Spirals

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La joven miró al horizonte echándose su corta melena castaña hacia atrás. Pasó la mirada por ese mar de cadáveres que había provocado y a cada cuerpo sin vida qur miraba, iba recordando vagamente la manera fatal en la que acabó con cada uno de ellos. Especialmente con dos personas.

Recordó como, sin ningún tipo de conciencia y sentimiento, tomaba la cabeza de aquella muchacha inocente y, cortándola su también corta melena castaña la cuál estaba agarrando antes de una tajada de cuchillo, sólo bastó con una puñalada en el costado mientras, dejándola agonizando en el suelo, le iba arrancando las pestañas una a una y despues jugó con el cuchillo en su mano, clavándoselo una y otra vez en diferentes sitios de esa misma sección, continuando por su brazo y el pecho. Una, y otra, y otra. Hasta dejarla desangrada.

Para otro prefirió jugar con él de otra manera. Se tiró encima suyo y le clavó dos navajas, una en cada mano, dejándole inmovilizado. Con la mirada vacía, le quitó la camiseta y tomó el cuchillo. Empezó a hacerle diferentes espirales por el torso, todas conectadas como si fuera una enorme raíz, haciéndole sangrar por cada punto de aquel sádico dibujo. La chica seguía jugando con el joven sin ningún tipo de sentimiento. Estaba totalmente vacía y por mucho que pudiera haber sido el chico para ella, ya no le importaba. No importaba nada. Y por mucho daño que hiciera a sus víctimas y por mucho que sufrieran y agonicen, no podía oirles. Sólo sentía un sonido a lo lejos, algo inteligible, sólo murmullos.

Por otro lado, el chico seguía gritando lo mas alto que podía, con la esperanza de que eso fuera a aliviar el dolor de sus heridas. Ella, sentada sobre su cuerpo agonizante, le miraba a los ojos. Concretamente, estaba sumida en ninguna parte, pero sin poder quitarle la vista de encima al muchacho.

La chica parecía haber acabado con su dibujo y sólo dejaba que se curase levemente. Tal vez luego volviera con su trabajo el él hasta que acabe muerto. Ahora solo le miraba. De vez en cuando, cuando el dolor se iba por unos instantes, el joven la miraba de vuelta, esperando a que reaccionase de alguna manera a sus ojos llenos de lágrimas que caían por sus mejillas hasta evaporarse en su cuello. Ya podía articular algún sonido, pues el dolor era tal que no podía ni formular palabra y, en ese intento casi fallido de hablarle a la chica le dijo: "¿Por qué...?". Ella siguió mirándole, con la mirada perdida en el abismo de su mente... O en el de los ojos de aquel que tenía bajo su cuerpo y, al fin consiguiendo sacar algo de alma de esa jaula de destrucción que había consumido a la verdadera Ella, bajó la mirada levemente y unas lágrimas empezaron a caer de sus mejillas. Aquellas lágrimas contenían más sentimiento quizás que todo el que había sentido la joven en toda su vida. Dolor, arrepentimiento, abatimiento, vida... Estaba ahí, en esas lágrimas que bajaban rápidas de sus ojos y acababan cayendo en el pecho del chico, provocando un leve quejido por parte de él.

Ella se tapó la cara con sus manos y se puso a llorar casi silenciosamente, sólo emitiendo sonido cuando cogía desesperadamente aire para luego seguir llorando. Él la miraba perplejo, sorprendido porque la chica haya dado signo de vida dentro de sí. Ya no dolían tanto las heridas, en comparación a minutos antes. Ya terminó de desahogarse y se quedó varios minutos con la cabeza baja, examinando lo que había trabajado con el joven. Él seguía mirandola en silencio, con la esperanza de que dijera algo. Ella sólo se quito las manos y dijo con un tono de nuevo vacío de sentimientos: "¿Ahora sabes cómo me dolió a mí...?

Yo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora