El último error

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Un paso. Otro paso. A ella le gustaba pasear bajo la lluvia. Era una de las pocas cosas que apreciaba de la vida. Sentir la fría agua callendo en su cabeza, empapándola completamente, sin dejar absolutamente nada de sí libre de aquella manta de agua, que la presionaba por todas partes, ahogándola y arrastrándola hacia una muerte segura.

Volviendo al mundo real, al menos medio mentalmente, la chica tomó una gran bocanada de aire. Uno de los efectos secundarios que tenía al mirar el agua era que siempre se imaginaba su trágica, agobiante y muy mojada muerte. Y a veces conseguía dejarla sin respiración en la vida real.

La joven seguía caminando. ¿Adónde? Creo que ni ella misma lo sabía. Se dejaba llevar por sus piernas, que a veces le hacían dar unos pasos muy pesados, consiguiendo algún que otro desequilibrio. Las gotas de lluvia caían por sus mejillas frías y recorriéndose por su cara verticalmente, como si ese día la naturaleza la ayudara a llorar y esta misma llorara por ella. Llorara con ella.

Se topó entonces con un paso de cebra y mientras oía el sonido lejano de los coches al pasar contrariamemte por el paso, como si estuvieran muy lejos, ella empezó a sentir un gran impulso, que casi la estaba obligando a desplomarse en medio de la carretera, por si la suerte conseguía que la atropellen de forma estrepitosamente horrible, rompiendo todos sus huesos de la misma manera en la que estaba rota su mente y su corazón. A punto estuvo de hacer realidad ese deseo suicida cuando el semáforo se cambió a ese verde brillante que siempre había llamado la atención de la muchacha desde su niñez.

Continuando su marcha, pasó al lado de un parque, vacío y mojado; lo cual su hierba desprendía un cautivante olor con el contacto con el agua que en ese momento era bastante difícil de percibir. La contaminación y la lluvia ligeramente ácida neutralizaban ese hermosa fragancia. Nada más pasar aquel parque, la chica decidió dar un giro de 90° hacia la derecha, y cambió su rumbo.

Parecía que ya estaba empezando a tener una ligera idea de adonde se encontraba el destino final de ese paseo, y probablemente de muchas cosas más. Miles de cosas estaban dando vueltas por la cabeza de la joven mientras caminaba, casi inconscientemente hacia donde su cuerpo, cansado de vivir, la estaba guiando. Todo lo que había hecho mal. Todo lo que pudo haber hecho mejor. Eran tantas cosas. Tantos errores. Pero ya no iban a haber más.

Cruzó otra carretera, por suerte o por desgracia para ella, sin ningún coche a la vista. Justo al otro lado de la carretera, había una entrada a un puente. Un puente sobre dos largas autopistas. Siempre le ha dado impresión pasar por ese puente, es como si el rápido movimiento de los coches tambien la moviera a ella, a pesar de que esos automóviles estaban a unos 30 metros de la muchacha. Decidió pasar por el medio del puente, en vez de en alguno de los bordes, su deseo de caer era muy fuerte, pero por otro lado queria seguir caminando.

Se paró a mitad del trayecto del puente y se puso a pensar. "¿Por qué no cambiar el trayecto del paseo? Elijamos un camino nuevo". Aunque ese probablemente fue el camino más equivocado que pudo tomar. Se acercó al lado izquierdo del puente, de manera que aquellos acelerados coches pasaban de cara a ella. "Solo adelante" pensó. Pasó por encima de la barrera de seguridad del puente y ahora sólo necesitaba avanzar 10 centímetros más. Cerró los ojos, se escuchaban los motores de los coches a esa monstruosa velocidad de 120 km/h, capaz de destrozar cualquier cosa mínimamente más débil que él. La joven tomó aire y dijo:

-Vuela.

Dio un paso en el aire, como si continuara en suelo y se precipitó por ese barranco de muerte. De repente, vinieron a la mente de la chica un montón de imágenes: su familia, que siempre se habia preocupado por ella; sus amigos, que siempre pudieron haber estado allí; sus profesores, actuando como una segunda familia. Era tanta gente a la que iba a decepcionar con este simple salto. Pero ya no habrá más. Ya no más errores. Estaba a punto de probar el sucio y mojado sabor de la carretera cuando vino una última imagen a su cabeza. El motivo de su existencia por el que, por un momento, había dejado de pensar. Esa persona lo había sido más que todo para ella, su motivo para levantarse, su motivo para una sonrisa más, o para una lágrima más.

Sonrió, tenía la esperanza de encontrarse con él dentro de poco de nuevo a su lado, tenía la esperanza de que siguie----

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"Cuando llueva sangre del cielo, saldrá un nuevo sol y todo lo que ocasionó alguna vez problemas a alguien desaparecerá"

Yo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora