Estrellas de un firmamento apagado

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Agarró fuertemente mi cuello y me elevó. Intenté de cualquier manera que me soltara, pero su fuerza era enorme. Me miró entonces a los ojos, totalmente abiertos y rojos y sonrió de una manera tan psicópata que tal vez nunca olvide esa cara. Y tanto que no la olvidaría que esa cara era la mía. Me apretaba el cuello con cada vez más fuerza y ya pensaba que iba a perder el conocimiento. La muchacha la cual estaba intentando matarme tenía tal falta de cordura que de la misma locura, desprendía un calor ardiente que quemaba la cara.
— ¡¡¡MUÉRETE!!!— Gritaba mientras me apretaba y me ponía contra la pared.— No sirves de nada, ¡voy a acabar contigo para que dejes de molestarme y de hacer cosas que no quiero...!

No podía hacer nada, ella no tenía razón, había perdido totalmente el control de sí. Llevaba bastante tiempo intentando calmarla, pero ella era ahora casi imparable. Concentré las últimas fuerzas que me quedaban y, en un movimiento rápido, agarré sus manos y conseguí soltarme, cayendo como peso muerto al suelo. Volvimos a tener una lucha visual, sin quitarnos la vista de encima durante bastante tiempo.

La chica se acercó peligrosamente a mí y agarró mis ambas muñecas con una mano y mi cuello con la otra, aunque no tan fuerte como antes.

—¿Qué te crees que estás haciendo...?— Ahora me miraba con unos ojos vacíos y sin sentimiento, mientras ladeaba ligeramente la cabeza hacia la izquierda.

— ¿Te estás mirando? Has perdido la cabeza.

— A lo mejor no la perdería si no fueras tan molesta...— Seguía sin quitarme la vista de encima.

— ¿Yo? No soy molesta. Estoy intentando ayudarte para que esto no pase. Pero no me escuchas, nunca me escuchas. No quieres ver la realidad.

La chica se quedó un momento en silencio y sonrió.

— Creo que ya es demasiado tarde para eso... Solo crearía más problemas.

— Más problemas de los que tú has creado.

— Yo no he creado nada.

— Deja de intentar matarme... Vas a conseguir destruirnos a las dos.

La muchacha me soltó de una manera ligeramente brusca y se sentó en el suelo poniendo las manos en su cabeza.

— ¡¡¡TÚ NO SABES POR LO QUE ESTOY PASANDO!!!— Y tan rápido como lo dijo, cayó desplomada al suelo, como si se hubiera desconectado.

Me quedé mirándola fijamente durante un par de minutos, viéndola inconsciente en el suelo. Parece que al final pude controlarla. En verdad, ¿Qué fue lo que pasó para que esa parte de sí saliera hacia fuera? Ni siquiera yo lo sabía. Hay tantas cosas que no tienen sentido dentro de esta mente que es imposible que haya algo claro.

Tan rápido como vienen los impulsos, estos se van. Bien sea la ira, bien sea la tristeza, la depresión, las ganas de matar o las ganas de morir. Una mente humana es tan frágil... Tan fácil de enfermar. No creo que exista una sola mente en la existencia del ser humano que no tenga ningún tipo de patología. De momento lo único que puedo hacer es seguir manteniendo a raya a este alma negra y que no sucedan más cosas como éstas.

Seguí inmóvil un largo rato más, disfrutando de alguna manera el silencio que pocas veces reinaba dentro de esta enferma habitación blanca de pensamientos y recuerdos que nunca piensan irse.

Yo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora