os entretengo más y os dejo con el capítulo.
Un abrazo<3

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—¿Por qué sonríes? —preguntó Guillermo a su compañero de celda.

—Pronto lo sabrás —dijo sin desviar la mirada del pasillo por el que habían desaparecido Bob y el inglés—. Ya verás. —Se giró para verlo.

El chico de pelo más oscuro asintió sin saber a qué se refería, mientras se sentía algo intimidado por la mirada del contrario.

—Siempre pareces asustado de mí —articularon los labios del castaño—. ¿Puedo saber la razón?

Díaz frunció el ceño en un gesto de confusión.

¿Era posible que no lo supiera?

—¿Es necesario? —Samuel lo miró raro, y luego asintió— Siempre tratas mal a la gente. Como si lo único que quisieras es aprovecharte de los demás para tu beneficio propio.

Esta vez fue el mayor quien arrugó el entrecejo.

—Guillermo —hizo una pausa, y continuó de inmediato—, el noventa por ciento de la gente aquí, hacen eso. Si quieres sobrevivir aquí tienes que quedar por encima de ellos. Dar a entender que no deben meterse contigo. Si no lo haces, te aplastarán.

—No es tan fácil —respondió, en un tono no muy alto—. Sobretodo cuando no tienes un cuerpo que intimide a los demás.

El contrario sonrió.

—Percy tampoco lo tiene —habló—, pero es capaz de cualquier cosa. Por eso se mantienen alejado de él. Es un pirómano que está un poco mal de la cabeza, y todos lo respetan —Se calló un momento y se corrigió—. Menos el viejo, claro está.

El chico se mantenía con la boca cerrada, sin dejar de prestar atención a las palabras ajenas.

—Lo que quiero llegar a decirte es que no tienes que tenerme miedo, si tu intención no es ir contra mí. Podemos ser amigos —Se lo pensó un momento—. O más que amigos...

Los ojos del mayor miraban al más pequeño con picardía, lo que lo hizo avergonzarse.

El recuerdo de ambos haciéndolo se le pasó por la mente a la velocidad de la luz, apartándolo de su cabeza lo más rápido que pudo.

—Está bien. —dijo, sin saber muy bien a qué estaba respondiendo. Solo quería terminar aquella conversación que se había vuelto incómoda de repente.

De Luque mantuvo su sonrisa, sin emitir ninguna otra palabra.

—Hey, vosotros dos —La voz de Alejandro se hizo escuchar—. Ya que os gusta tanto charlar, dadme un poco de conversación. ¿Qué creéis que pasará con Percy?

[...]

Roberto tiraba de la corta cadena que unía a ambos cerrojos de las esposas, provocando que el de ojos azules se tambaleara un poco a cada paso que daba, intentando mantener el equilibrio.

Quiso quejarse. Decirle cualquier cosa, pero temía que fuese a peor, y ya suficiente asustado estaba como para empeorar la situación.

Bob abrió una de las puertas que había en ese pasillo, y lanzó al chico dentro de un fuerte tirón.

Percy no comprendía qué mierdas le pasaba.

—¿Qué coño haces, viejo verde?

Al mayor le hizo gracia su reacción.

Cerró la puerta, tras entrar él también, y se acercó al prisionero que ahora estaba tirado en el suelo.

Lo levantó, agarrándolo de la prenda superior del uniforme, y lo puso en pie para estrellarlo contra la pared.

—¡Estás zumbado tío! Si tus superiores se enterasen de lo que haces aquí te quedarías en el paro de por vida.

—A nadie le importa lo que haga aquí —dijo aún sonriendo—. A nadie le importa lo que os pase. Parece que aún no te has dado cuenta de eso.

—Tampoco lo que te pase a ti —Al mayor no le impresionaron sus palabras. Ese preso siempre había sido un bocazas—. ¿Es eso una amenaza, chico extranjero?

—El chico extranjero habla mejor el idioma que tú —articuló con la intención de hacerlo enfadar, lo cual consiguió porque volvió a estrellarlo contra la pared con más fuerza—. He dicho eso por no decir otra cosa.

Percy intentó disimular el dolor que le había causado en la espalda tras el impacto.

—¿Qué otra cosa? —La forma en que vocalizó esas palabras daba miedo. Al menos eso fue lo que sintió el chico que lo tenía tan jodidamente cerca.

Percy se mantuvo callado, como queriendo sacarlo de quicio.

Roberto se dio cuenta de eso, y lo soltó de pronto, alejándose un poco del cuerpo ajeno.

—Sé lo que pretendes, y no vas a conseguirlo.

—No pretendo nada, viejo —dijo, recuperando el oxígeno que le había estado robando, en cierto modo, el mayor—. Ahora, ¿puedes decirme que puñetas hacemos aquí?

El de azul volvió a recuperar la sonrisa.

—¿Qué crees tú? —preguntó sin más.

—Creo que los ingleses te la ponen dura. —Y justo decir eso, Bob se abalanzó sobre él para golpearlo.

—Deberías hablarme con un poco más de respeto, si no quieres ser tan maltratado.

—Lo seré de igual manera —Ambos se miraban con odio—, pero al menos digo lo que pienso.

Bob balanceaba la cabeza de arriba a abajo con lentitud, intentando asimilar lo que acababa de decirle.

—Así que piensas que me la pones dura...

—No lo pienso. Lo confirmo —rió divertido—. Al fin y al cabo lo he visto.

Bob estaba furioso, tanto que volvió a propinarle un puñetazo al contrario, está vez en la cara.

Lo peor de todo, para el mayor, es que el chico estaba en lo cierto. Que hiciera lo que hiciese, le tratara como le tratase, Percy siempre conseguía que se le levantase.

—Pues entonces vamos a ello —Se quitó ambas prendas de abajo, haciendo lo mismo con el inglés—. No quisiera que quedases como un mentiroso...

Bob se abalanzó, con ansias, al miembro del chico, el cual apretó con tanta fuerza, que Percy creyó que se lo terminaría arrancando.

Se arrodilló frente a él y succionó el pene del chico, dedicándole movimientos rápidos y profundos.

—¡Maldito viejo pervertido! —gritó el más joven, provocando que el mayor tirase de sus piernas hacia abajo, dejándolo a punto de caerse.

Percy se sostenía en pie con dificultad. Manteniendo las manos sobre la pared, sin poder apoyarse como debía.

—Al menos podrías quitarme las es...

Sus labios dejaron de emitir palabras, dando paso a leves suspiros de placer, los cuales irían convirtiéndose en gemidos que intentaría reprimir.

Prisioneros [Wigetta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora